Hay acontecimientos que por su patetismo son ilustrativos del evidente proceso de descomposición social y anomia que vive un país. Mientras aumenta progresiva y geométricamente la cantidad de personas lanzadas al abismo del desempleo; no dejan de acrecentar sus dividendos quienes especulan con el capital financiero y las divisas. En efecto, la lógica del capitalismo es que una minoría selecta prospere sobre las espaldas sufrientes de las mayorías. Esta es su esencia y razón de ser. No es un modelo. Es un sistema integral de explotación y dominación que además se vale de ideologías para encubrirlo todo. El desempleo masivo y su inminente amenaza son dispositivos de disciplinamiento y domesticación para la clase de l@s que vivimos de vender nuestra fuerza de trabajo.
El ascenso de las incertidumbres, decía Robert Castel, y dos dramas: el cruento proceso de sometimiento para imponer la asalarización laboral y el no menos cruento de la desalarización; flexibilización y precarización. Todo con el riesgo cierto de la desafiliación social y la nefasta ideología del emprendedorismo; obstáculo objetivo a las acciones colectivas y solidarias. La escena de cientos de personas de uno y otro lado de las rejas en un supermercado bonaerense es la postal mas clara de los tiempos sórdidos y/o turbulentos que se abocinan. Para decirlo más claro: el aumento exponencial de la exclusión social y los enfrentamientos interpersonales en ciernes. Esto en medio de la orgía capitalista. Imágenes de un naufragio con salvavidas para pocos, muy pocos.