Distintas teorías intentaron explicar las relaciones comerciales entre los distintos países a través del tiempo. La primera de ellas fue la de las ventajas absolutas de Adam Smith (1723-1790). Posteriormente la teoría de las ventajas comparativas de David Ricardo (1772-1823) y, en los últimos tiempos, se habla de las ventajas competitivas de Michael Porter (1947).
Al hablar de ventaja absoluta se hace referencia a la capacidad de un país de producir más cantidad de un bien con los mismos recursos que sus países vecinos. En razón de esta, cada país tenderá a especializarse en la producción de aquellos bienes en los que tenga ventajas absolutas para aumentar la eficacia de sus recursos o intercambiará sus excedentes por bienes que desee y no produzca. La ventaja comparativa implica que los países se especialicen en la producción de aquellos bienes que pueden fabricar a un costo relativo menor en comparación de uno con otros.
El concepto m{as reciente de ventaja competitiva alude a que la ventaja no proviene de la dotación de recursos naturales propios del país o de la zona productora, sino que son ventajas adquiridas gracias a la incorporación del conocimiento y el desarrollo de tecnologías, calidad, entre otros. Numerosos aportes teóricos de la economía y del marketing fueron realizados sobre este particular. Este tipo de ventajas se crean y deben mantenerse.
Los autores clásicos creían en la especialización o división internacional del trabajo bajo el argumento de que si producían sobre este principio e intercambiaban sus excedentes todos los países se iban a ver beneficiados. Bajo este razonamiento a la Argentina le convendría especializarse en la producción de alimentos (primarios, materias primas, commodities, agropecuarios) y a Inglaterra en vestidos (secundario, manufacturados, industriales).
Un camino alternativo
El economista contemporáneo Anwar Shaikh critica fuertemente a la teoría de la ventaja comparativa, porque considera la relación de comercio internacional entre dos países y no entre capitalistas; no tiene en cuenta las ventajas absolutas es decir los menores costos absolutos que posibilitarían a los capitalistas obtener una mayor ganancia y ser más competitivos; y realiza el análisis en base a una misma función de producción para los dos bienes de los dos países sin tener en cuenta los cambios en la tecnología.
La explicación alternativa que ofrece Shaikh se basa en la teoría marxista del valor-trabajo, de la plusvalía, los precios, el dinero y de la competencia intra e inter-ramal es decir dentro de una misma rama y entre capitales de distintas ramas. Sobre esta base afirma que, de acuerdo con lo planteado por Marx en El Capital, el capitalismo funciona en base a leyes específicas, intrínsecas o inmanentes que rigen ya desde su etapa competitiva, y que, por lo tanto, lo que ocurre en una economía capitalista nacional no tiene porqué ser distinto en lo internacional ya que el sistema económico-social capitalista es uno solo. Y como la competencia entre capitalistas se realiza en base a los menores costos que permiten una mayor ganancia, la teoría marxista del valor-trabajo se colige con el principio de la ventaja absoluta en el comercio o la economía internacional.
El intercambio y el desarrollo desigual se originan en las leyes inmanentes de la competencia intra e inter ramal (por medio de los desvíos de los precios de mercado respecto a los valores directos o socialmente necesarios) que dan lugar a una transferencia de valor entre las distintas empresas de una rama (de las menos eficientes a las más eficientes) y entre los distintos capitales de distintas ramas (de las empresas de menor composición orgánica del capital a las de más alta). En la fase monopolista del capitalismo este tipo de intercambio se acentúa (pero el origen está en la etapa competitiva).
Por lo expresado anteriormente, el intercambio desigual no conduce a un desarrollo equitativo, armónico e independiente de los países periféricos, sino que, por el contrario, agrava más su relación de dependencia económica, financiera, tecnológica e inclusive militar respecto de los países capitalistas desarrollados. Sus economías, como por ejemplo la de América Latina, se vuelven más dependientes y vulnerables por su regresión industrial, la re-primarización agrícola y minera, la depredación de los bienes comunes, el endeudamiento externo, entre otros.
Consecuencias para Argentina
Para nuestros próceres de la generación de 1880 el principio de la ventaja comparativa era un credo económico indiscutible y, por lo tanto, su aplicación permitiría desarrollar de la mejor manera la economía del país, insertándonos en la economía capitalista mundial con Inglaterra.
Hoy en día el nuevo paquete tecnológico se convierte en una de las formas que sirven a la construcción de hegemonía de las corporaciones transnacionales, que al formar grandes oligo-monopolios sin realizar ningún tipo de transferencia de conocimientos, tecnología y aprendizaje, explotan los recursos naturales, extraen las ganancias de los países periféricos, contribuyen a la destrucción y contaminación ambiental y profundizan un proceso de concentración del uso y tenencia de la tierra.
Estos cambios en las regiones agrarias se encuentran enmarcados en una reestructuración del modo de producción a nivel global. La transnacionalización del capital financiero, ahora volcado a la producción de commodities y alimentos como mercancía, con la preponderancia de mega empresas en la producción y comercialización de los productos del agro, hace surgir nuevas formas de Estado conjugados con la construcción de otros centros de poder de carácter global.
La profundización y radicalización del actual proceso requiere un plan de acción que se articule en base a los siguientes ejes:
- Ampliación y profundización de la integración latinoamericana.
-Medidas estructurales para una verdadera distribución de la riqueza.
-Reforma impositiva de carácter progresivo en que paguen más los que más tienen.
-Recuperación del patrimonio nacional contemplando el cuidado ambiental.
-Desarrollo rural sustentable, basado en el debate parlamentario y aprobación de un paquete de leyes imprescindibles como:
-Creación de organismos de control e intervención estatal en el comercio de granos y carnes como Junta nacional de Granos y Junta Nacional de Carnes, lo que permitirá acabar con el debate sobre las retenciones y allanará el camino del ingreso de divisas necesarias para el desarrollo de los planes de inclusión social hoy en manos de pocas multinacionales del sector
-Una nueva ley de semillas que garantice el cuidado de la semilla originaria
-Reglamentación del uso y tenencia de la tierra, creando organismos ad-hoc como lo fue en el pasado el Consejo Agrario Nacional
* Contador Público - DocenteUTN-UNER-UADER-ISFD