Esta semana, Buenos Aires tuvo dos días de deleite para los fanáticos de King Crimson. Luego de que el viernes se presentara en el Teatro Margarita Xirgu el laboratorio sonoro The League of Guitarists, orquesta de guitarras que alude al fundador del grupo, Robert Fripp, el sábado regresa a los escenarios porteños uno de los tanto proyectos que se desprendió de la banda inglesa pionera del rock progresivo: Stick Men. A cuatro años de su última actuación aquí, el supergrupo conformado por el virtuoso guitarrista Marcus Reuter, el impresionante baterista Pat Mastelotto y el legendario bajista Tony Levin se presentará a las 21 en  Ciudad Cultural Konex. Y además lo hará de la mano de su nueva producción discográfica: el EP Tentacles, lanzado en 2022, lo que desencadenó su actual gira por Latinoamérica.

“Siempre es importante para nosotros volver a la Argentina”, afirma al otro lado del teléfono, desde Bolivia, Tony Levin: notable artista que también puso su instrumento al servicio de iconos musicales del calibre de John Lennon y Peter Gabriel. “Después del contexto pandémico en el que vivimos, está bueno reencontrarse con lugares tan llenos de afectos”, dice. Mucho antes de que Coldplay se instalara en Buenos Aires, tal como sucedió recientemente, King Crimson fijó residencia acá a lo largo de un mes para consumar su “Doble trío”. “Sentimos que entendían nuestra música, más que en otros lugares. Además, hicimos muchos amigos, con quienes seguimos en contacto (uno de ellos, Fernando Kabusacki, será el acto de apertura del recital de Stick Men). Igualmente, conservo grandes recuerdos de mis viajes allá junto a Peter Gabriel. Es sin dudas una de las grandes capitales del rock progesivo”.

-De los tres discos en vivo que tiene Stick Men, dos fueron grabados en ambas orillas del Río de la Plata. ¿Qué los motivó a hacerlo?

-Se trató de una decisión muy emocional, tanto que es difícil de explicar con palabras. Nos pareció que estuvo bien porque así se vive allá, con la pasión puesta en todo lo que se hace. Tenemos una gran conexión con los escenarios de Montevideo y Buenos Aires. Cuando vamos, nos sentimos como si estuvéramos en casa. Esa experiencia nos encanta porque ninguno de nosotros tres vive en la misma ciudad.

-A propósito de esa conexión con los escenarios locales, ¿cómo será su show en esta oportunidad?

-Será algo así como un crucigramas potente. Mezclamos música y técnica, pero siempre con coherencia. Aunque, por supuesto, nos permitimos fluir cuando la situación lo amerita. No somos tan rígidos. Digamos que hacemos improvisación de manera responsable, porque deseamos que la gente vuelva a su casa con la sensación de haber disfrutado de un espectáculos único.

-¿También presentarán piezas de Tentacles?

-Por supuesto. Además de improvisar y de tocar material de todos nuestros discos, para nosotros es importante saber cómo reaccionará el público argentino frente a lo nuevo de Stick Men.

-Una de las diferencias de este disco, en comparación a los anteriores, es su brevedad. ¿Cuáles otras diferencias intentaron establecer en este caso?

-Es un disco pensado durante la pandemia, por lo que nos tuvimos que adaptar a esas limitaciones para hacerlo. No pudimos entrar a un estudio todos juntos para grabarlo. Pero esa necesidad de acercarnos, a pesar de los kilómetros que nos separan, es en parte la esencia del grupo. Al vivir en diferentes ciudades, creo que nos adelantamos un poco a ese legado de la cuarentena de trabajar a distancia.

-¿Y musicalmente?

-Siempre probamos diferentes formatos. Básicamente, Markus y yo nos encargamos de la composición de las piezas. Aunque en otros casos, las piezas nacen de la improvisación. Sin embargo, en Tentacles quisimos probar algo distinto aprovechando que teníamos tiempo para hacerlo. Volvimos a componer juntos, pero también abrimos el juego para que Pat y otros músicos intervinieran las piezas. Lo sentimos como una banda de sonido para películas. Estamos muy contentos con el resultado porque nos parece que conseguimos generar algo nuevo para el grupo, lo que no implica que la banda siga teniendo su identidad musical.

-Al momento de hacer Tentacles, ¿vieron en este trabajo la posibilidad de reconciliarse son sus raíces o más bien de romper con ellas?

-La verdad es que no sabíamos qué queríamos hacer cuando decidimos hacer el disco. Teníamos material y pronto empezamos a elegir las piezas más difíciles de resolver. El resultado, tras ver todos los bocetos que teníamos, es muy alentador. A la gente a veces no le gustan los cambios porque creen que pueden ser para peor. Si bien para nosotros son difíciles, teníamos que probar cuán tolerantes somos y dónde estamos parados.

-Si alguien no los conoce y los googlea, se encontrará con que Stick Men forma parte de los artistas de rock progresivo. Lo mismo sucede en la catalogación de las plataformas digitales de música. ¿Están de acuerdo con el rótulo?

-No me importan las etiquetas. Pero es verdad que esa visión que hay de la música de un artista de pronto termina sugestionando al propio artista. Hacemos nuestra música, y lo que más nos importa de ese proceso es que nos guste. Si algo bueno logramos es que nuestras piezas sean muy táciles. Quizás un poco de esa épica es lo que los músicos pretendemos. Mientras sigamos en la ruta, apuntaremos hacia ese lugar.

-Tomando en cuenta que ustedes ayudaron a crear varios estilos musicales, ¿están abiertos a escuchar música nueva y artistas nuevos?

-Este año terminamos de grabar el nuevo disco de Peter Gabriel. Y para mí él es un referente de la ampliación de los horizontes musicales, al igual que de la introducción de artistas que de otra forma hoy no serían conocidos. Me gusta lo que hacen los músicos jóvenes y siempre estoy atento a eso. Tienen un espíritu de libertad mucho mayor al mío. Ellos son una gran fuente de inspiración para mí.

-¿De qué depende la salida de un disco de Stick Men? Pasaron seis años entre el anterior y Tentacles.

-Es muy fácil: todo depende del tiempo y del contenido que tengamos. Además de la banda, cada uno tiene sus propios proyectos o nos encontramos de gira permanente.

Tony Levin es considerado uno de los mejores bajistas de la historia de la música popular contemporánea, de lo que da fe la abultada discografía de la que ha sido parte. Por lo que poco tiempo tuvo para desarrollar una carrrera solista, que tiene en The Bucket List (2019) su último material. Pero el músico estadounidense de 76 años resultó ser también un excelente fotógrafo. O al menos eso es lo que emana de su libro Life on the Road. Se trata de 247 páginas en las que registró desde su lugar privilegiado cuatro décadas en la música. Ante la pregunta de cómo hace para distribuir su tiempo entre tantos proyectos, el artista advierte es que le gusta estar haciéndole seguimiento a diferentes propuestas porque al final de cuentas se terminan nutriendo entre ellas. “No tengo mucho tiempo para trabajar desde casa, así que hago las cosas conformen vayan surgiendo”, comparte.

-¿Seguís en contacto con los músicos de King Crimson?

-Creo que Pat es el baterista con el que más veces toqué. Partamos de ahí. Luego, me mantengo en contacto con el resto de los músicos, lo que demuestra que somos amigos de verdad. Adrian (Belew) y yo solemos encontrarnos en los veranos. Si no estuve en la última gira de King Crimson fue porque Robert tenía un proyecto muy puntual, para el que necesitó músicos muy específicos para llevarlo adelante. Estoy libre de problemas.