Desde Londres
Jeremy Hunt presentó el jueves 17 su presupuesto retocado con recortes en las partidas y aumentos impositivos por 55 mil millones de libras (U$S 59 mil millones). Así, el nivel de vida de los británicos enfrenta una inédita caída de un 7,1 por ciento.
Con estas medidas que reparten casi por igual recortes presupuestarios con aumentos impositivos que los conservadores abominan, el ministro de Economía busca rescatar la alicaída reputación financiera del cada vez más desunido reino de la que fuere Gran Bretaña.
Hunt, apoyado por el primer ministro recién estrenado, Rishi Sunak (foto), buscó cargar la responsabilidad por el descalabro en circunstancias globales y la guerra en Ucrania. Del presupuesto –hoy en el cesto de papeles—que presentó la ex primera ministra Liz Truss (duró menos de lo que perdura una lechuga en el supermercado) el 23 de septiembre, no dijo más que “se cometieron errores” pero aseveró temerariamente que buscar crecimiento económico era lo correcto. El problema es que los recortes de Truss no tenían financiación, engrosaban la deuda pública y los mercados entraron en pánico.
Contracción económica
La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (sigla en ingles OBR) un organismo independiente, publicó el 17 de noviembre que la contracción económica británica, que llega al 1,4 por ciento del PIB, será la peor de Europa.
Buscando mantener la adhesión de los votantes conservadores, en su mayoría mayores de 60, anunció un costoso aumento del 10 por ciento de las jubilaciones, siguiendo el ritmo de la inflación anual, que alcanza el 11 por ciento.
El nivel impositivo lo llevó Hunt al nivel mas alto de la posguerra: 36 por ciento del PIB. La llamada consolidación fiscal de 55 mil millones de libras se reparte en recortes presupuestarios por 30 mil millones y aumentos impositivos por 25 mil millones. El resultado, altamente motivado por el estancamiento económico británico post Brexit, hace que anualmente se pague mas en intereses que en partidas dirigidas al servicio nacional de salud, o educación o la policía.
Rebelión en la granja
La premier escocesa, Nicola Sturgeon, que representa al Partido Nacionalista Escocés, responsabilizó a Hunt por el retorno a la austeridad. Sostuvo que la independencia era la alternativa mientras se espera para la semana que viene el veredicto de la Corte Suprema sobre la posibilidad de que el parlamento escocés llame a un referendo pese al veto inglés. En Gales también hay inquietud separatista y en Irlanda del Norte los unionistas protestantes hace tres años no permiten que se forme gobierno. Por todo ello, ¿sobrevivirá el Reino Unido?
Las medidas de Hunt se han macheteado sin pudor alguno de las que aconseja el laborismo. Pidieron un impuesto extraordinario a las compañías extractoras de energía. Hunt se lo concedió. Se recaudarán 5,6 mil millones de libras de acá a 2027/8. Agregaron la sugerencia que se bajara el nivel de sueldo anual que lleva a pagar un 45 por ciento en impuestos. También Hunt lo concedió. También requirieron los laboristas se cambiaran los impuestos a las ganancias y a los dividendos para embolsar 1,4 mil millones.
En gastos Hunt también se copió de los laboristas. Le dará 6,6 mil millones de libras al servicio nacional de salud. Además anunció un inesperado aumento para la educación de 4,6 mil millones.
Vientos de cambio
Es así como el ajuste no hace que la caída en la actividad económica se agudice. El secreto está en que la mayoría de los recortes presupuestarios de Hunt y Sunak los postergan para 2024, cuando puede bien haber un gobierno laborista.
Según el profesor Sir John Curtice, de la Universidad de Strathclyde, que suele acertar con sus predicciones basadas en encuestas, “los británicos nunca perdonan a un partido que maneja mal la economía”. Difícilmente los conservadores lograrán sacarse de encima esta impresión que prima en el electorado. También clama en un 65 por ciento por elecciones anticipadas, vista la velocidad con que cambian los primeros ministros.
El laborismo acusa al gobierno de un espectacular fracaso económico con alzas en la tasa de interés que encareció las hipotecas que paga un 40 por ciento de los británicos. Argumentan con razón que el alza del costo de la energía no es tanto por la guerra en Ucrania, sino porque por decisión de los conservadores el país carece de capacidad de almacenamiento. Queda así expuesto a las alzas que digita Putin. La ministra de Economía en la sombra de los laboristas, Rachel Reece, acusó al gobierno de haber metido la mano en el bolsillo de los británicos. Reece sentenció al finalizar su discurso: “esto no es una ensoñación, es la pesadilla de un gobierno tory”.
Lo cierto es que con el nombramiento de Hunt, tras la renuncia de Truss seguida por la asunción de Sunak, los mercados se tranquilizaron. Los bonistas están nuevamente dispuestos a seguir adquiriendo bonos del tesoro.
Pero los conservadores, sabedores de que perderán las elecciones con la ventaja laborismo superando los 20 puntos porcentuales en varias encuestas, se aferrarán a sus bancas. De aquí a enero del 2023 cuando debe llamarse a elecciones quien sabe qué ocurrirá en un país que, según el semanario The Economist, se asemeja cada vez mas a Italia por su estancamiento económico e inestabilidad política.
Doctorado en Cambridge, especialista en política británica y argentina