A los 96 años de edad falleció el sacerdote católico Alberto Carbone, uno de los fundadores del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM, 1968) y hasta ahora integrante de los Curas en la Opción por los Pobres (COPP). El cura, nacido en Alemania y que desde los dos años vivió con su familia en Argentina, fue ordenado sacerdote en 1953 y su trayectoria eclesiástica lo sitúa en un lugar de compromiso con el cambio social a partir del Concilio Vaticano II y de las orientaciones surgidas del episcopado latinoamericano a partir de la conferencia de Medellín (1968) en adelante.
Fue asesor de la Acción Católica Argentina y, en particular, en los años setenta mantuvo estrecha cercanía con la Juventud Estudiantil Católica (JEC) y la Juventud Universitaria Católica (JUC).
En una entrevista realizada por Miguel Velo para un libro que da cuenta de su trayectoria (Por los caminos del pueblo, Didajé, 2019), el sacerdote resumió que la propuesta del Sacerdores para el Tercer Mundo era clara: "Ser sacerdotes para los pobres de los pueblos y los pueblos pobres, aunque esa posición no fuera compartida por muchos en la Iglesia”. En la misma oportunidad subrayó que “desde ahí debíamos hacer todo, entonces cualquier reflexión nuestra tomaba en cuenta el mundo del trabajo, la masa trabajadora como la llamaba Perón y los sectores populares” y recuerda que “el Movimiento empezó a fines del 68, cuando organizamos un plantón frente a la Casa de Gobierno”.
El 8 de julio de 1970 Carbone fue detenido y acusado de vinculación con militantes de la organización Montoneros que también habían formado parte de la juventud católica y protagonizaron entonces el secuestro del general Pedro Eugenio Aramburu. En enero de 1972 el cura salió en libertad, aunque fue nuevamente detenido y liberado en julio del mismo año.
Carbone dedicó su vida al compromiso cristiano por la justicia, la liberación y los pobres. Haciendo memoria de lo que motivó a los Sacerdotes para el Tercer Mundo y que hoy sigue inspirando a los COPP afirmó: “Nosotros nos proponíamos como sacerdotes de los pobres, de los pueblos y veíamos la necesidad de hacer un cambio estructural que se apartara del proceso liberal, lo cual significaba un proceso fuertemente revolucionario al responder a la dignidad del trabajo y de los trabajadoes”. Al respecto remató diciendo que “eso es un proceso de cambio como hizo Jesús, quien cambió totalmente la historia. Y eso es revolucionario, que la Buena Noticia sea una Nueva Noticia”.