“Quiero hacer un programa honesto”. La afirmación sale de la boca de Andy Kusnetzoff, periodista y conductor de larga trayectoria en los medios. El programa al que hace referencia es PH, podemos hablar, el ciclo de entrevista grupal que estrenará hoy a las 21 en Telefe. ¿Qué significa hacer un ciclo “honesto” en la TV argentina? ¿Es posible ese adjetivo en un medio “naturalmente artificial”? “No quiero hacer otro ciclo en el que desde la producción o a partir de los informes se fuercen las cosas hacia un determinado lugar. Quiero que los invitados estén libres y no rehenes de las necesidades televisivas. Siento que muchas veces la tele busca el show más que el diálogo”, explica a PáginaI12 el conductor que en cada emisión recibirá a seis invitados de diferentes ámbitos para conversar sobre diversos temas de actualidad, sin gritos ni “ruidos molestos”.

En una pantalla cada vez más chillona y menos reflexiva, donde la dinámica televisiva está siempre corriendo la zanahoria de la frase, el zócalo o la situación de alto impacto, PH intentará hacer honor a su nombre. Kusnetzoff oficiará de anfitrión de una cena self service a la que acudirán figuras de diferentes profesiones e ideologías. Para el debut compartirán la charla “abierta a todos los temas” la gobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal, el futbolista Fabián Cubero, el senador Juan Abal Medina, la actriz Andrea Rincón, el ex tenista Juan Pico Mónaco y el conductor Alejandro Wiebe Marley. “La tele está dominada por los gritos y discusiones, con poco espacio para pensarnos como argentinos, como ciudadanos, para conocer al otro o profundizar sobre ideas”, afirma el hombre que desde hace años conduce Perros de la calle en Radio Metro (FM 95.1), de lunes a viernes de 9 a 13.  

–Se propone un programa “honesto” y en el que no haya discusiones ni gritos. ¿Es posible eso y no “morir” en el intento?

–No sé, pero lo voy a intentar. La charla honesta depende fundamentalmente de la apertura del entrevistado, que a su vez depende del entrevistador. La charla siempre es lo que pasa entre uno y otro. Lo que tengo claro es que no voy a buscar ser divertido porque sí, o forzar situaciones emotivas porque garpan. Voy a tratar de que las charlas sean entretenidas, divertidas si naturalmente van hacia allí, o profundas si el intercambio deriva para ese lado. Por eso no sé si el programa será “divertido”. Y por eso tampoco tengo claro si va a medir, si va a gustar.

–¿Intentará replicar el espíritu de la charla radial?

–Me parece que en la radio nos mostramos más reales, honestos y auténticos. En la tele ser genuino y establecer charlas profundas es mucho más complejo. Extreme Makeover, lo último que hice en Telefe, fue un proyecto que me encantó hacer, porque ayudábamos a una familia a construir su casa. Le cambiábamos la vida a esas familias. Era algo genuino, donde el eje era la construcción de la casa y la dinámica circulaba alrededor de esa vorágine.  

–Podemos hablar hace referencia a “la grieta”, se muestra casi como reacción a ella. ¿Va a buscar puntos de encuentro más que de diferencia entre los invitados?

–Me gustaría construir un espacio en el que cual personas que piensan diferente puedan hablar y escucharse. Por eso estamos buscando invitados que tal vez “naturalmente” no se juntarían, ya sea por su manera de ver el mundo o por los ámbitos en los que se mueven. Una de las obsesiones de estos días es, por ejemplo, conseguir sentar en el programa a dirigentes políticos de partidos diferentes, pero no para que discutan a grito pelado y ver quién “le gana al otro”. Los quiero juntar para que intercambien sus puntos de vista, planteen sus diferencias, tal vez haya alguna coincidencia en algún tema, tal vez no. Pero está haciéndose difícil que políticos de diferentes cosmovisiones acepten venir. 

–¿Por qué cree que los políticos no se animan al contrapunto? 

–Me parece que en plena campaña nadie quiere arriesgar. Creo que, en general, el político está cómodo dándole entrevistas a periodistas ideológicamente cercanos. Ese es un fenómeno histórico, pero que se agudizó en el último tiempo. Lo hacen todos. Creo que no hay nada peor para un periodista que saber que el político entrevistado está cómodo con él. Creo en la militancia pero no me parece que el periodismo militante, partidario de algo, sea una opción. El periodista tiene, con su manera de ver el mundo, preguntar en libertad a todos. 

–¿La búsqueda de encontrar puntos de encuentro no puede terminar por “edulcorar” la charla?

–No, porque la pretensión es ver si existen y si son posibles esos puntos de encuentro. No tengo dudas del valor enriquecedor de pensar distinto. No me parece que tenemos que pensar todos iguales, pero sí que tenemos que charlar y escucharnos. Hoy en los debates hay más lugar para la descalificación que para las ideas o proyectos. Todos tenemos una ideología política, pero me cuesta cada vez más confiar en los políticos. En todo caso, hay distintas personas que nos pueden representar y se acercan a nuestras ideas. Pero hay demasiado marketing.  

–¿Ve programas políticos?

–Me gustan, los consumo. El problema de los periodísticos es que no hay debate. Estamos perdiendo el ejercicio de debatir. En los medios, pero también en la calle, en el trabajo, en las sobremesas. A la mayoría nos pasó de ver a dos amigos pelearse mal por pensar diferente. En un asado en casa tuvimos que separar a dos amigos porque uno defendía al kirchnerismo y otro al macrismo. Los políticos buscan la comodidad cada vez que eligen salir en los medios y se acostumbraron a eso. Por eso no va a ser fácil cruzar políticos pero no vamos a dejar de intentarlo. Ojalá que a medida que avancen los programas se animen a salir de su zona de comfort.