Aimé Olivera Caniumir, militante de la rama rural del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) en el Gran La Plata desde hace cinco años, aborda la cuestión de la especulación inmobiliaria y sus consecuencias para los productores hortícolas y los consumidores. El resultado general, según ella, será menos soberanía alimentaria.
--¿Qué cambios notaste en la región en estos años?
--Hace varios años que asistimos a un proceso de cambio en el uso del suelo en la periferia de la ciudad de La Plata. Lo que era tradicionalmente productivo, va cediendo a la especulación inmobiliaria. Esto obliga a los productores a desplazarse, cada vez hacia zonas más alejadas y cada vez con menos derechos. Se van de Abasto hacia Poblet o lugares similares. En principio son lugares más baratos, porque no tienen servicios: no hay luz, no hay perforaciones, muchas veces no hay ni calles. Pero para el productor es duro volver a empezar porque tiene montadas estructuras que no siempre son trasladables.
--¿Cómo definirías el problema?
--Es un tema de cómo el Estado protege a los productores y de falta de planeamiento estratégico de las ciudades, porque hay que pensarlas integralmente. Si avanza la urbanización y aumenta la población, ¿qué va a comer? ¿quién va a producir los alimentos necesarios? Después habrá que traer los alimentos de más lejos, con la incidencia que el flete tiene en el precio final que se paga en la verdulería. También hay discriminación, porque la mayoría son bolivianos. El maltrato al productor es evidente, pero las consecuencias impactan más allá, lo que no siempre es evidente.
--¿Cuál sería la primera demanda?
--El acceso a la tierra. Nosotros impulsamos leyes de acceso a la tierra y de cinturones verdes alrededor de las ciudades. Promovimos el Registro Nacional de Zonas Estratégicas de Producción de Alimentos (RENAZEPA), que hoy se encuentra en fase de pruebas, con un esquema muy similar al del RENABAP. Uno de los problemas, que el registro apunta a resolver, es que nos faltan estadísticas del sector. El último censo agropecuario es de 2018 y suele focalizar más en otro tipo de productores, no en los más vulnerables.
--¿Hoy arriendan?
--La abrumadora mayoría arrienda. Algunos llegan a la tierra propia, pero son excepciones. Aunque hay mucha dispersión de precios, una hectárea en Abasto no baja de los 15 mil pesos mensuales. Las unidades productivas en general van de una a tres hectáreas. Se arrienda por tres años idealmente, a veces por dos y hasta por uno. Esto es un problema grave. Primero, porque esas fracciones no tienen vivienda y nadie construye en un suelo que no es propio. Entonces viven en casillas de madera y nylon, que son muy inflamables. Son habituales los cortocircuitos, que derivan en incendios. Hemos tenido que lamentar varias muertes por este motivo. Además, la mayoría no está bancariza ni en condiciones de acceder al crédito. La situación actual alienta el abuso de las inmobiliarias.
--¿Los insumos aumentaron?
--Muchísimo, como consecuencia de la guerra. Ucrania es un gran productor de fertilizantes, por ejemplo. En otro esquema, sería la oportunidad ideal para comenzar una transición hacia un modelo de producción agroecológico. Se los podría reemplazar por otras sustancias, ir alimentando el suelo. Pero eso lleva tiempo, que es justamente lo que no tiene el que arrienda.
--¿Hay riesgo de que desaparezcan?
--Cuando pueden, cuando encuentran una oportunidad, muchos dejan la actividad productiva por algún empleo urbano, pero esto es una pérdida a nivel de soberanía alimentaria y también a nivel cultural, ancestral, porque rompen sus tradiciones. Recordemos que estos productores no exportan, producen lo que llevamos a nuestra mesa.
La versión oficial. Consultada por este diario, la secretaria de Planeamiento Urbano de la municipalidad de La Plata, María Botta, derivó el asunto al director de Prensa, Maximiliano Maceroni. A continuación, lo más destacado de su respuesta:
"Entre otras acciones referidas al uso del suelo en todo el Partido de La Plata, y dentro del Programa Ciudad Productiva del Plan, la Comuna elevó un proyecto de ordenanza en el Concejo Deliberante para regular la superficie de los invernaderos y preservar el acuífero Puelche. Su objetivo es revalorizar el cordón productivo, promoviendo y jerarquizando el sector agrario de la ciudad y protegiendo los bienes y servicios ecosistémicos. La iniciativa plantea la modificación del artículo 227 de la Ordenanza 10.703 en lo referente al emplazamiento de invernaderos, con el fin de limitar su superficie de ocupación y preservar el Acuífero Puelche. Es decir, apunta a determinar qué superficie puede ocupar el invernáculo, teniendo en cuenta que hoy ocupan toda la parcela y generan la impermeabilización del cordón frutihortícola".