La primera edición de este libro apareció en marzo de 1983. Charly García acababa de cerrar su etapa como líder del grupo argentino de rock más popular de la época (Serú Girán) y para el lanzamiento como solista su popularidad se había multiplicado gracias a un disco doble memorable (Pubis angelical/Yendo de la cama al living) y un concierto en la cancha de Ferro el 26 de diciembre de 1982.
La segunda edición de Charly García tuvo, básicamente, el mismo contenido, pero otro formato, otra foto de tapa y llegó a las librerías en marzo de 1987, cuando el protagonista de estas páginas ya era –como dirá en 1990 Jesús Quintero, el conductor español del recordado programa de entrevistas El perro verde– “el indiscutido rey del rock argentino”.
En 1982, Daniel Chirom era un periodista de la sección “Sociedad” del diario Clarín y había convencido a Charly para hacer un libro sobre su carrera. Este proyecto inauguraría una colección (que el propio Chirom dirigiría) sobre músicos para la editorial argentina El Juglar. La idea, desde los contenidos y hasta el diseño gráfico, fue tomada de la colección española Los Juglares, de Ediciones Júcar. En 1976, tras la caída del franquismo, Júcar comenzó a publicar una serie de libros sobre música popular que reunió más de cien títulos –dedicados, entre muchos otros, a Bob Dylan, Jacques Brel, Jimi Hendrix, Víctor Jara, Daniel Viglietti, The Kinks y Miguel Ríos–, fácilmente reconocibles por su diseño de tapa y su formato pocket. De manera análoga, en Argentina, cuando la dictadura cívico-militar tuvo fecha de defunción, la editorial El Juglar puso en marcha su propia colección con García como nave insignia.
Daniel Chirom ejerció como periodista también en La Prensa, La Razón, El Periodista y Debate, pero su verdadero interés era la poesía. Por eso, no es casualidad que el epígrafe de este libro sea un verso del poeta argentino Raúl Gustavo Aguirre, quien había fallecido en enero de 1983, cuando estas páginas estaban por entrar a imprenta por primera vez. Durante varias jornadas y a lo largo de dos meses, Chirom se trasladó desde su departamento en Federico Lacroze y Cabildo hasta el domicilio del músico, en Santa Fe y Coronel Díaz (un recorrido de unos cuatro mil metros casi en línea recta). Allí, en la familiar escenografía de “la casa de Charly” y tal como lo cuenta el propio autor en el prólogo (“un semipiso de un edificio de la década del 30, con un espacioso living”), ocurrieron las conversaciones que constituyen la parte central de su libro.
La principal virtud de este texto es haber sido el primero, en varias direcciones. Por un lado, es el libro que inaugura la bibliografía sobre un artista del rock argentino. En 1983, ya existían libros dedicados a Litto Nebbia, Moris, Almendra, Sui Generis, Miguel Cantilo o León Gieco. Pero, en todos los casos, se trataba de artículos casi de merchandising para fans (Almendra, Sui Generis) o volúmenes con el único propósito de reproducir las letras de las canciones más reconocidas del artista en cuestión (Nebbia, Moris, Cantilo, Gieco). Aquí, en cambio, aparece la intención de recorrer con cierta rigurosidad –es decir, tomándose en serio la obra de un artista “joven”– la vida y la carrera de García y de dejar por escrito (y además, como solía decirse, “en sus propias palabras”) el pensamiento o la filosofía que había por detrás del solista del momento.
Por otro lado, el libro de Chirom es indudablemente el grado cero de la mitología sobre Charly García. Es decir, todos esos detalles legendarios de su biografía (su infancia como niño prodigio, el quiebre con el mundo académico luego de escuchar a los Beatles, los fallidos intentos de Sui Generis hasta transformarse en dúo, la experiencia en el servicio militar, el fracaso inicial de Serú Girán) están relatados aquí –en muchos casos, por primera vez– y desde entonces fueron repetidos ad infinitum. Y no solo eso: en estas páginas leímos el relato de Charly, por ejemplo, sobre su paso por el conservatorio Thibaud-Piazzini, pero también observamos (vale decirlo de nuevo: ¡por primera vez!) los documentos (fotos, programas) que certifican esa historia que parece guionada; de niño maravilla del piano clásico a rocker de la Nación.
Estas páginas constituyen, entonces, la piedra fundamental de la literatura sobre Charly García, ese corpus construido por diarios, revistas y libros, que desde hace años amenaza con transformase en un género en sí mismo.
Como cualquier artefacto periodístico con 40 años de antigüedad, el libro contiene una alta dosis de anacronismo. Los comentarios dedicados a Palito Ortega (citados por Chirom de un reportaje a García de 1974), a Daniel Grinbank o el recelo con que Charly miraba a Sui Generis (a pesar de que los dos Luna Park llenos todavía eran observados como hitos insuperables) son muestras de cómo las cosas cambian y se mueven con el paso del tiempo. Por otro lado, llama la atención que no haya una sola mención al célebre oído absoluto de Charly, acaso la cumbre de su mitología, pero creada, evidentemente, durante algún momento de la década del ’90.
Por lo demás, y tomando los recaudos pertinentes, es un texto que todavía sigue vigente, conserva su poder de retratar en tiempo real a un artista inmenso que se encontraba –como de costumbre casi a lo largo de toda su carrera– en pleno proceso de transformación. Estas conversaciones fueron realizadas, estimamos, durante el período septiembre-octubre de 1982, es decir, previo a la gira presentación de Yendo de la cama al living, que lo entronizará como uno de los músicos argentinos más populares (de cualquier género) y a su viaje a Nueva York de mediados de 1983, de donde volverá con la idea de instalarse allí para grabar un nuevo álbum. Que se llamará Clics modernos y, como sabemos, lo cambiará todo.