Hoy les quiero hablar de un tema que debería interpelarnos a todxs y no solo a las mujeres o a feministas. El 25 de noviembre se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Según la Organización de las Naciones Unidas, una de cada tres mujeres en el mundo es víctima de violencia. Un porcentaje tan alto indica que las consecuencias necesariamente afectan a toda la sociedad. Por eso debemos luchar y atacar las causas de este profundo problema y esforzarnos por desarmar los estereotipos de género y las normas sociales negativas.
El 25 de noviembre, en esta fecha importante y simbólica, fue encontrada en un zanjón Eliana Pacheco, brutalmente asesinada. Estuvo cinco días desaparecida. Eliana fue asesinada de un modo tremendamente brutal, que refleja un ensañamiento evidente.
La triste realidad marca que desde hace varios años, la Argentina sigue teniendo un número muy alto de víctimas. Sé que los números son fríos y más cuando nos referimos a personas. En este caso, es necesario ponerlos sobre la mesa para que tomemos conciencia de que el peligro está más cerca de lo que pensamos. Según el Observatorio Nacional Mumalá (Mujeres de la Matria Latinoamericana), desde el 1ro de enero al 19 de noviembre del 2022 hubo en Argentina 208 femicidios y al día de la fecha ya son más. Las estadísticas son alarmantes y reflejan una triste realidad que espanta: Argentina posee una tasa nacional de 0,7 femicidios cada 1000.000 mujeres.
Cuesta creer que el porcentaje más grande se lo llevan las parejas y ex parejas de las víctimas: es increíble que existan personas que sean capaces de asesinar a quienes alguna vez dijeron amar. Según los números del observatorio Mumalá, el vínculo con el femicida es clave: el 61% son parejas o exparejas, un 12%, lo forman hombres conocidos por la víctima, otro 12% son hombres familiares directos, un 6% de hombres que son familiares indirectos. Luego hay un 4% de casos sin datos, y solo un 5% se compone de hombres desconocidos de la víctima.
El informe evidencia el nivel de brutalidad que expresan estos crímenes: el 35% de las víctimas fueron asesinadas con armas blancas, el 23% por golpes, 17% con armas de fuego, 15% asfixia, 7% quemadas y un 3 % sin datos. En una nota que dio Yanina Muñoz, referente de Mumalá en Tucumán, ella explicaba que un dato que tomaron y que resulta muy preocupante es el aumento de intentos de femicidios: 377 en ese periodo relevado.
Me estremece pensar que, pese a la toma de consciencia de los últimos años, sigue creciendo la violencia machista, como si esto, en vez de disminuir, multiplicara la respuesta criminal. A pesar de las marchas y los reclamos con pedidos urgentes de medidas que podrían aligerar el drama que vivimos, la escalada no se detiene. La visibilización de la situación evidentemente no resuelve un fenómeno que es muy complejo. Además, el castigo social no parece modificar el accionar de las personas violentas o, aún peor, quizá hasta pareciera alimentar su ira.
¡¡¡Por favor!!! ¿Cuándo va a terminar esta locura? ¿Cuándo dejaremos de enviar el mensaje «llegué a casa»? Llegué viva, no me violaron ni me tiraron en una zanja. El año que viene volveremos a elegir representante: sea quien sea, aquien conduzca nuestro país, le suplico que tenga en su agenda como prioridad tomar una serie de medidas concretas, completas y eficaces que detengan o al menos disminuyan esta locura que estamos viviendo. Cuánta tristeza evitable, ¡por favor! ¡Cuánta alma desgarrada, cuánta noche a plena luz del día!