Una jungla infestada de cocodrilos y el virus de Zika, esclavos enganchados a la heroína y plantaciones de banana. Así es Sudamérica a los ojos de la mamá de la protagonista de Echo 3 (estreno el miércoles 23 por Apple TV+). Confesión por parte de una orgullosa redneck cuyo otro hijo se desempeña como miembro de un grupo militar que actúa dentro y fuera del “mundo libre”. Los porqués de esas incursiones no son problema para el personaje, pero sí para la nueva ficción que lleva la firma de Mark Boal (guionista y productor de Vivir al límite, La noche más oscura y Detroit). El usual colaborador de Kathryn Bigelow se mandó por su propia cuenta con una entrega de acción prototípica, con personajes tensionados por su pasado y presente, y que de yapa ofrece diez episodios repletos de ambigüedades e incomodidades ideológicas más allá de la trama.

Echo 3 sigue una misión de rescate dentro de la selva colombiana por parte de dos miembros de un comando especial -hiper profesional e impiadoso- con la diferencia de que esta incursión los toca de cerca. La hermana de uno de los integrantes de la fuerza Delta, y esposa de otro, fue secuestrada por un grupo guerrillero. Amber (Jessica Ann Collins), recientemente casada con Prince (Michiel Huisman), es una científica que dejó la comodidad del laboratorio para indagar sobre medicina ancestral en lo más profundo de la jungla. Hasta allí irán el marido y Bambi (Luke Evans), el hermano que lidia con un pasado de los duros y un sentido de la lealtad a prueba de fuego. A fines narrativos, el triángulo emocional al que alude el título podría detonar una guerra en un territorio de mucho interés para la CIA. Thriller de fajina –no falta el fetichismo de helicópteros y snipers- con el telón de fondo de la relación entre Estados Unidos, Colombia y Venezuela.

Los contrastes entre norte y sur también se pueden apreciar en lo visual. Tonos fríos y espesos marcan la pauta de cada geografía, al estilo de lo que Steven Soderbergh propusiera en Traffic. Más allá de su origen en tanto adaptación de una producción israelí (When Heroes Fly), la entrega se destaca por el uso de elementos y coordenadas muy reconocibles: FARC, una frontera caliente del continente, el largo brazo de la inteligencia Made in USA, narcoterrorismo, entre otros. 

Según Boal, el desarrollo de esta ficción fue similar a encarar un reportaje periodístico profundo, lleno de “misterios y equívocos” sobre la relación entre Estados Unidos y América latina. “Podrías pasarte toda la vida tratando de entender todas las complejidades del caso”, señaló el showrunner que se reserva la dirección de uno de los episodios. Los dos primeros son obra de Pablo Trapero, que también aparece como productor ejecutivo. La intención, dijeron sus responsables, fue reclutar a autores que comprendiesen in situ las tensiones y gramática visual de la región. Otro nombre conocido es el de Martina Guzmán, quien encarna a Violetta Mattiz, una periodista en su propia cruzada sobre lo que puede ser lo mejor para Colombia.

“Yo no soy Jason Bourne”, le estampa la protagonista a sus captoras en un momento particularmente intenso del segundo episodio. El tema es que Echo3 funciona mejor como una de tiros y persecuciones que en su afán de discutir política internacional. Amber, en definitiva, será una “damisela en apuros” de un nuevo tipo. “Esta doncella no es ni inocente ni impotente, y aunque está en aprietos, nunca se paraliza por eso. No es de las que se sientan a esperar que alguien resuelva sus problemas. Su astucia e imaginación potencian la trama. Cada personaje tiene su propia agenda e idea de la humanidad, por lo que no se puede definir dónde está la línea entre los héroes y los chicos malos. ¿Y si no hubiera ningún héroe?”, planteó Boal.