Desde Doha
El debut de la Selección Argentina en el Mundial de Qatar fue a pura frustración, y la respuesta anímica tendrá que aparecer rápido para llegar al primer objetivo que es la clasificación a la siguiente instancia.
La derrota 2 a 1 con Arabia Saudita abre muchos interrogantes, que tendrán que ser despejados desde la intimidad del plantel, para poder enderezar el camino en el Mundial de Qatar.
La ausencia de Lo Celso hizo que Argentina jugara desde el inicio con Alejandro Gómez, y de esa manera el esquema del conjunto de Lionel Scaloni tuvo una variación: De Paul y Paredes se ubicaron en el mediocampo, y más adelante una línea que integraban el jugador del Sevilla, junto a Messi y Di María.
Argentina buscó tener el dominio de la pelota, y los que armaban el juego ofensivo eran precisamente los últimos tres. Lautaro Martínez se movía por todo el frente de ataque, para recibir la pelota precisa de alguno de ellos.
La participación de Messi no fue decisiva durante la primera parte, y si bien definió con categoría el penal a los diez minutos de juego, fue bien rodeado por los saudíes. El capitán, en el resto del partido, tampoco encontró su mejor versión futbolística.
El gol le permitió al seleccionado adquirir mayor tranquilidad, y de apoco fue haciendo circular la pelota hacia ambos lados, para que el rival hiciera el desgaste físico.
Las chances de aumentar la ventaja fueron apareciendo, pero las posiciones adelantadas también impidieron el segundo gol. Arabia decidió adelantar su defensa para utilizar el recurso de dejar a los argentinos fuera de juego, y le dio buenos resultados.
El tiempo fue pasando y Argentina se fue retrasando en el campo, lo que le permitió a los saudíes animarse para estar más cerca de Emiliano Martínez. Inclusive, algunos futbolistas argentinos transmitieron cierto nerviosismo en ese lapso.
Arabia no remató al arco en el primer período, pero ocurrió todo lo contrario en el segundo. El equipo de Renard dio vuelta el resultado en cinco minutos, a partir de la confusión defensiva que exhibió Argentina. La falta de coordinación entre Romero y Otamendi fue alarmante, y sorpresivamente el adversario revirtió la situación con dos buenas definiciones.
Scaloni hizo ingresar a Lisandro Martínez por Romero (se lo vio mal físicamente) para corregir aquella falencia, y el del Manchester United se ubicó como segundo central. Pero también Julián Alvarez participó para que Martínez pudiera tener un acompañante en el área.
Acuña reemplazó a Tagliafico y sus subidas por la zona izquierda le dieron una salida más clara al equipo. Pero el problema seguía existiendo en la creación de fútbol ofensivo, donde Messi y Di María no lograban gravitar, y las oportunidades no aparecían.
El final encontró a un plantel argentino sin ideas ni reacción para por lo menos llegar al empate. El panorama de aquí en adelante aparece complejo, ya que se estimaba que Arabia era el rival más débil del grupo C. La fortaleza mental tendrá que aparecer para poder encaminar la clasificación.