La tasa de inflación es el terreno de intensa disputa política entre el Frente de Todos y la oposición macrista-radical acompañada de una legión de economistas del establishment y de gran parte de los medios de comunicación. Los protagonistas de esta pelea están convencidos de que la dirección que tenga la tendencia de esta variable del humor social será clave en el resultado de las elecciones presidenciales del 2023.
Las posiciones exhibidas entonces respecto a la inflación son evidentes:
- Aumentos de precios en ascenso con riesgo de espiralización, como sucedía en el comienzo del segundo semestre, es el escenario deseado por Juntos por el Cambio y la fuerza libertaria de Javier Milei.
- Desacelerar la tasa de inflación desde niveles del 6-7 por ciento mensual, para ubicarla en la mitad, como prometió el ministro de Economía, Sergio Massa, en el inicio del segundo trimestre del año próximo, es la apuesta del oficialismo para tener posibilidades de pelear espacios de poder territorial y hasta conseguir un eventual triunfo en las elecciones del año próximo.
La estrategia de la oposición
El debate político sobre una fuerte devaluación, el stock de reservas en el Banco Central, la consistencia del sendero fiscal y monetario, el ritmo de ajuste de las tarifas y la efectividad del programa de control de precios está vinculado a orientar las expectativas sociales acerca de la evolución de la inflación.
Es una disputa permanente que se desarrolla en el espacio público. En ese sentido, no hay día que diferentes vías de expresión de la oposición no promuevan una megadevaluación. También instalan la idea de que el Banco Central no tiene dólares suficientes para atender compromisos externos y la demanda de importadores. Aseguran además que no se cumplirán las metas fiscal y monetaria comprometidas con el FMI. Para concluir que no se alcanzará el objetivo oficial de un horizonte de precios del 4 por ciento mensual.
La misión de esta prédica permanente es consolidar un piso de la inercia inflacionaria insostenible en términos sociales y, por lo tanto, políticos. Frente a esta tensión en la formación de expectativas inflacionarias, el equipo económico interviene también día a día para neutralizar esas movidas desestabilizadoras.
El contragolpe de Massa
El mensaje dominante de Massa para anclar las expectativas inflacionarias es ordenarlas en el esquema 4x4: aumento mensual de 4 por ciento en cada uno de los próximos cuatro meses.
Así definió alzas de esta magnitud para un amplio abanico de 35 mil productos de la canasta del hogar y, en especial, para los combustibles. Este último es un precio básico de la economía que define el sendero del resto por la incidencia relevante en la formación de costos de las empresas.
Otra variable clave es el tipo de cambio oficial y el ritmo de ajuste mensual. De acuerdo a lo que dejaron trascender las petroleras, éstas aceptaron limitar el aumento mensual al 4 por ciento a cambio del compromiso de Economía de no subir la paridad cambiaria por encima de este porcentaje.
Esto último no será adelantado por el equipo económico pero si el crawling peg (ajuste diario del tipo de cambio) se alinea al 4 por ciento habrá un mensaje doble: por un lado, que no habrá una presión adicional por el lado de los costos empresarios, puesto que la paridad cambiaria es clave en la formación de precios de la economía argentina y, por otro, que no habrá una fuerte devaluación.
La condición prioritaria es la estabilidad cambiaria
El carácter bimonetario de la economía local, que se fue agudizando a lo largo de las últimas décadas, define una canal de transmisión cada vez más fluido del alza nominal del tipo de cambio oficial o las expectativas de devaluación hacia los precios de bienes y servicios.
La estabilidad cambiaria es la condición indispensable de cualquier estrategia antiinflacionaria. Por lo tanto, las políticas fiscal, monetaria y cambiaria tienen que estar subordinadas a transitar un sendero sin variaciones bruscas de la paridad cambiaria.
Para ello resulta fundamental que el Banco Central cuente con un stock de reservas suficiente y una consistente política cambiaria para desarticular las presiones devaluacionistas.
La urgencia tiene rostro de hereje o, en este caso, de resignación a la capacidad de presión de los dueños de los dólares. La segunda versión del dólar soja con una cotización de 230 pesos por unidad, cuando la paridad oficial en el segmento mayorista es de 168 pesos, es el inmenso costo –político y monetario- para sumar reservas y, de este modo, poder desplegar una estrategia antiinflacionaria de emergencia.
El dólar soja II sumaría de 3000 a 5000 millones de dólares. Otras vías para sumar reservas son agilizar préstamos de organismos multilaterales de crédito, habilitar un esquema de rápida conversión de yuanes a dólares por 5000 millones del swap de monedas con China y negociar una línea de préstamo en reales para el intercambio comercial bilateral con Brasil por el equivalente a 8000 o 10.000 millones de dólares. Además del control de los dólares destinados a los importadores.
El otro frente para tranquilizar a las fieras devaluacionistas es mantener las cuentas fiscales y monetarias en línea con el acuerdo con el FMI, objetivo que no está vinculado a que el gasto público o la emisión monetaria sean factores que alimentan directamente la inflación, sino que estos desequilibrios, aunque sean leves en comparación internacional, en una economía bimonetaria y debilidad de la demanda de dinero doméstico presionan sobre el mercado cambiario, inestabilidad que se traslada a precios.
Qué pasará con los ingresos de los trabajadores
En un acto que se realizó en la Casa de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, en el cual intendentes de ese distrito firmaron un compromiso para fiscalizar y garantizar el cumplimiento del programa Precios Justos en supermercados, Sergio Massa entregó la idea principal que tiene acerca de cómo mejorar los ingresos de los trabajadores.
Afirmó que "tenemos una enorme expectativa con los datos de inflación de noviembre, según adelanta la Secretaría de Programación Económica. Vamos a cumplir el compromiso de recorrer un sendero de reducción de la inflación, porque esto es devolver la capacidad de compra a nuestra gente".
