Desde Seúl, Corea del Sur
Cada vez sorprende menos y cada vez es más una realidad: el fenómeno cultural coreano está explotando en todos los costados. Es música, es cine, es videojuegos, es gastronomía, es lifestyle, es beauty, es turismo y es, también, el diseño de una ingeniería perfecta forjada al calor de una idea: su password es la potencia de una cultura for export.
Y entre los mil tentáculos que se expanden de este monstruo que no para de crecer, la industrialización del k-pop, un género musical que aporta unos 10 mil millones de dólares a la economía surcoreana, que se yergue como uno de los bastiones de su "marca país" y que tiene a BTS, Blackpink y EXO como sus principales mascarones de proa.
La democracia de las redes sociales, la fuerza innegable de la k-wave, la militancia activa de sus fans y el hype de los medios masivos (que primero encontraron "novedad" y, después, un "hit indestructible") erigieron sobre el k-pop un fenómeno que, lejos de modas, llegó para quedarse. Vean, sino, la BTS Week de The Tonight Show junto a Jimmy Fallon o la presencia del mismísimo Jungkook en la apertura de la Copa del Mundo de Qatar 2022, entre otros flashes.
Un dato más: según registros del Instituto de Investigación de Hyundai, sólo BTS factura anualmente unos 5 mil millones de dólares, casi el 0,5% del PBI de Corea del Sur. Pero, por allá, no todo es BTS: de hecho, hay un puñado de empresas que promueven al género con bandas que arrastran miles y miles de views, plays, likes y followers. Si la ola está en su pico más alto, la producción artística coreana está en completa sintonía: donde ponen el ojo, ponen la bala.
► Ki-joon Seo: el arte de hacer hits masivos
Antes de pegarla en Corea con su productora Gangnam Indie Records, Ki-joon Seo trabajó en Japón (¡con Kumi Kōda!), Tailandia y China. En la actualidad, lleva unos 13 años de carrera profesional y ya metió una barbaridad de bandas sonoras para k-dramas y otro montón de hitazos: escribió alrededor de 80 canciones que suenan acá, allá y en todos lados.
Cuando no está produciendo, Ki-joon Seo enseña "industria musical" en la universidad. Y gracias a los OST, ganó popularidad y eso le permite vender sus tracks a diversos países y tener un perfil netamente internacional. ¿Uno de los últimos y más conocidos? Last Goodbye de AKMU. "En la última parte de la producción, en la mezcla, nos damos cuenta cuándo una canción es realmente buena. A veces me sorprendo pensando que una canción puede ser un hit y no lo es, y al revés", le confiesa en exclusiva al NO. "Cuando escucho a los cantantes me doy cuenta si esa canción que hicimos puede ser un hit", sigue.
En su rol de productor, Ki-joon Seo mezcla, graba, toquetea, escribe, compone pero no, él no canta. ¿Por qué? "Simplemente porque no canto bien", bromea. "Es que cada uno tiene su trabajo. En un equipo de fútbol están los jugadores pero también está el cuerpo técnico. Ellos también son parte del equipo. Me gusta que los artistas canten mis canciones."
Sus OST, que suelen sonar en algunos de los k-dramas más populares del país, oscilan entre lo romántico, las baladas, el rock y, obviamente, el k-pop. "Me gusta mucho trabajar para cine, pero lo que más hago son dramas. Me suelen pedir trabajos con muy poco tiempo. Puede ser que a veces me pidan cosas de una semana a la otra", sorprende.
Como productor del mainstream, ¿advierte que el "ciclo de vida" de la música es más corto que en años anteriores? Que los hits "duran menos", ¿digamos? Responde: "La música ahora es 'más rápida', sí, pero en 10 años ese ciclo puede ser más rápido aún. Es un ciclo que se repite: hace 10 o 20 años salía menos música que ahora, pero lo bueno va a durar para siempre y va a seguir siendo popular".
Como curiosidad, Ki-joon Seo cuenta que su trabajo como productor cuesta entre 1000 y 1300 dólares por canción, sin incluir los costos del compositor. También dice que suele trabajar con PC porque "baja los costos" y que, en general, cuando hace música para dramas, apenas lee el guión. Incluso a veces le dan un guión resumido, y con eso se las arregla.
A pesar de ser uno de los productores tops de Corea y de acumular una ristra de experiencias exitosas, Ki-joon Seo aún considera que "está aprendiendo". Asume que su principal virtud es "la llegada que tiene con los músicos" y sostiene que "una oportunidad puede volver famoso a un cantante que aún no lo es". Ese es el peso de una buena canción y eso es lo que puede hacer Ki-joon Seo: ver el hit donde no había nada.
