Desde Córdoba
La versión cordobesa de Juntos por el Cambio no gana para sustos. Y lo peor es que las incertidumbres llegan desde el corazón mismo de la alianza. Tras conocerse la noticia de la reunión entre el expresidente Mauricio Macri y el precandidato a gobernador de Hacemos por Córdoba, Martín Llaryora, el sismógrafo de las huestes opositoras comenzó a marcar fortísimas e inesperadas vibraciones que encendieron las alarmas de cara al trabajoso armado para las elecciones de 2023.
En estado de shock, Luis Juez, uno de los dos postulantes a la gobernación que tiene Juntos por el Cambio, no anduvo con vueltas. “No hay forma de que nos caiga bien. Me cayó horrible, pero tengo una ventaja: no le pido permiso a Macri para nada. Molesta e irrita. No ayuda, confunde”, indicó el senador.
Pese a todo, los actores consultados remarcan que la unidad está “asegurada”. Sin embargo, a nadie se le escapa que el temor mayor es desembocar en un escenario padecido en 2019, cuando la división de Juntos con la UCR le dejó la reelección en bandeja a Juan Schiaretti.
Cumbre en Olivos
El encuentro, sorpresivo por donde se lo analice, se llevó a cabo el pasado 14 de noviembre con un Macri armando las valijas para su viaje al Mundial de Qatar 2022. Llaryora, en tanto, estaba en CABA tras una gira por Estados Unidos.
Fue allí que tras las gestiones de un “allegado en común”, el sanfrancisqueño llegó a las oficinas del ex presidente en Olivos.
“Se habló de la coyuntura política internacional, nacional y provincial”, expresaron fuentes cercanas al jefe comunal cordobés, que señalaron a Página/12 de la existencia de un “pacto de confidencialidad” respecto del cónclave que, afirman, no fue filtrado desde tierras mediterráneas.
Como si se tratara de un partido de fútbol, el encuentro “afable y ameno”, se extendió durante casi 90 minutos. Un tiempo por demás extenso para los estándares de gestión del macrismo.
“Desde que aceptó ser candidato, Martín planteó la necesidad y la idea de convocar a todos los sectores que no formen parte en la actualidad de Hacemos por Córdoba”, explicaron desde el llaryorismo a la hora presentar los motivos del encuentro. “Viene haciéndolo desde hace tiempo. Convoca a todos los que entiendan que el cordobesismo les sirve y los contiene”. Dentro de esa oferta se encuentran desde radicales díscolos, del PRO e incluso del Frente de Todos, de tan especial relación con el PJ cordobés.
La jugada aparece como riesgosa. Hacemos por Córdoba se encuentra en las puertas de la posible segunda época, ya sin los socios fundadores en las boletas y con una carrera interna en busca de apoyos para ampliar la base política que permita sortear eventuales desbalanceos.
Según se especificó, el gobernador Schiaretti estaba al tanto del encuentro, aunque desde el entorno de Llaryora aclararon que la relación con Macri “no es la de antes”.
El ruido y la furia
A todas luces, la relación entre Juez y Macri está lejos de ser la ideal. Muy por el contrario. El verborrágico senador fue el encargado de blanquearlo al sostener que al ex presidente “no le gusta su forma de ser”. “Tengo una relación de respeto y de cariño. Pero no me voy a callar la boca”, bramó.
“Cuando le vea le voy a preguntar. Esto no nos ayuda. No es bueno que nuestros dirigentes… pareciera que a Macri le agarró la locura de coleccionar camisetas y necesitaba la de Sportivo Belgrano” de San Francisco, club de fútbol del cual Llaryora es hincha.
“Habría que preguntarles al PRO qué piensan al respecto. Nosotros seguimos trabajando, construyendo. Esta semana estuvimos reunidos con Guillermo Dietrich (ex ministro de Transporte), un dirigente muy respetado. Macri no tiene más la lapicera”, afirman cerca del senador, quien en las PASO para las elecciones legislativas se impuso al ex ministro de Turismo, Gustavo Santos, uno de los preferidos de Macri.
La carta brava del Frente Cívico, el partido de Juez, es el velado apoyo de Horacio Rodríguez Larreta. El alcalde de CABA viene haciendo un trabajo de orfebre, mostrándose sonriente con todos y todas mientras repite que la interna de Córdoba será definida por cordobeses. Mientras tanto, cocina un nuevo raid por la provincia, previsto para principios del año próximo.
En tanto, en su visita a Salta, Rodríguez Larreta dijo “desconocer” el contenido de la reunión y respaldó a los alfiles cordobeses al sostener que “tenemos un muy buen equipo en Córdoba y estamos trabajando para ganar la gobernación”.
Más directa fue la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, quien aseveró a medios locales que el adversario es el partido que “gobierna la provincia”.
Cuestión de identidad
La palabra más esperada fue la de Rodrigo de Loredo. Mientras deshoja la margarita entre el Panal y el Palacio Seis de Julio, sede del gobierno municipal, el diputado prefirió mantener un silencio que mezcló incomodidad con prudencia.
Es que la ecuación pone al delfín de Martín Lousteau en una situación particular, ya que cuenta con el aval del propio Macri para ser candidato a gobernador. “Me parece que Rodrigo se comió una curva”, aseguran desde la mesa chica cambiemita.
La respuesta fue corporativa y partidaria. Dura. En un comunicado, la UCR de Córdoba se despegó totalmente del encuentro y de Macri. “No tenemos nada que ver con ninguna de las versiones sea (sic) del gobierno de Juan Schiaretti o de Martin Llaryora. Somos muy diferentes a Hacemos Por Córdoba y por eso somos oposición”, señala el texto que se hace fuerte en la cuestión “identitaria”.
“Trabajamos para tener un Juntos por el Cambio con identidad incuestionable, competitivo y fuerte electoralmente para ser una alternativa diferente, seria y responsable en Córdoba”, finaliza.
Marcos Carasso, presidente del partido, acusó a Llaryora y Schiaretti de “mendigar apoyo”. “Se deja vender una Córdoba cambiada. La realidad es que hay un paro de médicos desde hace un mes, con una provincia insegura y con una elevada deuda en dólares que compromete a la próxima gestión. Nos llama la atención que no nos atienda”, explicó a Página/12.
En la versión local del PRO hay una mezcla de desconcierto y preocupación. “Muchos dirigentes están preocupados. Entienden que Macri está trabajando en contra de Juntos por el Cambio o para que se rompa” en Córdoba. Además, apuntan a los efectos buscados tras la filtración al sostener que la publicidad del encuentro ayuda a que la dirigencia entre en “ebullición”. “Se les escapó la tortuga”, razonaron.
Del lado oficialista, el encuentro también sirvió para renovar en los medios la candidatura de Llaryora. La campaña proselitista, prevista con fuerza por estos días, fue opacada por una serie de escándalos propios de la gestión oficialista como el prolongado paro en el sector sanitario y el siniestro vial del presidente de la Legislatura, Oscar González, donde murió una mujer y dos adolescentes resultaron gravemente heridas.
Como sea, cuando se esperaba que las cuestiones políticas quedaran en un segundo plano por el Mundial, queda claro que la pelota no tapa todo.