Las imágenes llegan a través de la pantalla. El Mundial de Qatar está por dar su puntapié inicial, consumándose el hecho, quizás, más escandaloso en la historia de las competencias continentales. En el medio del desierto, cambiando fechas históricamente establecidas, a fuerza de dólares y connivencias varias, la pelota rueda luego de cuatro años en Oriente Medio.
Siete de los ocho campos de juego que se utilizarán para la cita futbolística fueron construidos especialmente para el mundial. Estadios con hoteles y aire acondicionado, son apenas una muestra descomunal del presupuesto destinado. Qatar 2022 será el mundial más caro de toda la historia, con un costo aproximado de 200.000 millones de dólares.
Sin embargo, a 13.600 kilómetros, en la provincia de Salta, también se juega al fútbol y se vive la pasión como en pocos lugares. De Qatar a Salta no hay solo una gran distancia geográfica, sino también, una brecha económica tras la pelota, que lejos de reducirse, cada vez se ensancha más.
Mismo deporte, diferentes realidades
Existe un interrogante inicial que surge rápidamente al comparar las realidades deportivas que sucederán en Qatar, y las que cada fin de semana se desarrollan en Salta: ¿Hay un punto de encuentro entre estas dos prácticas del mismo deporte?
“Yo creo que el punto de encuentro posiblemente sea el deporte en sí, la práctica deportiva, el once contra once. Pero después, hay un abismo, sobre todo por los recursos”, reflexiona el presidente de Central Norte, Héctor De Francesco, institución con 101 años.
En tanto, Javier Russo, presidente del Centro Juventud Antoniana comenta: “Más que punto de encuentro, el Mundial para nosotros es un desencuentro, porque hace que todas las actividades futbolísticas prácticamente se suspendan. Es un mes que perdemos mucho como club, porque no hay actividad y tenemos que mantener jugadores y cuerpo técnico, tenemos un contrato que cumplir”.
“Nosotros más allá del Mundial, vivimos el día a día”, aporta Marcelo Mentesana, presidente de Gimnasia y Tiro, y agrega “Gimnasia es un club grande que tiene tres predios y muchas disciplinas. A nivel fútbol, el torneo que jugamos es complicado porque las distancias son muy grandes, sobre todo para los equipos de Salta. Además, hay 34 equipos y un solo ascenso. El desafío es grande, la probabilidad de ascenso es poca y el esfuerzo que hay que hacer en lo económico también es muy importante. Así que más allá de poder disfrutar el Mundial, uno acá en el día el día tiene que trabajar mucho”.
En tanto Russo, como presidente del club antoniano subraya, “El Mundial nos perjudica porque es un parate. En el caso de Juventud, que es un club de fútbol, al no tener actividad, no tiene ingresos. Es más, los mismos socios ya no vienen a pagar asiduamente como cuando hay competición... no es que se vayan, sino que no pagan las cuotas y es una gran complicación”.
Sorteando dificultades
Lejos de la cifras millonarias que comenzarán a rodar tras la pelota en las calientes tierras del Oriente Medio, la realidad en diferentes ligas del mundo, y particularmente en la salteña, nada tiene que ver con aquello que la televisión mostrará durante casi un mes al mundo entero.
Las dificultades que los clubes tienen que sortear a diario son un gran peso que no se soluciona solo con pasión por los colores. Así lo marca Marcelo Mentesana. “Principalmente el escollo es el económico. Los gastos fijos son enormes y crecen permanentemente. Los sueldos y además los servicios que son carísimos. Y también la sociedad ha cambiado, entonces el socio demanda servicios. Así que trabajamos en la generación del recurso para que sea un club amigable, que invite a venir”.
El problema económico atraviesa horizontalmente a todas las instituciones como una constante que no da tregua. “Nuestro principal problema es el factor económico, porque para conformar un equipo competitivo hay que traer jugadores de cierta jerarquía, lo que significa una inversión muy grande. Por ejemplo, solo en los departamentos, porque casi la mayoría de los jugadores viene con familia y hay que ubicarlos en un hospedaje, y eso en Salta es un costo bastante alto, es una de las provincias que tiene los alquileres más caros”, comenta el presidente de Juventud Antoniana.
En tanto, De Francesco, máxima figura política del club azabache, agrega: “El mayor problema del club es la infraestructura. Nosotros queremos jugar en nuestra casa, pero queremos hacerlo bien, y para eso falta mucho, porque aparte de acondicionar el campo de juego, que ya lo estamos haciendo, tenemos que tener mucha más infraestructura. Entonces lo que hace falta son recursos económicos. Por ejemplo, nos ayudaría mucho una base societaria más grande, pero la idiosincrasia del salteño hace que no se hagan socios. Entonces tenemos que seguir machacando con el mensaje de que si sos socio, el club crece. Con una base societaria importante, va a haber un crecimiento”.
