Vale la pregunta: veintiún años transcurrieron desde el diciembre de 2001 y ¿cómo está hoy la sociedad?

¿Amnésica respecto de aquellas jornadas de revuelta popular?

¿Negacionista del empobrecimiento masivo al que seguimos siendo sometidos con el ajuste crónico, más fragmentada que entonces?

Aquellas muertes perpetradas por las fuerzas estatales ocurrieron y son el paradigma de la impunidad.

La pregunta es pertinente para las y los de abajo, sometidos al yugo del capital y del Estado.

¿Nada para hacer? ¿Nada para decir y decirnos? ¿Qué imágenes nos devuelven los espejos rotos?

Los de arriba siguen con su festín de expoliación y escarnios cotidianos.

¿Acaso los éxitos futboleros son un narcótico tan eficaz capaz de sembrar y expandir la indolencia frente al dolor inmenso cuando las balas destruyen vidas de niñas y adolescentes?

La demagogia y los discursos oficiales más la inducción publicitaria impiden percibir la magnitud de la tragedia de una sociedad cada vez más injusta y desigual.

Angustia la pasividad y resignación frente a la prepotencia capitalista.

Como nunca las pinturas negras de Francisco de Goya y Lucientes ilustran muchas escenas de una guerra no tan lejana sino omnipresente.

¿A veintiún años de la revuelta de aquellos fuegos solo quedan cenizas?

 

Carlos A. Solero