Aunque fueron varias las ocasiones en las que se presentaron proyectos para formalizar la Universidad en Rosario, cuyos antecedentes se remontan a 1910 cuando se creó una comisión con el propósito de construir un hospital escuela, fomentar la ciencia y la educación, la UNR fue creada oficialmente el 29 de noviembre de 1968 a través de la Ley 17.987 que determinó la autonomía de las facultades asentadas en la ciudad que hasta ese entonces dependían de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). En la previa del aniversario número 54, y a modo de balance de gestión, el rector Franco Bartolacci dialogó con Rosario/12 sobre el panorama actual de la casa de altos estudios y los desafíos que se presentan. "El desafío más fuerte de la Universidad para que no pierda trascendencia es el de una profunda reforma académica-pedagógica, es el eje de trabajo de los próximos años; y además administrativa, porque se necesita construir un instrumento preparado para hacer frente a esa nueva Universidad, sin resignar nada de los atributos que le damos, pero sí asumir que hoy estamos en un mundo completamente diferente y hay que provocar transformaciones fuertes", planteó.
Cuando se formalizó su creación hace 54 años, la UNR se convirtió en la décima Universidad Pública del país. En la actualidad, según el ranking anual elaborado por la consultora internacional Quacquarelli Symondos, ocupa el cuarto lugar entre las universidades públicas del país y el puesto número 58 en América latina. "Eso da cuenta del potencial que tiene. Terminamos de cerrar la estadística, y en la última década creció un 20% la cantidad total de estudiantes, confirmando a la Universidad en un lugar de referencia en el sistema de educación superior nacional, y con una potencialidad en materia de producción científica", valoró Bartolacci.
Según el rector, esa base es un buen punto de partida para asumir los desafíos que son muy relevantes. Pero aún con ese valor, considera que hay que reformular muchas cosas, algo que estaba claro antes de la pandemia, una situación que definitivamente aceleró los procesos. El camino para avanzar en una reforma académica-pedagógica, continuó Bartolacci, se fue allanando en los últimos años al reformular todas las ordenanzas estructurales, entre otras la de concursos, la de planes de estudio, la carrera docente, y solamente queda la del ingreso que será trabajada el próximo año.
"Hicimos cuatro talleres con la docencia universitaria para pensar el aula, un taller estudiantil y también una encuesta que contestaron más de seis mil estudiantes. Vamos a cerrar este año con un documento que proponga una serie de cambios en esa dirección, como resignificar la arquitectura del aula en el sentido más amplio, no únicamente en materia de infraestructura, con el objetivo de seguir haciendo relevante lo que sucede ahí adentro ya que muchas cosas han cambiado", consideró el ex decano de Ciencia Política.
Para el rector, se debe asumir que existen nuevas formas de transitar la Universidad, diferentes a las que se conocían, más asociadas a la formación en carreras tradicionales, y la muestra más potente está vinculada a la Escuela de Oficios, inaugurada en 2021: "En el primer año tuvimos casi tantos interesados como el total de ingresantes en todas las carreras universitarias, hay una expectativa en formación y capacitación que no estaba contenida tradicionalmente. En diciembre, vamos a entregar casi tres mil diplomas a graduados de la Escuela de Oficios".
Bartolacci agregó que buena parte de esos desafíos aparecían en la Agenda 20/30, que tiene como objetivo guiar el desarrollo de la Universidad en los próximos 10 años como una hoja de ruta. El próximo 7 de diciembre, en Chile, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) otorgará a la UNR un reconocimiento por el proyecto como buena práctica institucional, recomendándola para todas las instituciones de Educación Superior de la región.
"Lo que viene ahora es hacia adentro trabajar en eso, y hacia afuera es poner a la Universidad en una convocatoria de un diálogo por la inclusión, la convivencia y el desarrollo, un diálogo con las instituciones, organizaciones, el Estado en todos sus niveles. La Universidad tiene hoy una legitimidad, en un momento donde la legitimidad de las instituciones está muy cuestionada. Eso implica la responsabilidad de ponerse en el lugar de convocar y tener registro del problema", apuntó Bartolacci.
-¿Se plasmó el eje planteado de hacer presente a la Universidad donde no está y habilitar que lleguen los que no llegan?
-Lo estamos haciendo, generando nuevos dispositivos, la Escuela de Oficios es clave. Avanzamos con el programa de Universidad Popular que ya tiene tres sedes, y una con un desarrollo muy interesante como Casa Esmeralda en República de la Sexta que hace un gran trabajo en materia de diseño e indumentaria, y que vamos a vincular con la carrera nueva que comienza en la Facultad de Humanidades. Otra de las políticas implementadas fue la de las Becas de Acceso a la Universidad, porque es la primera vez en todo el sistema nacional que pusimos en materia de bienestar recursos para ir a buscar a los que no llegan, trabajando con escuelas y familias de chicos que tienen la vocación pero que habían desistido por diferentes razones. Hoy tenemos más de 300 pibes y pibas cursando carreras universitarias a través de ese programa.
-¿Cómo están funcionando los nuevos dispositivos?
-Turismo está consolidada con más de 4 mil estudiantes, para la carrera de Diseño Gráfico e Indumentaria Textil que comienza el año que viene en Humanidades y Arquitectura, ya tienen más de dos mil pre inscriptos. La tecnicatura en Inteligencia Artificial tiene más de 500 estudiantes cursando, y también se consolidó Gestión Cultural. En tres años creamos más de 60 carreras nuevas, es una manera de habilitar que lleguen los que no llegan. Buena parte de esas diplomaturas fueron articuladas con instituciones y organizaciones territoriales en problemas específicos. En las propuestas nuevas se destacan las escuelas medias, la de sociales que ponemos en marcha en marzo, y las que están funcionando en Puerto San Martín, General Lagos y El Trébol. Son tres trayectos y una escuela nueva generadas en los últimos tres años de formación media, casi 500 pibes y pibas que están cursando en esos dispositivos.
-Más allá de lo que aportó la Universidad durante la pandemia, ¿cuál es el panorama en materia de investigación?
-Estamos en un buen momento. En materia científica logramos como pocas veces antes jerarquizar la tarea y ponerla más en diálogo con lo que pasa en la agenda pública. En la cuestión ambiental es donde más se percibe, con una agenda muy activa, pero en todos los temas estamos haciendo un esfuerzo. Creo mucho en la potencialidad transformadora que esa capacidad científica que la Universidad tiene, en todos los temas de agenda pública puede aportar algo, no puede darse el lujo de no enfrentar los problemas que tenemos, buscar soluciones alternativas. Tenemos un capital científico que no tienen muchas ciudades del mundo, pero eso implica generar recursos y condiciones de infraestructura. Aprobamos la incubadora UNR, en una Universidad que tiene la carrera de biotecnología más antigua del país, y para una ciudad y una región que es un polo de referencia mundial. Firmamos el contrato la semana pasada con el Construir Ciencia que no va a permitir hacer dos laboratorios en el Innova con una inversión de más de 600 millones de pesos.