En relación a las exigencias que deben afrontar los clubes, Javier Russo resalta: “Como se están organizando los últimos torneos, para nosotros son deficitarios. Hemos viajado casi 10.000 kilómetros, y es un costo bastante importante, más en estos momentos con una economía tan inestable donde los costos nos suben a cada momento. Siempre digo que en momentos como este, los jugadores que empiezan a jugar los partidos son los dirigentes en busca del ingenio para ver cómo mantener toda la institución generando recursos. Los dirigentes tenemos que agudizar el ingenio y no endeudarlo. Para eso, entre otras cosas, organizamos bingos y cenas”.
La plaza perdida y los sueños por delante
Entre los futboleros la pregunta que nadie puede responder es ¿Por qué Salta no tiene un equipo en Primera División, siquiera, en el Nacional B?. Hay que remontarse al 2000 para encontrar una participación salteña de la mano de Gimnasia y Tiro, que ya venía en franco descenso de categorías habiendo llegado años anteriores a la máxima del fútbol argentino.
Luego de aquello, los equipos salteños tocaron fondo en diferentes momentos, en muchos casos, con problemáticas similares. Resulta paradójico comprobar que Salta es una provincia que puede llenar fácilmente el Estadio Padre Martearena con cualquiera de sus equipos locales pero no logra concentrar los esfuerzos necesarios para volver a codearse con los equipos grandes de las diferentes latitudes del país.
En este sentido, Mentesana analiza minuciosamente la situación. “En Salta tenemos tres equipos que están en un torneo que es muy competitivo, es muy complicado. Hay que estar muy finos para poder lograrlo, todos los equipos quieren lo mismo y son muchas las dificultades, sobre todo viajes y presupuestos importantes. Y nosotros no tenemos tantas empresas que acompañen como sponsors a los clubes. Entonces depende mucho del apoyo estatal, tendría que haber un apoyo más fuerte para poder lograr un ascenso e ir llevando a los clubes de Salta a otras categorías. Y ya en otra categoría los recursos son distintos por la televisión fundamentalmente, y de la mano vienen los sponsors porque se televisan los partidos”.
Por su parte, Javier Russo deja atrás un momento el pesar económico y rápidamente habla de sus anhelos que son al mismo tiempo los del pueblo antoniano en su conjunto. “El primer desafío es hacer un equipo con pretensiones para el próximo año. Hoy mantuvimos la categoría y estamos todos contentos porque ese era un objetivo. Ahora, el otro objetivo es conformar un equipo medianamente competitivo para que estemos peleando la parte de arriba de la tabla. Hoy Juventud está en condiciones. Nuestro anhelo más grande en este momento es subir al Nacional B, pero bueno, no solamente nosotros, hay 34 equipos que van a tener el mismo anhelo, entonces es una lucha bastante complicada”.
Héctor De Francesco agrega al intercambio: “Nuestro sueño es ascender, estamos trabajando para un ascenso, creemos que ascendiendo se solucionarían muchos problemas y permitiría a la vez que la institución crezca en socios. Creemos que el ascenso es muy importante para el fútbol, no solo de Central, sino de Salta, sería un crecimiento exponencial, un ascenso trae más recursos económicos y la posibilidad de que se crezca a nivel club”.
Por su parte, Mentesana da rienda suelta a sus deseos como dirigente: “Sueño que Gimnasia se prolongue en el tiempo como un club social y deportivo, y por el lado deportivo, tener los éxitos que todos demandan, sobre todo en el fútbol. Nuestros desafíos en primer lugar son sociales, hacer que este club sea un lugar donde los chicos, los jóvenes y los adultos puedan encontrar un lugar de esparcimiento y de prácticas deportivas, un lugar de vida sana y de formación, algo que no es fácil en estos tiempos, con una sociedad complicada que vive alterada”.
Hoy, todas las luces apuntan a Qatar, donde el dinero no resulta un problema y los jugadores, en su gran mayoría, tienen el futuro asegurado. Sin embargo, cuando las cámaras se apaguen y todo vuelva a su cauce cotidiano, los clubes deportivos volverán a ser objeto de señalamiento y pretensiones, muchas veces, muy por encima de sus posibilidades.
¿Será Qatar un espejismo? ¿Cuan beneficioso es para los humildes clubes del norte argentino pensar en ese ideal?
Qatar se termina, y aunque con bolsillos flacos y casi nulo apoyo estatal, las instituciones salteñas permanecen con los sueños intactos, intentando mantenerse en pie, generando contención, educación y formación, siempre aferrados al amor incondicional por la camiseta.