Entre las novedades de la reciente 28ª edición del Festival de Cine Latinoamericano, que organiza el Centro Audiovisual Rosario, figuró la categoría Largometraje Santafesino. El premio fue para Amando (El genio de los Acuario), realizado por la dupla que conforman Fernanda Otero y Juan Pablo Menchón. El documental está dedicado a Amando Otero, quien resulta ser el último maquinista de trenes a vapor, también abuelo de la directora. Pero Amando es, casi, un ensayo, en donde ramificaciones imprevistas redirigen la propuesta hacia otros rumbos, en un camino que no evita las fibras íntimas y celebra a su protagonista.

“Empecé a pensar la película hace ocho años, y en principio quise contar algo que fuera un poco más histórico, de investigación, sobre la historia de los ferrocarriles en Rosario y su época de esplendor, con la aparición de la Escuela Carlos Gallini, donde mi abuelo se formó y fue instructor. Pero empezó a aparecer la potencia de mi abuelo como personaje, como esa persona que es una locomotora en sí misma, que tiene algo de imparable y apasionado, que siempre intentó aggiornarse en todas las épocas vividas, interesado por las nuevas tecnologías, las narrativas nuevas, también un cinéfilo. Cuando me fui encontrando con todo eso, la película empezó a cambiar”, explica Fernanda Otero a Rosario/12.

Amando es el primer largometraje de Otero como directora, egresada de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica del Incaa, y con vida en Buenos Aires desde hace dos décadas. “Trabajé mucho en posproducción en publicidad, cine, televisión; pero desde hace unos años me dedico más a la gestión cultural y trabajo en festivales de cine”, señala. La película le está abriendo un camino tal vez inesperado, y el premio en el Festival de Cine Latinoamericano la ratifica en su intuición primera, aquella que la llevó a hacer una película en donde la figura de su abuelo le permitiera, “también y desde otro lugar, reencontrarme con Rosario y con mi familia”.

“El proceso fue muy complejo, al editarla hubo que desechar la película que había y hacer otra, en donde hubiera un recorte mucho más íntimo, con un matiz más cercano a la historia de vida. Más allá de las cuestiones históricas, que están, la película se transformó en este retrato del vínculo de Amando con lo familiar. Con personajes que son secundarios pero para mí son centrales, como mi abuela y mi papá. Además, cuando le di una cámara, él sobre todo filmó a mi abuela y a la escuela, como si ése fuera el resumen de su existencia. Fue un rompecabezas un poco arduo, en el que intenté no hablar de mí sino verlo a él desde un lugar un poco más objetivo, si se quiere, para ver algunos de sus rasgos pero más alejada del vínculo”, continúa.

-No podías prever nada de lo que sucedió, y creo que ahí está también la virtud del cine, capaz de acercar y distanciar a la vez.

-Es la posibilidad que te da el dispositivo, que en algún punto te acerca al objeto pero también pone una distancia, como un mediador. La cámara y toda la parafernalia cinematográfica es algo que en ese sentido me sirvió. Por eso, para la construcción de la película fue importante que Amando haya tenido una cámara con la que mostrarme qué era lo que él veía en su día a día, en ese cotidiano que yo no compartía con él desde hacía 23 años, cuando me fui de Rosario. Fue importante para mí sumar a la película esa mirada, no solo sobre sus recuerdos sino para ver cómo ve esta persona el mundo, a través de un objeto que para él es absolutamente ajeno pero sobre el que aprende con avidez, rápidamente, y con el que hace el recorte de lo más importante en su vida: mi abuela y la escuela. Eso para mí es un registro invaluable.

-Hay un momento notable, en donde él te marca la puesta en escena, organiza el decorado y sus propias acciones.

-En este sentido tengo que mencionar a Juan Pablo Menchón, además montajista de la película, y a Victoria Comune, que es la productora. Son dos grandes amigos, estudiamos juntos y sabía que ellos eran las personas que iban a poder sacarme de esa familiaridad para poder ver como potables situaciones así. Al estar inmersa en lo cotidiano, para mí ciertas cosas no eran la película y Juan Pablo fue una pieza clave para encontrar esas joyitas, que estaban si se quiere en el backstage, en lo que uno deshecha. La película es de los tres, porque está hecha por los tres. Es muy difícil tomar distancia, está el vínculo de toda una vida, además de cuestiones como el capítulo de la década del ’90, donde mi abuelo se queda clandestinamente en la escuela con un grupo de maquinistas jubilados que la sostienen, básicamente ocupan el edificio y no dejan caer la escuela. Yo fui a la Gurruchaga, el colegio estaba muy cerca, así que yo pasaba y veía esas situaciones. Esa parte de la historia para mí era importantísima y quería dejar media hora completa, pero son tus compañeros los que te orientan y dicen sobre qué necesita la película; ellos estuvieron conmigo marcándome el camino.

Amando (El genio de los Acuario) sigue ahora su derrotero por festivales y luego salas; con seguridad llegará una oportunidad próxima para que vuelva a ser vista en la ciudad. Por lo pronto, y por ser el cine independiente que es, debe persistir por encontrar pantallas; como comenta Otero: “hay un círculo virtuoso que tiene que hacer una película y por eso tiene que ser vista en una sala, colectivamente, porque las impresiones que te llegan transforman lo que hiciste. Siento que todos los momentos del proceso fueron hermosos, algunos difíciles, pero estas idas y vueltas que permite la exhibición son vitales para completar la película. La veo ahora y siento que creció. Y eso es vital. La exhibición de las películas independientes está en crisis, es complejo el tema de las pantallas y que la gente vuelva a las salas; así que quiero mover la película y llevarla bajo el brazo, si es necesario, para que suceda”.

Toda película es posible gracias a esfuerzos compartidos, financiamiento adquirido, voluntades a disposición; entre los agradecimientos de Fernanda Otero figuran “el Incaa, porque nos dio este subsidio de Vía Digital; la Municipalidad de Rosario, porque ganamos el premio Entre Todxs; el Concejo Deliberante, que declaró al proyecto de Interés Municipal; y el Festival de Cine Latinoamericano, porque son una personas hermosas, un grupo de trabajo que es increíble en lo que hace; así como a todo mi equipo y familia”.