Brasil movió él arbol todo el partido. Y recién en el segundo tiempo cayeron los frutos maduros. El repliegue ordenado de Serbia había empezado cerrándole los caminos. Pero eso duró sólo 45 minutos, los iniciales. Cuando bajó la intensidad y la convicción defensiva de los serbios y aparecieron los espacios, el equipo de Tite, con dos goles de Richarlison (uno de rebotero, el otro de artista) ganó 2 a 0 y, sin deslumbrar, puso sobre el campo de juego del estadio Lusail (el mismo donde la Argentina perdió el martes) algunas de las cartas con las que pretende consagrarse allí mismo campeón del mundo el domingo 18 de diciembre.
Y eso que Neymar, que salió con un golpe en el tobillo, sólo tuvo una noche discreta y a veces, hubo un exceso de pases al pie que facilitaron el cerrado esquema defensivo de Serbia que dejó muy solos y desasistidos arriba a Tadic y Mitrovic, sus dos delanteros. Brasil jugó con la certeza de que inexorablemente, en algun momento del partido, habría de ganarlo y asi fue. En el segundo tiempo, corrigió errores, movió mejor la pelota, soltó a sus laterales Danilo y Alex Sandro y con Casemiro sosteniendo la media cancha y la velocidad de Raphinha y Vinicius Junior por las bandas terminó convirtiendo a Serbia en una ínfima expresión futbolística.
Además, en esos segundos 45 minutos encontró la profundidad que le había estado faltando. A los 14, Alex Sandro dejó temblando el palo izquierdo con un fenomenal zurdazo desde afuera del área. A los 17, el larguísimo arquero Milinkovic Savic (2,03 metros de estatura) cedió un rebote largo tras un tiro cruzado de Vinicius y Richarlison, viniendo desde atrás, anotó el 1 a 0 con gran olfato goleador. El mismo Richarlison a los 28, generó el mejor gol del Mundial hasta ahora: Vinicius mandó un centro más desde la izquierda y el delantero del Tottenham inglés, la paró y con una tijera en el aire, marcó el 2 a 0 que pudo haber sido incluso mayor: a los 35 minutos un disparo desde afuera de Casemiro dio en el travesaño. La única nota de inquietud fue la salida de Neymar a once minutos del final, con un posible esguince en el tobillo derecho.
A diferencia de Inglaterra, Francia y España que golearon a seleccionados manifiestamente inferiores como Irán, Australia y Costa Rica, Brasil hizo su aparición venciendo a un equipo como Serbia que llegó a Qatar para meterse entre los ocho primeros del Mundial. Y lo hizo sin dejar ninguna duda. Pero dando la impresión de que todavía puede rendir más. Y que lo hará a medida que avance la Copa del Mundo. Con los argumentos que lo han traído hasta aquí: solidez y el chisporroteo de sus individualidades que no necesitan brillar todo el tiempo. Con hacerlo sólo un rato, en el momento indicado, les alcanza para ganar, gustar y soñar.