“Las madres fuimos paridas por nuestros hijos”, sostenía siempre Hebe de Bonafini. No era una metáfora sofisticada, era la más pura verdad. El dolor la arrancó de cuajo de la cocina de su casa y la instaló para siempre en la Plaza de Mayo. La desaparición de sus dos hijos la llevó a unirse a las 12 mujeres, “las locas de la plaza”, que peregrinaban reclamando la aparición con vida de sus familiares, desafiando los grupos de tareas y la brutal maquinaria del Estado terrorista.

Con su bolsa de compras, un símbolo de su origen doméstico, llegó a una entrevista con el Presidente italiano Sandro Pertini y otros mandatarios europeos. Y como Presidenta de las Madres de Plaza de Mayo se convirtió en un ícono de la lucha por los derechos humanos en el mundo entero. Vivía en un departamento pequeño, humilde, planta baja al fondo, en 45 entre 20 y 21, un barrio de clase media. En su casa era una abuelita más, cuidando sus plantas a las que amaba

Hoy la memoria recupera la lucha de esos días. Revitaliza el coraje y la transforma en un símbolo de lucha permanente, en un actor ineludible en la lucha contra la dictadura militar y los poderes autoritarios.

Pasa a la historia por su enorme legado y su amor incondicional por los humildes.

Ministro de Justicia de la Provincia de Buenos Aires