“Cuando resolví no dejarle entrar más dije: voy a denunciar, pero... ¿si me encuentra en la calle?”. “Ir a la comisaría era vergonzoso, tener que estar hablando de tus problemas delante de otras personas, contar, porque te preguntaban así, delante de todo el mundo a qué ibas". Aún hoy, a siete años del #Niunamenos y décadas del movimiento feminista luchando por visibilizar y dar respuesta a la violencia contra las mujeres, el miedo es el principal motivo por el que muchas mujeres que sufren violencia de género no denuncian a sus agresores.
Según una encuesta regional realizada en Argentina, México, Colombia y Ecuador, un 40 por ciento de las encuestadas dijeron tener miedo a las consecuencias y un 25 por ciento indicó que tiene temor directo a recibir amenazas. El segundo motivo son las responsabilidades de cuidados. Siete de cada diez consideran que tener personas a cargo es un desafío adicional a la hora de pedir ayuda, y las razones señaladas van desde no saber con quién dejar a cargo a los chicos (16%), sentir que el vínculo con ellos se podría ver afectado negativamente (14%) o sentir que las personas a cargo iban a estar en peligro si pedía ayuda (11%). El tercer motivo para no denunciar es la vergüenza (34%). Otros motivos son la sensación de que nadie va a poder ayudarlas (30%), ya sea por falta de herramientas o voluntad para ayudarlas, o por temor a que no les crean (28%).
Los datos se desprenden de una Encuesta Regional de Opinión Pública sobre Violencia de Género, que busca responder a la pregunta de qué barreras se enfrentan las mujeres que viven violencia de género al querer buscar ayuda. Lo que se llama la "ruta crítica" de la violencia de género. “La ruta crítica son todas aquellas decisiones que toma una mujer que está atravesando una situación de violencia de género para salir de la misma. Decimos ruta crítica porque ese proceso de pedir ayuda, de salir, no siempre es rápido, en general es complejo, involucra muchos actores, con quiebres de comunicación entre un actor y otro. Muchas veces no saben para dónde seguir, a quién acudir”, explicó Ana Inés Alvarez, directora ejecutiva de Fundación Avon.
La encuesta fue realizada por Avon y Fundación Avon de la mano de Quiddity, y organizaciones del tercer sector en cada país. En la Argentina, el proyecto contó con el apoyo y participación de La Casa del Encuentro y ONU Mujeres. Se trata de una encuesta online por captación en redes sociales. Se desarrolló entre agosto y septiembre y alcanzó a 2735 personas. Además se hicieron 24 entrevistas en profundidad.
“Hasta en eso una se siente culpable. De cómo le estas quitando el papá”, dijo una entrevistada de México. Tener hijos/as y/o personas a cargo representa una dificultad importante a la hora decidir denunciar. “Sentir que no iban a darme una respuesta/poder ayudarme”, es la respuesta que eligió un 30 por ciento de las encuestadas. “Algunas manifiestan haber recibido maltratos por parte de entidades policiales y/o judiciales, que se manifiesta de diversas maneras: no les creen, las someten a largas esperas o les piden que vuelvan en otro momento, las derivan a diferentes lugares tornándose un proceso muy burocrático y que las obliga a volver a contar sus vivencias, etc.”, dice el informe.
El 28 por ciento se sintió inhibida de denunciar por sentir que no le iban a creer. “Al otro día yo fui a la fiscalía y conté todo eso y me dicen: ‘¿en dónde están las evidencias porque no le vemos golpes, no tiene nada, dónde están las evidencias?”, contó una entrevistada de Colombia.
La violencia invisible
Uno de los problemas que identificó la encuesta es que solo la mitad de las mujeres que indicaron transitar situaciones de violencia de género, la reconocieron como tal. Para la mayoría de las mujeres, el momento de identificación de la violencia de género se da cuando aparece la agresión física y/o sexual, pero les cuesta identificar situaciones más sutiles. “Era algo familiar para mí por lo que no podía, no pude despegarme rápido, me costó un montón de tiempo porque para mí era lo normal”, dijo una entrevistada argentina.
“En términos geográficos, podemos afirmar que la violencia de género es un fenómeno pancultural ya que, indistintamente del país, más del 80% de las mujeres encuestadas han atravesado alguna situación de este tipo: el piso se encuentra en Argentina con el 80% y llega al 90% entre las mujeres mexicanas. Es en Colombia donde se presenta una mayor distancia entre quienes identifican las implicancias de la violencia de género (32%), y quienes la transitaron (83%)” dice el informe.
Violencia económica
En promedio, 3 de cada 10 mujeres vieron afectada alguna vez su libertad económica, académica y/o profesional.
