Era una tarde de domingo de 2018, y Kevin Smith transpiraba profusamente. El director también sentía náuseas, pero supuso que se trataba del trajín de estar filmando dos rutinas de stand up para un especial. Y entonces, en su camarín del Alex Theater en Glendale, California, vomitó y colapsó en el piso. En el Glendale Memorial Hospital supo que había sufrido un ataque cardíaco masivo conocido como "el hacedor de viudas". Los doctores le fijaron una chance de supervivencia del 17 por ciento. El especial, de paso, se titulaba Silencioso pero mortal.

"Sé que soy afortunado", señala el realizador de 52 años desde Chicago. "En los últimos cinco años me he encontrado gente que podía decir 'Oh, mi hermano tuvo tu mismo hacedor de viudas'. ¿Y cómo está? 'Muerto'. Realmente, todo se reduce a una casualidad."

De hecho, tratándose de ataques cardíacos, lo de Smith no terminó tan mal. "Me llevaron y me sacaron del hospital en 32 horas, y nunca sentí dolor", recuerda. Puede haber síntomas comunes, como un dolor agudo en el brazo izquierdo, pero él nunca los experimentó. "Lo tuve facilísimo, man, creeme". De todas maneras, la experiencia lo forzó a contemplar su mortalidad en términos bien inmediatos. Se hizo vegano, empezó a ejercitarse más y perdió un montón de peso. También descubrió un renovado deseo de hacer Clerks III, una segunda secuela de su película de 1994, una obra maestra slacker en blanco y negro a la que siguió un segundo film con mayor presupuesto en 2006. "Después del ataque cardíaco sentí que a partir de ahora estoy viviendo un tiempo prestado", dice. "Más vale que actúe en consecuencia, con lo que si hay algún sueño que no esté tratando de alcanzar tengo que ponerme en movimiento. Y Clerks III era un sueño."

Smith ha estado intentando llegar a una tercera versión de Clerks durante algunos años, pero decidió reescribir por completo el guión para enfocarse en su ataque al corazón. "Era una película que estaba obsesionada con la muerte, escrita por alguien que aún no la había enfrentado", dice. "Ahora que probaste la inmortalidad tenés que decir algo, pelotudo." Originalmente, la historia tenía lugar enteramente en el estacionamiento de un cine, mientras los personajes esperaban para ver Ranger Danger And The Danger Rangers. “Era un completo artificio", dice Smith. "Era Esperando a Godot, no Clerks III."

En la nueva versión, Smith le da su "hacedor de viudas" a un dependiente parlanchín llamado Randal Graves, interpretado por Jeff Anderson. El roce con la muerte inspira a Randal a hacer una película independiente que se ve sospechosamente similar a la que Smith efectivamente hizo casi tres décadas atrás, dándole al director mucho espacio para jugar con los meta comentarios. "Como la primera Clerks, tiene que ver con mi vida real. Solo cambiamos los nombres"; dice. "Si hubiera hecho la otra versión de Clerks III, creo que la gente pensaría '¿Vio alguna vez Clerks? Creo que no entendió su propia película', pero esta es una secuela de Clerks como si estuviéramos rehaciendo Clerks en el medio."

Smith habla en la parada número 41 de su gira de 52 fechas Clerks III: The Convenience Tour, que lo ha llevado a través de Estados Unidos para llevar la película directamente al público. Ha sido un viaje emotivo, si se tiene en cuenta que cada noche Smith revive tanto su experiencia cercana a la muerte como el fallecimiento de su padre Donald en 2003. "Perdí a mi padre a causa de un infarto masivo", dice. "Eso lleva la cuenta a dos ataques cardíacos por noche. Randal tiene el mío: 'Ey, todos, tuve un ataque cardíaco, voy a hacer una película sobre eso'. Más tarde Dante (Brian O'Halloran) tiene el ataque cardíaco de mi padre, que es bastante más difícil de sobrellevar, uno no tan sencillo."

Comparado con el joven de 24 años que exprimió una cadena de tarjetas de crédito para filmar en el local de Quick Stop donde había trabajado, Smith dice que ahora está más a gusto con la transitoriedad de la vida. "Salí del ataque cardíaco con un mejor entendimiento de la muerte", señala. "Acostumbraba estar aterrado por eso, ahora lo entiendo. Me recordó la escuela secundaria. Amaba la secundaria. Nunca quise irme, pero eventualmente te echan a la mierda. Tenés que pasar a la siguiente etapa."

Mientras yacía en la mesa de operaciones, Smith se dio cuenta de que no tenía nada de qué temer. "Es la cosa más jodidamente natural del mundo", dice. "Aparecés, y luego te vas. Todos esos años que pasé diciendo '¡No, no quiero morir!'... es natural y saludable. Ningún ser humano quiere morir, pero la cuestión de estar aterrado por eso se desvaneció mientras estaba en la mesa de operaciones. Me puse de acuerdo con mi propia muerte. No era un emo con eso, o un gótico, pero me sentía OK con la idea de morir. Mi actitud era 'Sabés qué, entendí todo, estoy esperando ver qué sucede después'. Y entonces el jodido doctor me salvó la vida, hijo de puta, y ahora estoy  aquí haciendo Clerks III."

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.