Larga vida a la tónica

De ser la gaseosa que siempre sobraba, esa bebida amarga para paladares vintage, en los últimos años la tónica ganó fuerza subida a la moda del gin tonic. Pero hoy esta bebida va por más y un buen ejemplo es Malparido, flamante bar recién abierto sobre la Av. Cramer.

Malparido se denomina a sí mismo como un “tonic bar”, ofreciendo distintas combinaciones de alcohol y agua tónica. Claro que el gin tonic tiene el protagonismo, pero suman también vodka tonic, amaretto tonic, pisco tonic, sake tonic y soju tonic (un destilado coreano que en Malparido hay en versiones tradicionales y saborizadas). Para lograr esto, el bar apuesta a distintas marcas de agua tónicas nacionales e importadas, como Britvic, Fever Tree, Nina, Pulpo Blanco, San Pellegrino, Santa Quina y Paso de los Toros; y juega también con las bebidas alcohólicas: tan sólo en la categoría gin hay más de 50 opciones posibles.

El gin tonic de la casa ($1200) sale con gin Malparido (destilado especialmente para este lugar) y Paso de los Toros, luego los precios suben según la marca elegida. Se suman tragos propios (todos $1400) como el Chinpokomon, con gin, sencha, yuzu, hoja de bambú y tónica; o el Quini Seis (gin tónica, coco, lemongrass, hoja de lima kafir), entre otros. La cocina acompaña coqueteando con sabores asiáticos y porciones contundentes: hay por ejemplo pechito de cerdo braseado con boniatos y ananá asado ($2800); brocheta de langostinos a las brasas (marinados en pasta de maní, sésamo, chilis) con zuchinis fritos y chutney de papaya ($2800); y una rica berenjena roti a la leña con burrata, almendras tostadas y vinagreta de tomate de frutilla ($1800).

De los mismos propietarios del vecino Malasangre, Malparido ya es un éxito. El local es impactante y veraniego: es enorme, con la barra abierta a la calle, suma terraza, deck en la vereda y un patio interno con retoño de árbol incluido, todo en un ambiente con lámparas rojas y mucho dibujo e ícono pop asiático. Un lugar muy apto para noches cálidas, con un “tonic” en mano.

Malparido queda en Av. Cramer 3200. Horario de atención: domingos a jueves a de 18 a 1; viernes y sábados hasta las 3. Sin reservas. Instagram: @malparido.bar.

Apología del diminutivo

Hay una joven generación que ya no habla de vinos, sino de vinitos. Un diminutivo que no busca ser un insulto sino al revés, es un modo de quitarle elitismo a los vinos, de sacarlos de ese lugar alejado donde parecieran estar para poder así sentirlos cercanos, como una bebida que los jóvenes pueden hacer propia. A esa generación apunta Veredita de vinos, pequeño local que abrió en Chacarita, cumpliendo con todo el checklist centennial que hoy tiene tanto éxito: ambiente muy informal, vinos de bodegas pequeñas, variedades y estilos no tradicionales, y algunas raciones de comida pensadas con calidad en las materias primas.

Veredita es, literalmente, una vereda con unas pocas mesas y sillas para comer bajo el cielo estrellado. El local adentro apenas tiene una barra y una pared donde se ven los vinos ofrecidos, con precios escritos sobre las mismas botellas. Hay para todos los gustos: desde una Criolla de Vallisto Extremo (de uvas cosechadas en las alturas de los valles calchaquíes, $2620) al Kung Fu Orange de Matías Riccitelli, entre muchos más (bodegas como Cara Sur, Alma Gemela, Ver Sacrum, Livverá, Chakana y Mil Suelos son posibles ejemplos).

La carta recomienda “flights” de vinos (es decir, probar tres copas de distintos vinos en simultáneo, para entender sus diferencias), con recorridos armados en el momento por el sommelier de la casa: hay con valor charter ($1900) y de primera clase ($2400). También se puede elegir vinos por copa (desde $750).

No hay una verdadera cocina en Veredita de Vinos, sino que las opciones van por el lado de las conservas caseras, los quesos y los fiambres bien elegidos. Una porción de brie, sardo y tomates con oliva y nueces pecan sale $1300; la selección de jamón crudo, jamón cocido, melón, pickle de pepino y pistachos cuesta $1700. Y un recomendado puede ser el pancho con salchicha elaborada por el charcutero José Juarróz a $1300.

Veredita de Vinos no quiere aparentar más de lo que es: un lugar relajado y juvenil para pasar un buen rato, bebiendo y picando rico. Ni más, ni menos.

Veredita de Vinos queda en Jorge Newbery 3867. Horario de atención: martes a sábados de 18 al cierre. Instagram: @veredita.devinos.

Atrás del pasillo

Tan sólo tres meses de abierto le bastaron a Piedra Pasillo para convertirse en uno de los restaurantes estrellas de Buenos Aires. Al mando de fuegos y salón hay un equipo de cocineros que realmente sabe lo que hace: platos originales y cuidados, en un salón de lujosas paredes derruidas. Pero hay más; detrás de Piedra Pasillo acaba de inaugurar Al Fondo, bar con nombre propio donde la coctelería es protagonista. “Siempre tuvimos la idea: Piedra Pasillo adelante y Al Fondo detrás. Con esto el concepto total del lugar está terminado”, dice el chef Lucas Canga.

Para conocer Al Fondo hay que atravesar el restaurante, pasar por el patio descubierto, subir una escalera, correr un cortinado y ahí, sí, el bar. Un escondite en penumbras, velas en las mesas, variedad de sillas y la iluminada barra como protagonista. Al fondo es independiente del restaurante, pero le sirve de apoyo: acá se puede venir simplemente a beber y picar algo, también a esperar por una mesa en el restaurante con un cóctel en mano o a terminar la noche post cena.

Hay nueve cócteles de la casa, muy bien elaborados, servidos en una cristalería preciosa, con sabores bien marcados: algunos dulces, otros cítricos, un par secos (entre $1500 y $1800). El Uno por ejemplo lleva pisco 1615, manzana verde, pistachos, lima; el Tres tiene bourbon, zapallo, cardamomo, naranja; el Seis elige el camino del gin Alquimista macerado con huacatay, pimienta, pomelo y espumante. También hay coctelería clásica, en el menú y a pedido.

Al Fondo no es un restaurante: tan sólo hay snacks (aceitunas a $400, paté de pato a $800), algunos platitos (puerro confitado a $1000, salchichas con mostaza a $1600) y una selección de quesos y chacinados de los mejores productores del país (patagonzola a $1200, chorizo español a $750, cecina a $1250, entre varios más).

Recién estrenado, Al Fondo aún tiene detalles por terminar, pero ya se encolumna como otra gran noticia gastronómica del año. El compañero coctelero escondido detrás de Piedra Pasillo.

Al Fondo queda en Campos Salles 2145. Horario de atención: martes y miércoles, de 21 a 2; jueves a sábados, hasta las 3. Reservas por Instagram: @alfondo.bar.