El secretario de la vecinal de Empalme Graneros, Osvaldo "Lalín" Ortolani, advirtió ayer sobre el peligro que significa el movimiento de tierras que está llevando adelante desde hace cuatro meses el grupo Damfield, sobre la última laguna de contención del agua del arroyo Ludueña, en la presa ubicada en Funes. "En ningún lugar del mundo alguien se atrevería hacer un loteo dentro de un cauce aluvional, pero acá ya le dieron el visto bueno y la provincia no lo detuvo. Es una locura son 25 camiones trabajando día y noche más siete retroexcavadoras. Están jugando con la posible inundación de 25 barrios a lo largo de esta cuenca. No quiero que suene a broma, pero no vaya a ser cosa que tengamos que ver en el futuro que los vecinos de un barrio conformen una agrupación que se llame 'Nunca más inudaciones en Kentucky'", afirmó con ironía el histórico dirigente vecinal que hace cuarenta años pelea para que no se inunde su barrio.
La iniciativa inmobiliaria, impulsada por un grupo inversor instalado en Funes desde el 2021, se encuentra frente al Club de Campo Kentucky. De concretarse el proyecto, además de las 20 hectáreas que ya funcionan, habrá un nuevo barrio integrado con más de 270 lotes en un total de 70 hectáreas. Lo que despertó las alarmas de distintos sectores es la localización del proyecto, que estaría en la zona que hoy ocupa la laguna derivada de la presa retardataria del Arroyo Ludueña.
El senador Miguel Rabbia recorrió la presa el sábado junto a Ortolani, quien le expresó su preocupación por los avances inmobiliarios en la zona y recordó los antecedentes de inundaciones en 2002, 2007 y 2012. “En los últimos 10 años ya se loteó el 90% de la cuenca del Ludueña. Insaciable, esta ambición empresarial ahora va por loteos dentro de la presa. Lo que ahora parece un gran negocio multimillonario, será un ‘negocito’ cuando no se pueda contener el agua y afecte a toda la zona”, expresó Ortolani a Rosario/12.
El pedido de Rabbia se referencia en un informe del Centro Universitario Rosario de Investigación Hidroambientales y Departamento de Hidráulica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), que rechaza cualquier tipo de asentamientos urbanísticos dentro de la zona en cuestión. Los principales fundamentos se basan en el deterioro de la presa y la peligrosidad de nuevas inundaciones más dañinas. “De producirse una crecida del arroyo, las viviendas correrían serios riesgos de inundarse poniendo en peligro la vida de los habitantes como así también de toda la zona circundante al valle de inundación, al aumentar la velocidad de escurrimiento y quitando la capacidad de absorción de los suelos”, agregó el legislador.
Justamente este diario habló ayer con el ingeniero Gerardo Riccardi, uno de los autores del trabajo, quien remarcó los riesgos: “El almacenamiento transitorio permite que el caudal saliente sea mucho menor que antes de existir la presa”. “La autoridad provincial no ha marcado claramente la línea. La presa del Ludueña no es sólo para que no se inunde la zona, logró disminuir los caudales máximos, y permitió mejorar el escurrimiento del canal Ibarlucea y del Salvat”, remarcó el docente de la Facultad de Ingeniería de la UNR. Y agregó que lo grave de no frenar el avance inmobiliario en este caso es que sienta jurisprudencia para que otros urbanizadores repliquen el modelo. "Cómo van a decirle que no a los que vengan de ahora en adelante. Ya tenemos datos que hicieron otra presentación por otro barrio lindero en el mismo cauce. Esto no termina bien", advirtió sin estridencias pero con claridad el ingeniero. “Para que todo esto funcione, se necesita disponer de un volumen de inundación en una determinada área afectada a ese fin de manera que no se afecten otras pobladas”. Justo ahí es donde se proyecta el complejo residencial.
No se trata de especulaciones. “Hay un criterio de diseño que remite al R100, una probabilidad de ocurrencia de inundación máxima en 100 años, que se utiliza en todo el mundo. La zona inundable de la represa del Ludueña fue delimitada con certeza en 1985”, sigue Riccardi. Según la memoria general del proyecto original, la precipitación extraordinaria genera un embalse de 2.300 hectáreas de superficie, con un tiempo de permanencia del agua de 15 días.