Para brindar la principal clave en este sentido. "No es solo con aumentos de salarios que devolvemos poder de compra: si bajamos la inflación, devolvemos mucho más", aseguró.
El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, también señaló, en las Jornadas Monetarias y Bancarias de la entidad, que "la pelea contra la inflación, lejos de ser fácil se ha mostrado compleja, pero esperamos que luego de la aceleración que hubo en el mes de julio, la inflación continúe un proceso descendente para alcanzar el objetivo de reducirla al 60 por ciento el año próximo".
El concepto dominante en el equipo económico es que la reducción de la inflación desde umbrales de casi el 100 al 60 por ciento anual actuará como factor expansivo, con aumentos del salario y descenso de los precios en un marco de acuerdos paritarios por encima de la tasa de inflación.
La importancia de las paritarias
Un aspecto distintivo de la dinámica económica argentina respecto a otros países es la vitalidad de la negociación colectiva, razón que explica la insistencia del establishment y sus voceros políticos y mediáticos para desarticular el marco de protección de los trabajadores.
Las paritarias han cumplido y siguen cumpliendo un rol clave como herramienta para mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores formalizados.
Un informe reservado del Ministerio de Trabajo explica que las negociaciones paritarias tuvieron una reacción inmediata al contexto externo desfavorable y al alza de precios, "modificando su configuración habitual para responder al desafío que presenta un proceso de inflación creciente".
Destaca cuáles fueron los cambios más relevantes que se produjeron en los acuerdos alcanzados en 2022:
- La definición de aumentos salariales nominales más elevados en función de la inflación observada.
- La aplicación generalizada de cláusulas de revisión de los acuerdos salariales.
- La firma de acuerdos cortos.
La defensa del salario
El reporte de Trabajo reconoce que el salario real se contrajo sensiblemente en julio pasado, cuando la inflación se elevó por encima del 7 por ciento mensual, pero indica que al mes siguiente se recuperó una parte importante de esa reducción.
Precisa que esto se consiguió por la pronta reacción de la negociación colectiva frente a la aceleración inesperada del proceso inflacionario, lo que consiguió mitigar los efectos en el salario real.
De todos modos, reconoce que "a pesar de este logro de sostener el poder adquisitivo durante los últimos tres años, y considerando los múltiples condicionantes planteados (pandemia y guerra en Ucrania), es evidente que no se pudo recuperar el poder adquisitivo perdido durante el gobierno de Cambiemos".
En el cuadro adjunto se describen los aumentos salariales establecidos desde enero de 2022 en los principales Convenios Colectivos de Trabajo del sector privado, de acuerdo a su cobertura en número de puestos de trabajo.
Aumentos del 100 por ciento
Con información disponible hasta el 23 de noviembre, la evaluación de las negociaciones paritarias muestra que entre diciembre de 2021 y diciembre de 2022, nueve de los veintiún Convenios Colectivos de Trabajo evaluados presentan un incremento salarial que oscila entre 95 y 105 por ciento, en línea con la inflación proyectada para el año.
En este grupo se encuentran los convenios de Encargados de edificio, Seguridad, Textiles, Transporte automotor, Sanidad, Gastronómicos, entre otros. Los acuerdos paritarios con incrementos salariales interanuales inferiores al 95 por ciento se subdividen en dos grupos:
- En seis se están negociando nuevos aumentos salariales hasta enero. En esta situación se encuentran los convenios de Comercio, Construcción, Bancarios, Metalúrgicos, entre otros.
- Los seis restantes, que no negociarán en el muy corto plazo, incluyen en sus acuerdos vigentes aumentos salariales significativos a partir de enero de 2023. Aquí se encuentran los convenios de Camioneros, Maestranza y Pasteleros que establecen incrementos salariales del 63, 33 y 25 por ciento, respectivamente, a partir de enero de 2023 con respecto a diciembre de 2022.
En el informe no figura pero una de las peores paritarias es la de los trabajadores de prensa, con un aumento para los salarios básicos de apenas el 60 por ciento para el período mayo 2022-abril 2023, que incluye una cláusula de revisión recién en febrero próximo. La paritaria anterior –de mayo de 2021 a abril de 2022- fue del 41 por ciento-. Así, en un período de 24 meses en que la inflación acumulada alcanzaría, por lo menos, el 150 por ciento, los salarios básicos aumentarían apenas por encima del 100 por ciento.
Respuesta de los sindicatos a un régimen de alta inflación
El relevamiento del informe de la cartera laboral abarca al 75 por ciento de los trabajadores registrados y los aumentos salariales corriendo detrás hasta alcanzar la inflación o ganar unos puntitos "son el resultado de una reacción de la negociación colectiva frente al nuevo contexto".
Una de las características más relevantes en este año ha sido el aumento de la frecuencia para acordar alzas de salarios. En los convenios que figuran en el cuadro adjunto se firmaron dos acuerdos salariales en el año, y en algunos se firmaron tres y cuatro. Esto permitió definir subas con mayor frecuencia.
En 2022, el 90 por ciento de los convenios de elevada cobertura (con más de 30 mil trabajadores) actualizará los salarios al menos una vez cada dos meses.
En la mayoría de los acuerdos se incluyeron cláusulas de revisión en las cuales se examinan los términos del acuerdo salarial en relación con la evolución del índice de precios y, en caso que surja alguna discrepancia, activan la discusión para definir nuevos incrementos salariales.
La diferencia con años anteriores es que en el actual contexto de régimen de alta inflación, los acuerdos anticipan la cláusula de revisión o la establecen en diferentes períodos durante la vigencia de la paritaria.