La política en Santa Fe no arribó todavía a los lamentables estándares nacionales. Aquí hubo insultos, rencillas, duras exposiciones y desencuentros. Pero no se vivió en los cuerpos legislativos una situación como la que protagonizó esta semana el diputado del Pro Cristian Ritondo con gestos obscenos hacia la presidenta de la Cámara baja nacional Cecilia Moreau, con la intención de hacer naufragar una sesión en la que se iban a elegir las autoridades del cuerpo y además, nada menos, la creación de nueve universidades nacionales. Un diario nacional tituló que esa era una “venganza” del kirchnerismo. Es decir que el sector político se vengaba creando casas de altos estudios. De ese límite se está hablando, lo mismo que Ritondo gritándole como insulto a Moreau “venezolana”.

En ese contexto es que la presidenta del Concejo Municipal de Rosario, María Eugenia Schmuck -reelecta en su cargo para un período más al igual que el vice primero Alejandro Roselló y el segundo Lisandro Cavatorta-, dijo esta semana en su mensaje que “nosotros no somos noticia porque no nos peleamos entre nosotros”. Lo cual es estrictamente cierto porque lo que ha primado en el cuerpo legislativo local es la negociación y el acuerdo. No porque unos se rindan a los pies de otros o todos de pronto se hayan vuelto bondadosos, sino más bien porque en esas negociaciones cada cual obtuvo algo concreto con algunas excepciones, claro. Ahí radicó todos estos años duros la inteligencia del intendente Pablo Javkin y de la presidenta Schmuck: una clara conciencia de que un Ejecutivo en manos de una coalición liderada por un sector con poca estructura política está obligada a negociar y, a veces, a ofrecer contrapartes onerosas desde el punto de vista político.

No se trata de una cuestión de más o menos dialoguistas, sino de qué nivel de necesidades hay por delante. Estos acuerdos entre las distintas fuerzas ¿siempre resultan en beneficios para la población? No es seguro, pero la batalla permanente lo único que hace es libanizar el escenario sin conseguir resultado alguno. Las tuercas se aprietan en temas centrales que en esta ciudad no son más de tres o cuatro. Y los cuidacoches no deberían ocupar ni un solo renglón de esa agenda.

El modelo de negociación provincial es otro, porque necesita menos aunque el oficialismo tenga desde el arranque un bloque propio muy chico y además subdividido por distintos intereses. Habrá que ver si alguno de los pocos diputados actuales del peronismo está en la consideración del gobernador para integrar en las próximas elecciones la nómina del oficialismo. Uno o dos podrían tener esa chance, pero lo más seguro es que ninguno.

El gobernador Omar Perotti sabía desde el principio que serían durísimas las conversaciones en la Cámara baja (en los primeros años tampoco contaba con la mayoría de los senadores provinciales por sus diferencias con Armando Traferri) y optó por tratar de imponerse desde su sillón del Brigadier, con gestos hacia afuera y extrema dureza con propios y extraños hacia adentro. Su relación con Javkin todo este tiempo se mantiene con pocas tensiones por las necesidades de ambos.

También hay que decir que, antes de su fallecimiento, la gravitación política de Miguel Lifschitz obligaba a Perotti a tratar de eludir las medias tintas. Hay que recordar que el exgobernador socialista le dejó aprobado un presupuesto más ajustado a las necesidades del gobierno que se iba y la transición misma se hacía muy difícil con un Frente Progresista que parecía aferrado al poder y con dificultades para aceptar su nueva realidad política.

Este antecedente explica el respaldo que tiene la fecha de las elecciones provinciales del 2023 que deben ir separadas de las nacionales, pero también acortar los tiempos de una transición que podría ser larga y accidentada como la de 2019.

Después de dos años de pandemia, con los niveles de inseguridad y violencia sin freno, el escenario es otro aunque las diferencias vayan aumentando a medida que se acerquen los comicios del año próximo, El balance del final del período ordinario de sesiones de la Legislatura, no es malo para el oficialismo. La vicegobernadora Alejandra Rodenas se encargó de destacar los acuerdos alcanzados para aprobar los 78 pliegos enviados por el Ejecutivo para 32 jueces comunitarios, 24 jueces en los fueros penal, familia y civil y comercial; además de los 19 fiscales, un vocal del Tribunal de Cuentas y dos directores del Ente Regulador de los Servicios Sanitarios. “Celebro que aún con la obstinación que ciertos sectores se empeñan en exhibir, siga siendo la política una de las herramientas de vinculación entre la sociedad y quienes hemos asumido el compromiso de honrarla”.

Los pasos previos

El senador nacional de Santa Fe de Juntos por el Cambio, Dionisio Scarpín ya había adelantado que alguien de su espacio iba a ser precandidato a gobernador. “O Carolina (Losada) o Mario (Barletta) o yo estamos dispuestos”, dijo. Ahora se sabe que Losada no será de la partida, el exrector de la Universidad Nacional del Litoral menos, así que queda en carrera el ex intendente de Avellaneda, defensor del directorio de Vicentin que hizo desaparecer 1.600 millones de dólares estafando además al Estado nacional, y actual senador por la provincia. Claro que para saber si va en serio o es una carta del radicalismo para negociar en mejores condiciones con Javkin y Maximiliano Pullaro habrá que esperar. Por lo pronto en el sur provincial creen que Scarpin es una media para bebé. Aquí y en toda la provincia votaron a la conocida periodista que encabezaba la lista.

Otro que ya se tiró y no para agarrar una pelota es el ex arquero de Unión, River, Independiente, San Lorenzo y Newell's Oscar Passet. Dice que no sabe si es para el año que viene o para el 2027 pero sería para gobernador. También adelantó que sería en un espacio “por afuera de la grieta”, como para no decir todavía que está trabajando en el sector que lidera el ultraderechista Javier Milei.