El estadio Víctor Agustín Ugarte se encuentra en una ciudad del Altiplano boliviano, a 3.976 metros sobre el nivel del mar. Allí jugó ayer Estudiantes el partido de ida de la segunda fase de la Copa Sudamericana. El dato es definitivamente relevante: el equipo de La Plata no sólo enfrentó a Nacional de Potosí, sino también al recurrente fantasma de la altura. El uruguayo Gustavo Matosas tuvo su presentación como entrenador de Estudiantes. El y una delegación de 22 jugadores arribaron el martes a Santa Cruz de la Sierra, situada a sólo 400 metros sobre el nivel del mar, desde donde viajaron horas antes del partido a Potosí, para tratar de minimizar los efectos de la altitud.
Para el entrenador, la altura de Potosí “es un tema real” que podía influir en el juego. Al equipo, dijo, lo armó en función de esa dificultad. Orden defensivo y tenencia fueron las prioridades. Desde el inicio jugaron dos de las incorporaciones: Pablo Lugüercio (ex Aldosivi) y Mariano Pavone (ex Vélez). Y toda la estrategia le dio resultado con el gol de Rodríguez.