“Un sistema analógico de inteligencia”. Eufemismo que usa uno de los personajes de Slow Horses para referirse a su trabajo en la corporación que le da título a la serie. Los espías degradados del MI5 a Slough House por haber cometido algún yerro insalvable. El charme de la ficción no solo pasa por el foco de este comando que opera lejos del glamour y la elite. A eso hay que sumarle la presencia de Gary Oldman como Jackson Lamb, el oxidado y caústico jerarca de estos agentes caídos en desgracia. La segunda temporada de la serie, basada en la saga literaria de Mick Herron, tendrá su estreno el próximo viernes por Apple TV+.
El motor argumental pasa por una célula de agentes rusos activada justo en tiempos de maltratos con el Kremlin. Lamb y su equipo no tendrán presupuesto ni tecnología de última generación, pero sopesan esa falta con ingenio y el afán de volver a las primeras ligas. Además de los tejes y manejes narrativos propias del género de espionaje, Slow Horses se destaca por su supina mala onda coronada con la tirria, suciedad y perspicacia de Lamb. Sujeto que no se ha bañado en décadas y puede dirigir una operación mientras sorbe sus noodles en un restaurante chino. “A veces la única manera de resolver una trampa es caminar directamente a ella”, razona el personaje. La entrega, compuesta por seis episodios, tiene asegurada dos temporadas más.