Desde Doha
Argentina perdió adentro y afuera. La sorpresa fue doble: los hinchas de Arabia Saudita, contrariamente a lo que se podía suponer, coparon la parada. No eran tantos pero estaban concentrados en dos lugares, al costado del palco de prensa en la platea y en una de las cabeceras. Algunos cantos eran ingenuos del tipo olé, olé, olé, olé, olé. Otros incomprensibles y nosotros heridos en nuestro orgullo suponíamos que cantaban aquello de “somos locales ora vez”. Estuvieron calladitos un rato, después del penal de Messi, pero recuperaron el aliento en la medida que se iban anulando los goles argentinos y se repetían las jugadas en las que los Scaloni's boys caían en offside una y otra vez.
¿Y los hinchas nuestros? unos quinientos en una cabecera y los demás desparramados en distintos sectores. Antes del partido cantaban “el que no salta es un inglés” y “vamos, vamos Argentina”, pero no tuvieron reacción cuando los de verde los tapaban. Es lo que suele pasar cuando no hay barrabrava , cuando no están los muchachos del tablón, que manejan los tiempos y saben cuando provocar el contagio. Aquí, las medidas de seguridad limitaron la llegada de barras y el aliento para la Selección.
Cuando terminó el partido estallaron ellos y algunos brasileños que fueron aprovechando la volada.
En la previa algo de lo que pasó después se podía oler. El estadio Lusail está a 15 kilómetros del centro de Doha. Se llega en subte en la línea roja. Generalmente va semivacío, pero este martes, a las 4 de la mañana de la Argentina, las 10 de Qatar, va hasta el caracú. Dejamos pasar el primero, el segundo y siempre lleno, pintado de camisetas celeste y blanco.
Nadie canta en este vagón y no es raro; van pocos argentinos sueltos. Gente de Nepal, de Bangladesh, de la India. De Malasia, tenía razón Mariano Martinez, el hincha numero 1, ese que cayó en cana, víctima de una estafa, cuando hace como medio año anticipó que todos los laburantes de aquí están con Argentina. Un poco por Messi, otro poco porque se identifican con la hinchada y quieren ser parte. Bajamos y un viajado colega, productor de audiovisuales se para a charlar con uno que va con su esposa y un niño enfundados los tres hasta los tobillos con prendas con los colores patrios (los nuestros). Gorro, camiseta, bandera, vincha, todos celeste y blanco. Les pregunta de dónde son, le dicen de Kerala y el colega enumera lugares de Kerala que viene a ser el sur de la India: Trivandapuran, Fort Kochi, Covalán, el tipo se sorprende y a media lengua responde Buenos Aires y levanta el pulgar.
Por los pasillos marchan tres que deben ser veteranos de Sudáfrica y forman una infernal orquesta, vienen argentinos cantando, pero no mucho: “¡Que esta barra quilombera no te deja no te deja de alentar!", pero no tan quilombera en la cancha y sí dejaron de alentar. No le transmitían nada al equipo, acaso porque recibían mucho menos de lo que habían venido a buscar. Tal vez contra México será distinto. Ojalá.