El oso melero, también llamado tamandúa en algunas regiones, y cuyo nombre científico es Tamandua tetradactyla, es un pequeño mamífero emparentado con el oso hormiguero, de hábitos solitarios y movimientos lentos. “Si bien no hay estudios poblacionales de esta especie y menos aún en Catamarca, existe una notable reducción de poblacional”, contó a Catamarca/12 el biólogo Gonzalo Martínez.
El oso melero es capaz de trepar árboles ayudándose con su cola prensil y sus fuertes garras, que también las utiliza para defenderse. “En numerosas ocasiones, personas se han encontrado con este animalito y al acercarse, este se para en sus patas traseras o bien se sienta y extiende las patas delanteras exhibiendo sus garras, pareciendo que nos quisiera dar un abrazo. Sin embargo, esta es su posición de defensa y es muy característica de estos animales”, contó Martínez.
Aunque los sentidos de la vista y del oído no son muy buenos en esta especie, el olfato es sumamente agudo y a través de él logra conseguir alimento. Su dieta puede ser algo variada, pero se alimenta principalmente de artrópodos, es decir, animales invertebrados como insectos y arañas.
Es muy común que la miel lo atraiga por su olor, por lo que suele alimentarse de colmenas, ingiriendo no solo la miel, sino también la cera y a sus habitantes, las abejas. Posee una lengua con una sustancia viscosa donde quedan adheridos los pequeños invertebrados de los que se alimenta.
El oso melero habita en una gran variedad de ambientes, desde selvas y bosques tupidos, hasta montes y sabanas. “En Catamarca es más frecuente en áreas de selvas pedemontanas y bosque chaqueño serrano. Su adaptación a diversos ambientes ha hecho que sus poblaciones no se vean tan reducidas, sin embargo, muy localmente se percibe la reducción poblacional debido a las actividades humanas, como ser la caza y el desmonte. No hay demasiados estudios poblacionales de esta especie y menos aún en Catamarca. Sí se han hecho avistajes casuales de gente que circula en zonas naturales e incluso atropellamientos en ruta”, dijo el biólogo.
Resulta indispensable cuidar los ambientes naturales en los que habita esta especie, que sin dudas cumple una función esencial en la naturaleza: control biológico de insectos.
“Los árboles autóctonos son primordiales para su existencia, así que la deforestación genera un gran impacto en su supervivencia diaria. Las rutas y la alta velocidad en ellas también pueden lograr una mortandad alta de esta especie. Solo la creación de áreas naturales protegidas y la educación ambiental pueden lograr que el oso melero pueda seguir habitando con tranquilidad nuestros bosques nativos. Si tan solo tuviésemos la misma pasión y el patriotismo que tenemos por el fútbol, pero con la naturaleza que nos rodea, que también es Argentina, sería una enorme nación con ambientes saludables y dignos de habitar”, opinó Martínez.