"Si quereis dominar a un gobierno, quítale el petróleo; si quereis dominar a un pueblo, maneja sus alimentos".
Henry Kissinger
- Hasta ahora, el registro más antiguo de una plaga de langostas se remonta más de dos mil años atrás, según el relato bíblico, y que es mencionada por ser la octava plaga que asoló Egipto y acabó con la última fuente de comida que quedaba en ese momento, los cultivos. Si bien esta visión de una gigantesca nube de seres vivientes que comen todo que relata la Biblia en un tiempo se creyó fantasiosa y terrible, de hecho, esta descripción no puede estar más cercana a la realidad de tiempos más recientes, donde las plagas de langostas pueden matar (indirectamente por la hambruna) a millones de personas. Por estos pagos infectados de glifosato, los bichos temen acercarse a las cosechas.
- "Macri me sorprendió mucho hablando de la hiperinflación. "Creemos que hay que arreglar con los holdouts", pero decir eso es sólo meter miedo. Macri debería explicar ahora cuáles son los factores hiperinflacionarios", sostuvo el exfuncionario. En declaraciones a Infobae TV, Axel Kicillof sostuvo: "¡Son las 10 plagas de Egipto! Yo veo que están intentando apretar al Congreso con miedo porque quieren hacer ver que estamos frente a un precipicio. Es más facil que haya una plaga de langostas que una hiperinflación si no pagamos como ellos quieren!" Culminó el ex ministro de Economía. Esto fue en el 2016. Ahora ni arbolitos raquíticos quedan y eso que ya "arreglamos" con los buitres.
- El aparato era publicitado en las revistas de época como "revolucionario sistema para terminar con la plaga de langostas". Se depositaba en una cuenta y se recibía el aparato por correo. Técnicamente, no constituía engaño, solo un puro "cuento del tío" en una versión desvariada y surrealista. Al abrir el paquete, el incauto se encontraba con dos maderas unidas entre sí por una cuerda. En una de ellas una inscripción a fuego rezaba: "Donde se pare el insecto golpee fuerte con el mazo".
- Hacían fuego, batían tambores. Agitaban con el humo. Aún para el chacarero no se había inventado el glifosato, un químico tan poderoso que elimina toda vida cercana, incluída la humana. El agente naranja se inventó como desmalezador y luego se dieron cuenta de que servía para aniquilar gente. Henry Kissinger aconsejaba torturar secretamente pues decía que de nada sirve asustar a la gente mostrando las heridas que se les puede causar, pues así les daría tiempo de tomar recaudos. Las langostas, sin alma y sin maldad, hacen lo mismo: llegan sin avisar, pero al menos asesinan las plantitas por necesidad y a la vista de todos. Henry tenía cara de langosta voraz, pero era un monstruo que ayudó a destruir lo que otros cosecharon, la vida humana.
- Llegaban de a poco, no como una manga sino como una advertencia futura de su aposento real en nuestras tierras. Vestían todos iguales: camisas blancas, pantalones de vestir negros, zapatos al tono lustrosos. Cuando descubrían una casa que los recibía con respeto, allí se reunían y lo harían de hacer a lo largo del tiempo de labranza, cosecha y devora. Resultaron langostas los mormones; langostas del Imperio y uno les perdonaba la vida y en lugar de echarlas con humo o ruido les daba una botella de agua helada o café caliente. Que buenos éramos con los que nos expoliaban, con los que nos espiaban, con los que nos subestimaban.
- Con la producción de litio se podría pagar el 70% de la deuda externa. Los yacimientos se encuentran en zonas pobres de Juyuy y Catamarca. El impacto ambiental se podría atenuar si el control fuese severo. Vienen empresas extranjeras y se llevan todo por eso de la ausencia de retenciones a las mineras. Llegan y son bienvenidos por intendentes, por la Iglesia. Regalan insumos básicos para los hospitales, camisetas para los clubes y a cambio se van a llevar la riqueza del futuro. Una manga de delincuentes como manga de langostas. Un asco depredatorio de antenas paradas y bolsillos repletos.
- Por el aire, desplazándose, las langostas son seres alucinantes: parecen un filamento, un dardo, plegando las alas para que en el salto no se les vaya la vida en la boca de sus enemigos naturales. De niños las cazábamos de un manotazo y las hacíamos pelear entre sí, sosteniéndolas por las patas aserradas.Y a veces, si uno evitaba el pudor, servían como encarne en los anzuelos: iban muy bien con el dorado o la tarucha. Hermosos duendes solitarios de los barrios, llenando de brillos los cielos del verano.
- Una amiga que está regresando de Barcelona me invita a que me traiga una tablet, más barata y directa de allá. Le digo que sí mientras cuento las monedas. Me envía una foto donde se ve a una multitud haciendo cola a la espera del lanzamiento de un nuevo modelo. ‑Traeme cualquiera, le contesto. ‑Pero esta es mejor -escribe mostrándome una imagen del nuevo aparato. Se desvanece la compra pues no soporta la espera del langostario exigente y chilloso que empuja esperando el advenimiento de la entrega del bicho moderno. Da pena enterarse de que hace días algunos jovencitos han hecho del sitio una vigilia: comen, duermen están al acecho en la puerta del negocio como ante un altar.
- ‑!Salta, salta, salta, pequeña langosta, que quieren alejarme de ti a toda costa. Salta, salta pequeña al costado, que hoy estan de enganche todos los pescados", cantaba Ruben Matos allá por los años 70, atribuibles al peregrinaje surrealista de una langosta de mar perseguida por maremotos. El tema fue un hit bailarín tonto que invadió otras geografías, inclusive. Aquí se perseguía, secuestraba y asesinaba a manos de la Triple A y el Brujo López Rega, de hacer andar a los saltos a una generación amante de Víctor Jara, Violeta Parra y el rock contestatario que evidentemente pretendía otro futuro, sin depredadores.
- Eran una manga de langostas aquella multitud de bicicletas que arribaba a las fábricas en las brumas del amanecer. Era la sangre corriendo por las arterias de un posible país con trabajo, paz y pan. Todo ello él lo veía de pibe como una escena de film, algo lejano, melancólico y bello. Cuando su padre le trajo aquella otra bicicleta levemente torcida, de segunda mano, para darle la noticia de que en una semana entraría a los portones de ferrocarril a correr la coneja se le acabó la magia. Y él constituyó, cabeza baja, el diario bajo el pulóver para no escarcharse, gorra de veterano y guantes, una langosta más en la especie.Trabajar para no morir. La vida triste. La vida bruna. La vida a los saltos.