Hace un tiempo considerable que la pantalla grande no tenía noticias de Juan Bautista Stagnaro, un hiato que terminará el jueves próximo con el estreno de Natalia Natalia, película protagonizada por Sofía Gala Castiglione y Diego Velázquez. A partir de un guion propio y en la tradición del cine noir, el director de Casas de fuego y El amateur traza un periplo de suspenso e información sesgada, a partir de la muerte de un policía y las pesquisas que inicia quien fuera su pareja: hay algo tal vez más podrido de lo que parece tras la despedida institucional del agente. Basta ver la película para sentir que el director está a sus anchas y el disfrute es pleno: “No siempre cuando uno hace algo lo disfruta, pero en este caso es una película que realmente siento así, en donde hay muy corta distancia entre lo que había pensado y la realización. La siento muy cercana, es una de las películas con las cuales estoy más satisfecho”, señala Juan Bautista Stagnaro a Rosario/12.

“La historia del personaje se revela simplemente por detalles que no hace falta subrayar pero sabés que están incluidos en el relato. La película está hecha un poco en ese punto de vista, con la cámara colocada detrás de la protagonista en cada una de las escenas excepto una, sobre el final. Ella siempre está directa o indirectamente vinculada con el relato, el espectador comparte su mirada e ignora lo que ella ignora y sabe lo que ella sabe; pero como te decía, hay una excepción sobre el final; y ésa es una característica del cine noir. Me gusta mucho que, en general, los policiales usen puntos de vista múltiples, con información que el protagonista tal vez no sepa, a la manera de una narración omnisciente. Pero en este caso se trata de un relato donde se impone una limitación, que al mismo tiempo ofrece la posibilidad de narrar desde un punto de vista”, continúa el cineasta.

-¿Cómo surgió este proyecto, más aun siendo el policial que es?

-Hace diez años que no filmaba, si bien hubo dos películas que por motivos de prevención se cayeron, con los productores retirados por las circunstancias económicas. En este caso, la historia surge básicamente a partir de una idea, que es la del final. Me desperté una noche a las tres de la mañana con una escena muy potente, y conviví durante mucho tiempo con esa idea, tratando de articular un relato que desembocara en ella. Siempre fue un policial. Yo creo que no se llegan a construir certezas a través de la razón, sino que siempre hay una intuición, y en este caso la película está hecha de esta manera, desde lo onírico y lo inconsciente. Primero hubo un impulso y luego una construcción racional, así se formó el relato. Suena medio confuso, pero es así (risas).

-Justamente, las pesadillas suelen ser parte del cine negro; otro de sus rasgos es exponer la corrupción policial: en Natalia Natalia todo lo expuesto parece tener correlato verídico.

-Sin estar la película basada en un caso real, fui construyendo esta especie de rompecabezas desde aspectos de la realidad, que salían en los diarios sobre diferentes casos. Te diría que cada una de las diferentes instancias del relato está sostenida por sucesos reales, aunque en su totalidad sea una ficción. Es también una característica del cine negro, característica que, lamentablemente para nosotros, lo hace creíble.

-Acá la protagonista es una mujer, además alejada del rol de femme fatale.

-Hay un hermoso libro sobre el cine negro que venía leyendo y planteaba justamente el rol que en este cine tiene o tuvo la mujer: el objeto en disputa o la femme fatale. Al momento de generar la historia apareció un desafío, ¿por qué no invertir el caso y narrar desde una mujer? Y así la película se fue armando. Además, creo que las historias son producto de los personajes y no me gustan los personajes machistas; si están, lo hacen para que el director exprese algo a través de ellos. Lo que me gustan son los personajes que al desarrollarlos se revelan, y te das cuenta que hay posibilidades mejores que las que te habías planteado al inicio. En Natalia Natalia el desafío primero fue hacer cine negro a través de un personaje femenino, y es muy interesante, porque si uno quisiera cambiar el género, éste es implícito a esta historia: que ella sea hija de policía oficia también a la manera de algunos relatos de Borges, a partir de esa idea de que uno, queriendo escapar del destino, va al encuentro de éste. Algo que viene desde Edipo rey, un policial maravilloso donde alguien busca a un culpable sin saber que se está buscando a sí mismo. No sólo en ella, sino también en el antagonista, en el “Griego” (Diego Velázquez), quien al enseñarle a disparar, de alguna manera señala su propio destino.

-A propósito de los personajes, las caracterizaciones de Gala y Velázquez son notables.

-En el rodaje hubo un par de escenas con diálogos, y ese tipo de escenas, en general, funcionan como zonas de reposo, de información. Pero cuando ella lo sorprende a él diciéndole porqué lo llamó, hay un juego de miradas entre los dos que es de un encastre perfecto. Ves que hay un proceso de pensamiento previo a la palabra, donde se está maquinando. Es una pausa activa, donde se están midiendo y lo que dicen es lo que emerge pero no es lo que piensan. El pensamiento es mucho más profundo que lo dicho. Es hermoso en el cine cuando a un personaje lo ves mentir, porque indica una fisura. En el rodaje hubo un par de escenas así, que salieron desde la primera toma, pero era tan fantástico el juego actoral que las hicimos repetir simplemente como disfrute.

Stagnaro dice que Natalia Natalia es “una apuesta de producción”, que le hace pensar en películas como Ascensor para el cadalso, la ópera prima de Louis Malle, “y el cine del primer (Krzysztof) Kieślowski, el de No matarás; porque es una película muy independiente, donde no hay una plataforma de por medio, sino un riesgo compartido con los productores, Jorge Poleri y Gabriel Lahaye, a quienes les estoy agradecido”.