San Isidro
La noche del 27 de octubre de 2002, el fiscal Diego Molina Pico debió ordenar la inmediata autopsia del cuerpo de María Marta García Belsunce. Se dejó impresionar por la ecuación barrio rico-familia rica-el poderoso fiscal Romero Victorica que estaban en el country El Carmel y creyeron que la socióloga se cayó en la bañadera y se desnucó. No era una muerte natural, de manera que correspondía, sí o sí, la autopsia.
Más de un mes después se hizo finalmente la autopsia, precisamente el 2 de diciembre, y se descubrió el asesinato. Molina Pico, para tapar su desastre, le echó la culpa a la familia. O sea, no le importó la verdad. Y la corporación judicial salió a cubrirlo, aunque eso llevara a prisión al viudo durante seis años. Las pruebas contra el vecino Nicolás Pachelo eran numerosísimas, pero Molina Pico no quería saber nada: necesitaba tapar sus vergüenzas.
Lomas de Zamora
La desaparición de una adolescente, Anahí Benítez, produjo conmoción nacional. Se necesitaba un culpable cuanto antes. El perro Bruno marcó la vivienda de un joven, casi hippie, Marcos Bazán, que vivía cerca de la Reserva Santa Catalina de Lomas, pero que trabajaba como enfermero. Cerca del lugar terminaron encontrando el cuerpo de Anahí y Bazán fue detenido, pese a que no se encontró ningún vínculo con la joven.
Un año más tarde, de golpe, se activó el celular de Anahí. La policía detuvo a quien lo tenía y el muchacho dijo: “me lo regaló mi papá”. Marcelo Villalba registraba antecedentes de vendedor de estupefacientes y al hacerle el ADN se comprobó que fue el que violó a Anahí, antes de su muerte. No se encontró vínculo alguno entre Bazán y Villalba. Aun así, a Bazán lo tuvieron preso cinco años: la corporación judicial de Lomas de Zamora no quiso liberarlo. La Cámara de Casación ordenó su excarcelación después de un magnífico fallo y aun así en Lomas se resistió. Recién lo liberaron hace pocos meses.
La Plata
Cuatro mujeres fueron asesinadas la noche del 26 de diciembre de 2011. El fiscal Alvaro Garganta acusó y pidió la detención de Osvaldo “El karateca” Martínez, novio de una de las chicas masacradas. Pero su ADN no dio. Cinco meses más tarde, en mayo de 2012 fue detenido un albañil, Javier "La Hiena" Quiroga: dio positivo su ADN en 18 muestras encontradas en la casa de los crímenes. Aun así, El karateca siguió en prisión: la corporación judicial de La Plata defendió a Garganta a capa y espada.
Finalmente, en 2014, un tribunal lo absolvió.
¿Son casualidades?
Hay una monarquía judicial que se autodefine como infalible. Aunque esté equivocada. No se discute sino que se encubre la palabra de esos seres superiores a los que hay que decirles su señoría, que hay que pararse cuando ingresan, que no pagan ganancias sobre sus magníficos sueldos, que sus cargos son vitalicios, que buena parte no concurren al juzgado los viernes y que hacen ingresar a sus hijos y parientes a la familia judicial.
No son como cualquier mortal. Y defienden su privilegios escondiendo sus errores y cobijándose en la derecha argentina o brasileña o ecuatoriana. Por supuesto que hay extraordinarias excepciones que aspiran a una justicia pegada a la gente. Pero esos son los perseguidos, los marginados, los demonizados en los palacios.