Sergio Onofre Torres vivía en Barrio Belgrano, uno de los barrios indígenas de la localidad formoseña de Ingeniero Juárez, y sobrevivía de juntar botellas y hacer hielo. El 29 de septiembre su familia y vecinos habían denunciado que no aparecía y que un vecino de la misma comunidad había visto a la camioneta policial llevándolo mientras pasaba por Barrio Toba, otro barrio indígena en Juárez. Esa vez apareció pero el 7 de noviembre volvió a desaparecer hasta que su cuerpo fue encontrado sin vida cerca de la ruta 81. La familia de este hombre --de 27 años y con retraso madurativo-- asegura haber rastrillado varias veces ese lugar. Le entregaron el cuerpo en un cajón cerrado luego de una autopsia que, supuestamente, no encontró signos de violencia. Agustín Santillán, referente wichi en Ingeniero Juárez, dijo a Página/12 que "los policías no pueden negarlo porque es lo que hacen siempre, no permiten que anden mendigando porque dicen que da mal aspecto, entonces los levantan y los tiran lejos, si los ve alguien que pasa y los reconoce los trae de vuelta".
Desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) Regional Formosa expresaron su "preocupación ante la probable comisión del delito de homicidio de Sergio Onofre Torres por parte de agentes de la Policía provincial" y repudiaron "el intento de tergiversación de lo acontecido, con una versión oficial que se desresponsabiliza de las acciones cometidas por los agentes estatales, involucrados en la detención y la golpiza de Onofre, tormentos que lo llevaron a la muerte". Este organismo de derechos humanos se sumó al pedido de la comunidad que exige ser recibida por el ministro de Gobierno, Jorge González.
"No es la primera vez que desde esa comisaría se despliegan acciones de amedrentamiento hacia miembros de la comunidad, con detenciones arbitrarias y persecución, por lo que no podemos permitir que esta sucesión de hechos queden impunes y en el olvido", dijo la APDH. Y agregó que "el racismo y la violencia institucional son la constante que atraviesa hechos que se vienen dando en esa comunidad, cuyos miembros han sido reprimidos, estigmatizados y criminalizados ante la exigencia de cumplimiento de derechos básicos, como el agua, el territorio, la salud".
El 7 de noviembre por la noche había una fiesta de los municipales, y fue la última vez que lo vieron. Onofre había salido a la tarde, juntaba botellas y le daban algo para comer como hacía siempre porque sus padres están desocupados. Feliciana Esper fue a la comisaría con su hijo mayor a preguntar por Onofre, que no había regresado a su casa. "Cuando ella mostró el documento los policías se rieron, también una mujer policía, la maltrataon y no le aceptaron la denuncia; por eso comenzaron a preocuparse y dieron aviso a sus referentes del barrio", explicó Santillán.
Los vecinos se organizaron para buscarlo, acamparon y revisaron el lugar que había señalado un testigo: un preso le avisó a la familia que la policía cargó a Onofre desde un calabozo, y coincide con el horario en que un puestero dijo haber visto que lo bajaban de una camioneta policial. La familia ni siquiera tiene una copia del resultado de la autopsia y tampoco cuenta aún con un abogado.
El domingo 13 levantaron el acampe porque se habían quedado sin agua y sin batería de celulares. El lunes 14 comenzaron movimientos de patrulleros, una retroescavadora entró al cementerio, e incluso se veían funcionarios de Juárez mientras familiares y vecinos seguían buscando en el monte. A las 19 el intendente informó que habían encontrado un cuerpo en el mismo lugar donde ellos habían estado, un puesto que llaman de Mister García. Pero lo levantaron antes de que la familia llegara y lo querían llevar directamente al cementerio. Finalmente, el padre reconoció el cuerpo en el hospital. Según el forense, hacía 72 horas que había muerto Onofre. "Qué raro si estábamos acá", dijeron cuando los llevaron a ver el sitio del hallazgo. Para la familia, es una muerte dudosa y acusan a la policía. "Hacía 45 grados y el cuerpo no tenía olor cuando fue entregado a su familiares, es demasiado extraño, creen que lo mataron en otro lado y lo plantaron", explicó Santillán.
Onofre tenía la mente de un niño. A Sergio Hugo Torres, su papá, el perito de la Delegació Policía Científica le dijo que lo hallaron acostado boca arriba en un campo, que no habían podido ver cuando rastrillaban el costado de la ruta, que el cuerpo no tenía signos de arrastre ni lesiones y que no lo había abierto. "Habrá estado perdido hasta que le agarró el ataque", dijo el forense. En ese momento, Torres increpó furioso al funcionario exigiéndole que "no mienta" porque había escuchado en una radio local que lo habían encontrado "sano y salvo".
La vez anterior, Santillán publicó en sus redes sociales que "la Policía lo cargó en el móvil, lo llevó como basura, lo tiraron por la ruta lejos de pueblo, un vecino cuando pasó la patrulla lo siguió hasta que la patrulla se paró y lo bajaron al chico. Él cuenta que Onofre tenía miedo (…) Sus familiares denuncian que no es la primera vez que lo hacen, la otra vez desapareció 3 días ellos sospechaban de la policía pero como no tenían testigos no podían hacer nada, ahora hay testigos, espero que se haga justicia”. En ese momento, Santillán escribió que temían que pasara algo grave. Y así fue.
El propio Santillán fue víctima de una causa armada por reclamar por los derechos de los pueblos indígenas, y estuvo preso 190 días, hecho que fue denunciado por Amnistía Internacional y organismos de derechos humanos nacionales. "Te meten preso por reclamar y para ocultar la pobreza", había dicho mientras estaba detenido y en huelga de hambre.