Hebe de Bonafini saltó de la silla como un resorte el 20 de diciembre de 2001 cuando vio por televisión que un grupo de integrantes de la Policía Federal Argentina (PFA) arrastraba a una chica embarazada que protestaba contra el gobierno de la Alianza, que ya estaba en su retirada marcada por el plomo y la sangre. Con sus compañeras de la Asociación, se encaminó hacia la Plaza –donde habían desafiado a la dictadura y reclamado sin concesiones a los gobiernos de la democracia–. Pidió hablar con el comisario. “¿Dónde está la piba, adónde se la llevaron?" bramó la dirigente de derechos humanos ante los policías que estaban formados en la zona.
Después llegaron las escenas conocidas: la represión y la valentía de las mujeres. Las Madres se sujetaron de las manos para hacer un cordón humano que impidiera el paso de los policías con sus caballos. Los animales las terminaron golpeando, a algunas las pisaron y les arrancaron las uñas de los pies. Los policías les disparaban con perdigones de goma.
Muchos años después, el fiscal Franco Picardi logró identificar a los policías que reprimieron a las Madres. Claudio Bonadio quiso dejarlos impunes. Pese a que fueron elevados a juicio, todavía siguen sin sentarse en el banquillo.