Como indica la tradición, en diciembre de cada año, el gobierno reconoce al Investigador de la Nación Argentina y a las principales figuras de la ciencia del país. En este 2022, el galardón fue para la viróloga del Conicet y el Instituto Leloir, Andrea Gamarnik, de una reconocida trayectoria en el campo y de gran protagonismo durante la pandemia. En el acto de la premiación, el presidente Alberto Fernández destacó que "el futuro de una sociedad depende del desarrollo de la ciencia" y aseguró que su Gobierno invertirá "todo el dinero que haga falta" para que la ciencia "se siga desarrollando en Argentina". Por su parte, Gamarnik, al recibir la medalla de oro y un diploma, señaló que “estoy muy contenta y emocionada de recibir esta distinción. Este reconocimiento en verdad me excede. El trabajo realizado incluye a muchas personas y a muchas instituciones: le agradezco a la UBA, porque sin una universidad pública no hubiera estudiado; al Conicet que permitió mi formación y es un semillero constante de recursos humanos de altísimo nivel; y al instituto Leloir que no solo es un lugar excelente a nivel científico sino también a nivel humano”.
A su turno, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, expresó: “Andrea no solo representa una gran trayectoria en investigación, sino que también ha tenido un compromiso que engloba a la comunidad científica. Ante el llamado del gobierno nacional para resolver las urgencias de la pandemia, como tantos otros y otras, dejó su línea de trabajo y utilizó todo su conocimiento en la resolución de los conflictos que el virus generó”. Y advirtió: “Puso el hombro a un desafío muy grande”.
Una respuesta en plena crisis
Gamarnik volvió al país en 2001 y en medio de la tormenta abrió su laboratorio de virología molecular en el Instituto Leloir. Además de las publicaciones en las revistas más prestigiosas del campo, esta investigadora --que ya había sido reconocida con otros laureles como el Loreal-Unesco “Por las mujeres en la ciencia”-- fue clave en el diseño de métodos de testeo capaces de detectar anticuerpos y así determinar la presencia previa del Sars CoV-2 en el organismo.
En tiempo récord, con la ayuda de colegas de diferentes instituciones, diseñó CovidAr: un test serológico que fue fabricado en serie y distribuido en dependencias sanitarias de todo el país con el objetivo de determinar si los argentinos y las argentinas habían estado en contacto con el virus. En esta línea, Gamarnik apuntó: “Logramos obtener este desarrollo en un momento en el que estos kits aun no estaban disponibles, ni siquiera para importarlos, y Argentina tuvo su herramienta propia que distribuimos en hospitales de todo el país. Fue un trabajo enorme en equipo”. Tanto que en tan solo 45 días luego de decretada la pandemia, ya estaban disponibles para ser fabricados en serie.
Asimismo, junto a colegas del Conicet, el MinCyT y el ministerio de Salud de la Provincia, Gamarnik se destacó con contribuciones que permitieron la evaluación de la eficacia de las vacunas que se inoculaban. Evaluar por cuánto tiempo las defensas permanecen en el cuerpo y comienzan a disminuir se constituyó en una información crucial para conocer cada cuánto es necesario aplicar una nueva dosis y brindar evidencia sobre la combinación de distintas plataformas vacunales.
“No hay duda de que nuestra sociedad ahora sabe para qué sirve tener ciencia y tecnología. Contar con un sistema científico nos permite tener la capacidad de resolver problemas propios. Por eso, debe ser una política de Estado, que se sostenga a mediano y largo plazo, que no dependa de un gobierno de turno”, sostuvo la viróloga, que también se distinguió en el ámbito de comunicación pública de la ciencia, con el proyecto Música por la ciencia. Emitido por la TV Pública y con mucho despliegue en redes, su objetivo es narrar con tono amable por qué aún es necesario prevenir la propagación de la covid.
En ediciones anteriores, entre otros y otras, habían sido reconocidos como Investigadores de la Nación el biólogo Alberto Kornblihtt (2010), la bioquímica Ana Elghoyen (2012), el físico Juan Pablo Paz (2014), la ingeniera química Noemí Zaritzky (2015), el inmunólogo Gabriel Rabinovich (2016) y Conrado Varotto (2018).
Más reconocimientos
Además de Gamarnik (en el campo de Ciencias de la Salud), con el Premio Houssay Trayectoria, fueron reconocidos otros científicos y científicas del país. Fue el caso del ingeniero químico Eduardo Miro (Ingenierías, Arquitectura, Informática), la química Marta Litter (Ciencias y Tecnologías Ambientales) y la filósofa Florencia Luna (Ciencias Humanas). Estos galardones (medalla, diploma y 500 mil pesos) fueron destinados a investigadores mayores de 45 años e investigadoras mayores de 48, que desarrollaron la mayor parte de su carrera en el país y se destacan en la producción de nuevos conocimientos y en descubrimientos de impacto social.
Por su parte, dirigido a investigadores menores de 45 años, recibieron el Premio Houssay (medalla, diploma y 300 mil pesos) la bióloga Marta Toscano (Ciencias de la Salud), la ingeniera química María Foresti (Ingenierías, Arquitectura, Informática), la bióloga Natacha Chacoff (Ciencias y Tecnologías Ambientales) y la antropóloga María Gallero (Ciencias Humanas). Asimismo, el Premio Jorge Sabato (medalla, diploma y 500 mil pesos) fue para el veterinario Hugo Ortega, que fue distinguido por su historial en el campo de las transferencias y desarrollos tecnológicos con impacto económico-productivo en sectores críticos para el desarrollo económico y social del país. El jurado estuvo compuesto por científicos y especialistas en cada rubro.
“El objetivo de estos premios es que el pueblo argentino pueda conocer a quienes se destacaron en las cuatro áreas principales de la ciencia y que, a partir del conocimiento, mejoraron las condiciones de vida de nuestra gente”, dijo Filmus. Luego completó: “Además, están planteados desde una perspectiva de equidad de género y federal. Las personas laureadas representan diferentes territorios a lo largo y a lo ancho de nuestro país”.
Sin embargo, más allá de que los premios se entregan a individualidades, en este 2022 la ciencia se construye de manera colectiva. Esa imagen del científico o la científica que desarrolla la cura para una enfermedad determinada o un avance de crucial impacto en la sociedad de su tiempo, que trabaja en la soledad de su laboratorio y tiene un instante eureka, dista mucho de lo que sucede en la práctica. Por este motivo, detrás de “los genios o las genias” de esta época, se teje todo un engranaje de solidaridades, intereses, presiones y placeres que caracterizan a cualquier actividad humana que se despliegue en el actual sistema capitalista. Claro está que resaltar en este paisaje, tampoco es poca cosa. Por eso los premios.