Estamos acostumbrados a ver los grandes pastizales como un hábitat con muy poca vida, pero son todo lo contrario, habita una gran cantidad de fauna nativa en ellos. Uno de los animales más espectaculares que habitan allí es el gato del pajonal, cuyo nombre científico es Leopardus colocolo. Según la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos está considerado como especie vulnerable.
“El gato del pajonal es un felino silvestre, un poco más grande que un gato doméstico, con pelaje muy largo y cabeza más aplanada. Se diferencia del resto de los felinos salvajes por las rayas de sus patas y de su cola, que además es muy corta. La coloración de su pelaje puede variar según las regiones, pero en general presenta tonalidades parduzcas o canelas, que le sirven para camuflarse en los pastizales o en los suelos. No solo habita pajonales, también busca arbustales o bosques abiertos. Incluso en zonas montañosas puede llegar a habitar hasta los 5000 msm, donde su distribución se solapa con la del gato andino”, cuenta a Catamarca/12 el biólogo Gonzalo Martínez.
Como la mayoría de los gatos salvajes, este felino es solitario y de hábitos crepusculares y nocturnos, aunque en ocasiones se lo puede ver activo durante el día. Se alimenta principalmente de roedores y de aves pequeñas, por lo que cumple una función primordial en su hábitat como controlador biológico.
La distribución a nivel nacional es muy amplia, pues habita una vasta área del país y en Catamarca se lo puede encontrar en todas las regiones de la provincia.
“Pese a tener esta amplia distribución, se trata de un animal considerado en estado vulnerable a nivel nacional, teniendo en cuenta los últimos estudios de la categorización de los mamíferos de Argentina, en el año 2019, publicados en la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM). Por su parte, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación lo catalogó como especie amenazada”, explicó Martínez.
A nivel internacional, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN ) lo tiene catalogado como casi amenazado. Estas clasificaciones se deben a que su estado poblacional ha venido en detrimento por causa de muchas de las actividades humanas. Las principales han sido el avance de la frontera agropecuaria y las actividades extractivas, que generaron la pérdida, la fragmentación y la alteración de sus hábitats naturales en extensos territorios.
“En Catamarca, la principal amenaza a su hábitat y a su estado poblacional son los incendios forestales, que destruyen sus refugios y eliminan una gran cantidad de especies que podrían ser fuente de alimento para este felino. Además, existen otras actividades que lo ponen en riesgo, como la construcción de rutas y muerte por atropellamiento, el introducir perros domésticos a las zonas naturales, como aquellos que acompañan a baqueanos o a gente que hace trekking, y por supuesto, la cacería furtiva”, dijo.
Una solución para evitar que estos animales sigan reduciendo sus poblaciones y no lleguen a la extinción, “es la creación de áreas naturales protegidas que conserven lo mejor posible los hábitats naturales de este felino tan particular, y que, además generen educación mediante información fidedigna sobre ellos, como así también un turismo más respetuoso con la naturaleza. Además, es sumamente necesario que se implementen regulaciones a la ganadería extensiva, actividad por la que se genera el 99 por ciento de los incendios forestales por quema de pastizales en la provincia de Catamarca, como así también la apropiación ilegal de vastas áreas de territorio”, concluyó el biólogo.