Feliz de estar en Buenos Aires y hablando un casi perfecto argentino, Luiz Roque recibe a Soy en Fundación Proa, unos días antes de la inauguración de la sala que aloja su trabajo frente al Riachuelo. “Estamos ajustando los últimos detalles”, cuenta y se ocupa del planchado final de la pantalla donde se proyecta en loop su obra XXI, un film corto, sutil e inquietante, con la impronta del Súper 8 en su textura, donde los planos de exteriores de entradas a edificios porteños dan pie a una secuencia que indaga en las fronteras de lo público y lo privado.

¿Qué hay detrás de esas entradas? La cámara de Roque escanea en movimiento como si fuera un ojo inquisidor y a la vez amable, y devuelve a quien lo mira un escalofrío, casi una intromisión prohibida. Hasta que un par de tacos se apoyan en la vereda y esas puertas se abren para revelar un interior, no cualquiera: dos hombres en cámara lenta se acompañan en una secuencia. La obra se torna política, sensual, sigue siendo misteriosa, con un vuelo tal vez místico: no se puede evitar pensar en la pandemia, la enfermedad, el duelo. Todos esos signos aparecen en la obra de Roque, para quien la muerte es fiesta y renacimiento, dolor y ternura.

Otra de las pantallas de este recorrido, muestra Uburu, un video (el formato en el que se siente más cómodo el artista) donde desde su ventana del edificio Copan de San Pablo, Roque sigue el vuelo de ese pájaro, justamente durante el confinamiento por covid 19. En esa gran mole de cemento imaginada por del gran arquitecto Oscar Niemeyer viven cuatro mil personas, en 1116 departamentos divididos en seis bloques. “Yo vivía en Puerto Alegre y trabajaba en cine, como director de arte. Me invitaron a hacer una película en San Pablo que se filmaba allí. Fui y siempre quise vivir ahí, en el edificio Copan. Al estilo Working girl, como Melanie Griffith. La producción de la película en la que trabajaba estaba buscando departamento para las actrices. Y ahí apareció un departamento para mí. Para San Pablo el precio del alquiler es el mismo que un departamento común. No es como vivir acá en el Kavanagh de acá, de Buenos Aires”.

¿Viviste el confinamiento ahí?

–Sí, en ese departamento chiquititísimo, pero tengo un amigo en el mismo edificio que entró en el pánico de la soledad y en cuanto pudo se fue a vivir con otro amigo. Entonces me quedé dando vueltas entre ambos departamentos en el mismo bloque.

Lo que se ve en Urubu es desde tu ventana, ¿qué sentías con el vuelo de ese pájaro y por qué lo filmaste?

–Sí, es la vista de mi ventana. Por supuesto que se asocia con la muerte. También en otra de mis obras evoco esa vista: me gusta la idea de una caja que es una ciudad, una ciudad de papel. Por supuesto entiendo lo mortuorio. Y la película habla sobre las transiciones.

Puede leerse como un signo de mal agüero…

-El Urubu es un ave carroñero que come animales muertos. Las personas por lo general lo relacionan con un símbolo de mala suerte pero para mí ese pájaro es una imagen de absoluta libertad. La idea de un bicho volando dentro de una ciudad es un poco fuera de lugar: un espacio que seguramente no conoce, donde quedó atrapado, eso me conmueve mucho. Quería que la imagen diera la impresión de ser un print del momento, una impresión, casi como un grabado. El pájaro apareció cuando durante la pandemia bajó el ruido y el ritmo que entendemos como normal de la ciudad. Ya se fue. Ya no está más ahí. Pero en ese momento bajó. Fue en el momento en el que pensamos que el mundo podía ser otro. Pensábamos que la experiencia de la pandemia iba a cambiar el mundo. Pero todo volvió a ser igual. La economía volvió a funcionar como antes, las ciudades volvieron a ser lo que eran, e incluso el mundo del arte no mejoró, ni cambió demasiado.

LO FURTIVO

Dibujos es una calesita de imágenes cachondas, una compilación de prints de pantalla de Grindr, la app de citas. Con un plus: los culos aparecen tachados, los bultos, adornados con emoticones de flores, sonrisas y hongos. En el video de Luiz Roque queda a la vista que las ganas de matchear en busca de un encuentro se vuelven motor para intervenir las fotos de perfil de cada usuarix. Por eso lo que se repite foto a foto son trazos a mano alzada que buscan disimular lo que para la censura invisible de la app son zonas erróneas. Así lo relata Roque: “para postear una foto sexual, o sensual, de tu culo o tu pito, tenés que engañar al algoritmo, que no lo permite. Entonces la gente hace este tipo de dibujos sobre la imagen. Estos no son mis dibujos interviniendo esas fotos, sino que es una compilación de lo que efectivamente me encuentro cuando entro ahí. Serían un ready made. Son dibujos hechos con mucha prisa, porque la gente quiere resolver rápido”. La creatividad está a la orden del deseo que no puede esperar: “Me interesa lo que sucede artísticamente en esa prisa, en esas ansias como impulso para dibujar”.

La muestra se puede visitar hasta el 23 de diciembre de jueves a domingo de 12 a 19 hs.

Entrada libre y gratuita. PROA: Av. Pedro de Mendoza 2073, La Boca