El presidente francés, Emmanuel Macron, intercambió ayer gestos de complicidad con su par estadounidense, Donald Trump, mientras asistían al tradicional desfile conmemorativo de la Revolución Francesa. Luego, afirmó que nada separará jamás a ambos países, que mantienen fuertes diferencias sobre temáticas comerciales y de medio ambiente.
Macron, que pronunció un breve discurso al término del desfile militar del aniversario de la Revolución Francesa, dijo: “La presencia hoy a mi lado del presidente de Estados Unidos, el señor Donald Trump, y su esposa, es el signo de una amistad que perdura en el tiempo”. El jueves, Trump había asegurado, sonriente, que los desacuerdos no se pueden comparar con lo que los une. El desfile militar, desarrollado como es tradicional en la avenida Champs-Elysées, estuvo enmarcado en un mega operativo de seguridad, que incluyó a 11 mil policías y 3.500 gendarmes.
En esta oportunidad, tuvo particular significación, porque este año se cumple un siglo desde la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial como aliados de la alianza encabezada por Gran Bretaña y Francia, contra la que estaba centrada en Alemania. “Siempre en nuestra historia hemos encontrado aliados confiables, amigos que acudieron en nuestra ayuda. Estados Unidos de América es uno de ellos”, señaló Macron. El centenario fue la razón de su invitación a Trump a la tradicional parada militar del 14 de julio en París, en la que por eso mismo hubo tropas estadounidenses. El jefe del Estado francés le agradeció a su homólogo y a su país la decisión tomada hace 100 años.
Esta invitación se vio correspondida con las repetidas muestras que hizo Trump de estar disfrutando durante las dos horas del desfile en el que participaron 3.720 militares a pie, 211 vehículos (incluidas 62 motos), 241 caballos, 63 aviones y 29 helicópteros. El Ejército estadounidense también estuvo representado en el aire, con ocho cazas (seis F16 y dos F22). Al termino del acto, una banda interpretó los himnos de Estados Unidos y Francia con las banderas de ambos países enarboladas por militares.
Trump intercambió de forma reiterada (a la vista de las cámaras, pero sin sonido) comentarios y confidencias con Macron mientras los aviones surcaban el cielo, pero también durante el desfile en tierra, encabezado por un grupo de soldados estadounidenses, algunos vestidos con uniformes de la Primera Guerra Mundial. Los miembros de la tribuna se levantaron de sus asientos al paso de ese primer grupo a pie, que portaba la bandera de Estados Unidos. Trump hizo el saludo militar, mientras Macron aplaudió desde el palco, situado en la plaza de la Concordia, en la parte baja de la avenida Champs-Elysées.
Trump como Macron estuvieron acompañados por sus respectivas esposas, Melania y Brigitte, así como por los miembros del gobierno y de las más altas instituciones del Estado francés. La última vez que un presidente estadounidense en ejercicio asistió como invitado a la Fiesta Nacional francesa fue George Bush padre en 1989. Alrededor de 126 mil soldados estadounidenses perdieron la vida en la primera contienda mundial y otros 234 mil resultaron heridos. Como es habitual en esta fecha, Macron rindió homenaje a las fuerzas armadas por su papel de protección. “Nos permiten vivir con las reglas que nos hemos dado”, destacó.
“El día de la Revolución Francesa celebramos a Francia, lo que nos une, celebramos este gusto absoluto por la independencia que se llama libertad, pero también la igualdad y la fraternidad”, agregó el presidente francés, recordando las banderas de la Revolución de 1789. Este discurso fue el último acto en presencia de Trump, al que Macron despidió efusivamente y que a continuación tomó el camino del aeropuerto para volver a su país. Ya desde el jueves, Macron y Trump mostraron una imagen de sintonía, en la que frente a sus diferencias apostaron por un trabajo conjunto en los grandes desafíos a nivel internacional.
Ambos mandatarios expresaron en una conferencia de prensa conjunta su voluntad de que sus divergencias en temas como el medioambiental no frenen su necesaria cooperación. “Los desacuerdos no se pueden comparar con lo que nos une”, lanzó un sonriente Trump. La lucha contra el extremismo, la seguridad, el comercio o la necesidad de alcanzar una estabilidad en Medio Oriente, en especial en la convulsionada Siria, protagonizaron su reunión en el Elíseo, que fue seguida por una “cena de amigos” el jueves en el restaurante Jules Verne en el segundo piso de la Torre Eiffel.
El mandatario estadounidense, incluso, llegó a dejar entrever un posible cambio de rumbo sobre la participación de su país en el Acuerdo de París. El principal punto de coincidencia fue el combate contra el extremismo y sobre la intención de construir una solución política para Siria duradera e incluyente, que, recordó Macron, dejó de implicar la condición previa de la salida del presidente sirio, Bashar al Assad. Con esta recepción oficial, Macron tendió la mano a Trump tal como a finales de mayo lo había hecho con el presidente ruso, Vladimir Putin, con la intención de reforzar su imagen de interlocutor de Europa ante otros grandes líderes.
Trump regresó luego a Estados Unidos, en plena tormenta política por una presunta colusión con Rusia durante las elecciones presidenciales del 2016. Sin embargo, en momentos en que Trump se encuentra aislado en la escena internacional, Macron extendió al presidente estadounidense la alfombra roja en esta vista en la que ambos hicieron hincapié en la relación “inquebrantable” que los une. “No debemos olvidar que nuestra Historia nos supera y las peripecias de nuestras personalidades o temperamentos no deben hacernos olvidar esto”, señaló Macron el jueves.