"¡Cuando más se necesita el humor es en las crisis!", dice Adrián Stoppelman como prólogo al diálogo que sigue, mientras rubrica la propuesta de Gente de M..., el show que el monologuista y humorista del envío radial de Víctor Hugo Morales, presentará mañana junto a Bibiana Tonnelier, a las 21, en Sala Empleados de Comercio (Corrientes 450).
"Al menos en la civilización occidental, el humor siempre estuvo presente, aun en los momentos más terribles. La gente necesita sentirse bien, de alguna manera. El humor es catártico y necesario; como siempre digo, en los velorios no se cuentan chistes porque la gente vaya a divertirse, sino porque hace falta contrarrestar la mala onda de la muerte. En las películas norteamericanas se matan a tiros pero siempre alguien mete un chiste en el medio, porque ¿a quién le gusta ver tiros, sangre y muertos? Es la única forma de que lo puedas digerir", agrega Stoppelman en diálogo con Rosario/12.
-‑¿No tenés la impresión de que se ha instalado cierta tristeza?
-‑Totalmente de acuerdo, pero lo que hemos aprendido con este show ‑y no es un argumento de venta‑ es que dejó de ser sólo de humor para volverse una experiencia de catarsis colectiva. Cuando termina, más allá de agradecernos la risa o lo que fuera, lo que más nos agradecemos mutuamente es la posibilidad de haber estado juntos y de reírnos de lo que nos pasa; es bueno reírse de lo que nos pasa, así sea malo, porque la risa es vida, agrega optimismo, es un cable a tierra. Además, la risa funciona universalmente, de abajo hacia arriba; cuando el poder oprime vos te tenés que reír, no te queda mucha más alternativa. Una de las frases que uso es "Vení a reírte de los que a vos se te ríen en la cara", porque no es humor lo que va de arriba hacia abajo, sino cinismo, sadismo, pero desde abajo sí lo es, es la sátira, es la ironía del que critica al poderoso.
-‑El humor no deja de ser una tarea intelectual, ¿cómo la manejás?
-‑Si lo supiera no estaría hablando con vos, sino con la fundación El arte de vivir, vendiendo cursos a Rodríguez Larreta (risas). A diferencia de muchos otros shows de monologuistas, tengo partes enteras sobre lo que pasó esta semana, a veces más o menos, a veces se me ocurren cosas que no estaban previstas. Esas cosas que se te ocurren son tu catarsis. Por eso también el show tiene un nivel de lenguaje fuerte, no es para niños, porque hablamos adultamente y buscamos la complicidad del público, por suerte hasta aquí todos han respondido maravillosamente.
"Es bueno reírse de lo que nos pasa, así sea malo, porque la risa es vida, agrega optimismo, es un cable a tierra".
-‑¿Cuál es la complicidad que encontrás con Bibiana Tonnelier?
-‑Lo que ella me aporta es un estilo de humor que a mí me gusta mucho, que es compatible con el mío y en un punto muy parecido. Muchos me refieren desde el "humor político", pero para mí no existe esa categoría, sino la de "humor de actualidad", y quien hace humor de actualidad puede hacerlo sobre cualquier cosa: sexo, fútbol, el papa. Conmigo es la actualidad porque así me caractericé desde el programa de Víctor Hugo, pero Bibi aporta un estilo que me gusta más, que es el de hablar de otra cosa para que de repente aparezca la actualidad. Hablar, por ejemplo, de una cosa íntima, muy femenina, y en medio de eso hacer aparecer a Abal Medina o a Pichetto. Eso me encanta. Además, por supuesto, no es que seamos dos monologuistas, sino que consensuamos, a veces a uno se le ocurre en el show una cosa, el otro la pesca y la seguimos, se dan lindas situaciones. Eso es lo lindo del vivo, no hay dos funciones que sean iguales.
-‑Te comparto impresiones: el menemismo me parece que tuvo cierto sentido del humor, al menos, pero en este gobierno brilla por su ausencia...
-‑Difícil la respuesta, la intento mientras pienso en voz alta. En el menemismo era graciosa la frivolidad y que no les importara un carajo nada, hubo libros enteros de chistes sobre Menem, era otra cosa. En esa época trabajaba en Kanal K y no tuvimos problemas con los políticos, sino con la Iglesia. Ahora es más complicado, esta gente es un menemismo recargado, más violento en su ajuste, van muy rápido, y en esta velocidad no hay tiempo para andar en Ferrari. Llegaron con esa onda más evangélica, de camisita, de somos todos "gente bien" y ricos que no vamos a robar porque somos ricos, y cómo nos hicimos ricos no importa. El menemismo era otra cosa, también era otra época del mundo, en el menemismo tenías donde irte, ahora no, el mundo es todo una mierda, este tipo de gobierno está en todos lados.
Desde el año 1992, Adrián Stoppelman acompaña las mañanas radiales de Víctor Hugo Morales, una relación de trabajo que ya ha alcanzado los veinticinco años, y de la que el humorista se siente profundamente agradecido: "de no haber sido por Víctor Hugo, nada de esto hubiese sido". Como corolario, Stoppelman elige una alerta: "No se queden en casa, salgan, no se aíslen. En el teatro nos vamos a encontrar muchos que estamos del mismo lado. Yo no te voy a cambiar la vida, ningún humorista puede hacerlo, pero sí vas a pasar un rato con gente a la que le pasa lo mismo y vas a ver que te va a hacer mejor, te va a hacer bien al espíritu. Y si encima te podés reír, ni hablar".