En este sentido, el informe también destaca que el 64% de las mujeres que lograron separarse manifestaron que sus exparejas no cumplen con la responsabilidad del pago de la cuota alimentaria, afectando el derecho de sus hijos/as. Tal es así que 4 de cada 10 víctimas de violencia de género no hablan por temor a no poder subsistir económicamente.
Tres de cada diez mujeres declararon no poder tomar decisiones respecto del manejo del dinero o hacer uso de él libremente. Esto se dio con mayor frecuencia entre aquellas que trabajan de manera informal (39%). “En estos contextos, el rol de cuidadoras, especialmente de personas menores de edad, en algunos casos intensifica y diversifica la violencia. Para muchas mujeres, la dependencia económica y el cuidado y protección de otras personas, las ubica en una situación de extrema vulnerabilidad”, dice el informe.
Violencia psicológica
“Me ha dicho 'Usted no sirve', 'me equivoqué con usted', 'por usted estoy así', 'mejor me hubiera quedado con otra persona'”, contó una entrevistada de Colombia. Una argentina comentó: “él me decía a mí no me gusta que te miren, porque yo te quiero para mí”. Esas expresiones son parte de lo que se conoce como violencia psicológica. Y aunque el porcentaje de mujeres que manifiesta haber pasado por estas situaciones es mayor en México y Ecuador, dice la encuesta, está presente en todos los países.
Más de la mitad de las mujeres vivió alguna vez situaciones de violencia psicológica: “Es una de las formas más invisibilizadas, en tanto las consecuencias se remiten principalmente al desarrollo interpersonal. Los celos, el control de la vestimenta o el aislamiento de las redes familiares y de amistad, son algunas de las formas en que la misma se manifiesta. Mediante la manipulación de la violencia psicológica, el agresor busca reproducir los ciclos de la violencia”, explica el informe.
En ese sentido, el 52% manifestó que sus cambios de humor fueron atribuidos a cuestiones hormonales o a su propia condición de mujer. Más de un tercio se enfrentó al descreimiento al contar algo que les molestaba sobre su pareja. El 48% de las mujeres que están en pareja sin convivir declararon haber vivido situaciones de celos por parte de sus parejas. El 45% vio controladas y/o cuestionadas sus formas de vestimenta. Finalmente, un tercio declaró que le fue limitado el contacto con su entorno.
Violencia física
Cuatro de cada diez mujeres pasó alguna vez una situación de agresión física y/o sexual por su condición de género. Este tipo de violencia está presente también en mayor medida en México. Además, se da más entre las mujeres de 26 a 45 años y entre quienes han pasado por un proceso de divorcio. Seis de cada diez mujeres divorciadas sintió temor por su vida en medio de una discusión o enfrentamiento.
Ruta crítica
Más de la mitad de las personas que sufrieron algún tipo de agresión y/o discriminación lo hablaron con alguien. De las mujeres que pudieron hablar, la mitad eligió hacerlo con su entorno, familiares y amistades. Esto se observa principalmente en las mujeres más jóvenes. En Argentina se acude en mayor medida a profesionales de la salud mental: un tercio así lo manifestó.
Solo el 11% de las que atravesaron alguna situación de violencia hizo una denuncia, dice la encuesta. Y entre estas últimas el 52% de quienes denunciaron considera que el tratamiento fue poco/para nada adecuado. “Entonces pasé con el del Ministerio Público, le conté toda la versión y me dijo 'mira yo te voy a dar el escrito, lo voy a levantar, pero no va a pasar nada'”, dijo una entrevistada de México. “Cuando fui a denunciar pensaba que ellos iban a venir e iban a tomar cartas en el asunto y le iban a decir a él que se retire de mi casa y que me deje tranquila... y no fue así”, contó una entrevistada de Argentina.
Por estas dificultades, muchas veces las salidas de la violencia son individuales a través de terapia, espiritualidad, empoderamiento, ayudar a otras mujeres aunque también redes de apoyo. "Menos del 10% de las personas que atravesaron situaciones de violencia acudieron a dispositivos especializados, eso es un hecho significativo. Los datos que muestra la encuesta nos permiten precisar las estrategias de prevención y atención integral", dijo Carla Majdalani, coordinadora Área de Erradicación de la Violencia basada en Género en ONU Mujeres Argentina.
Finalmente, el informe propone salidas sociales a la violencia a través de la sensibilización social, el cambio institucional principalmente del sistema policial y judicial, y una mayor visibilidad y presencia de organizaciones sociales especializadas en género para acompañar el proceso de la ruta crítica.