► Cherry Bullet: el desafío cotidiano
El caso de Cherry Bullet es otro de los ejemplos exitosos dentro de la k-wave. En apenas cuatro años, este convoy de chicas ya se convirtió en una de las bandas más pujantes de la movida. En 2019 la rompieron con Let's Play Cherry Bullet, su primer álbum, y más tarde, tras algunos cambios en su alineación, volvieron con Hands Up y AlohaOe. Para 2021 sacaron un mini álbum llamado Girls Planet 999 y en 2022 se despacharon con Cherry Wish, su segundo mini álbum lleno de pop, sintetizadores y melodías bailables.
"El nuestro es un trabajo en el que siempre tenemos que demostrar. Tenemos que practicar mucho para nuestros shows en vivo", reconoce Haeyoon ante el NO, sobre el duro trabajo del idol. "La gente nos ve como hermanas, la verdad es que nos llevamos muy bien", suma May, una de las integrantes japonesas de Cherry Bullet. Como muchas bandas de k-pop, sus miembros no se conocían de antes sino que fueron reclutadas, en este caso por la compañía FNC Entertainment, después de un largo proceso de audición.
Y, ¿cómo es un día en la vida de una idol? Habla Haeyoon, vocalista principal y de las más conversadoras del grupo: "Es un desafío de todos los días". Se suma Remi, la segunda miembro japonesa, no tan en chiste: "Lo más difícil son las mañanas, levantarnos después de tanto entrenamiento". Al toque, va de nuevo Haeyoon: "Cuando me levanto, hago ejercicio, entreno mis canciones y veo mis programas". Y aporta Jiwon, la rapera principal, en sintonía con sus compañeras: "Cuando no ensayamos, me gusta dormir, comer, tomar café y ver k-dramas".
Por estos días, las Cherry Bullet están ensayando nuevos bailes, más canciones y, durante estos meses, se están preparando para la próxima temporada musical con, tal vez, un nuevo disco en puerta. "De aquí a un tiempo me gustaría poder visitar a nuestros clubes de fans de todo el mundo", sueña Bora.
► DKZ: El corazón pensando en sus fans
Los DKZ son idols. Se mueven como tales, se comportan como tales. Saludan milimétricamente, mueven sus delgados cuerpos en un compás coreografiado. Hacen su gracia. "Podemos tener el amor de muchas personas y el cariño de muchos países", responde Jong Hyeong al NO, consultado sobre qué es lo mejor de ser un cantante de k-pop.
No obstante, ser un popstar a tiempo completo tiene sus bemoles: "Nos cuesta tener una vida privada, pero de todas maneras sentimos mucho amor", suma Jae Chan. Los DKZ son agradecidos de vivir de su sueño, de tener seguidores, de haber comenzado en 2018 con DONGKIZ on the Block (¿la refe es New Kids on the Block?) y de romperla hoy con Chase Episode 2. Maum. "Siempre hablo desde mi corazón, pensando en mis fans", insiste Kyoung Yoon.
En la actualidad, los DKZ ya están pensando en su próximo álbum. Para esta composición, que ya cranean junto con la empresa DONG-YO Entertainment, no se imponen límites ni conceptos para hacer crecer su imaginario creativo. Mientras tanto, 2021 (Memories), que en diciembre cumple un añito, se erige como uno de los temas favoritos de la mayoría de los miembros de la banda. "Nuestro objetivo no es el éxito, sino divertirnos", señala Jong Hyeong.
Cuando no están girando, ensayando o grabando, los DKZ pasan el rato junto a su familia ("Es difícil encontrar tiempo", tira Kyoung Yoon). También van al salón de belleza, cocinan y pasean. "Nosotros hablamos con el lenguaje del cuerpo. Nuestras performances son lo que más le gusta a la gente", continúa Jong Hyeong.
Entretanto, DKZ asoma como una de las próximas grandes bandas de la escena surcoreana y, obviamente, el elefante en la habitación tiene nombre y se llama BTS. "Ellos abrieron la puerta y nosotros tenemos que mantener nuestro ritmo. Es lo mejor que podemos hacer", dice Jae Chan, confiado. ¿El próximo paso? Quieren meterse en la actuación: "Varios estamos tomando clases y vamos a actuar en algunas comedias musicales en teatro", cierra Kyoung Yoon.