El jueves pasado, en la Cámara de Diputados, el Frente de Todos buscaba proponer la creación de ocho nuevas universidades públicas. Sin embargo, entre gestos, gritos y palabras agresivas, el macrismo evitó la votación de los proyectos de leyes que hubieran podido contribuir a que más personas ejerzan el derecho a la educación superior en instituciones de calidad. Aquí, cuáles son las universidades que el macrismo impidió crear y cómo beneficiarían a las comunidades donde se instalarían. La acción de la oposición desnuda un fenómeno más profundo y una coherencia antiderechos que se sostiene a lo largo del tiempo y queda al descubierto. Y que recuerda la famosa (y falsa) frase de María Eugenia Vidal: ¿Para qué más universidades si los pobres no acceden? Dos intendentes radicales expresaron su "tristeza" y "decepción" porque sus distritos se quedaron sin universidad.
El jueves, legisladores y legisladoras de Juntos por el Cambio y otros bloques opositores obstaculizaron la sesión bajo el argumento de que ya se había cumplido el tiempo reglamentario para establecer quórum. El debate, en aquel momento, intentaba iniciarse con el discurso de la presidenta de la comisión de Educación, la diputada del Frente de Todos Blanca Osuna, pero se vio interrumpida con gritos. Acto seguido, dirigentes opositores solicitaron una moción para que se levantara la sesión. Ante la efectividad del fundamento que sostenía la estrategia disuasiva, Cristian Ritondo, el presidente del bloque PRO, no tuvo mejor idea que realizar con sus manos un gesto sexista.
“Todo se vio en las imágenes, la situación puede constatarse fácilmente. Estábamos por iniciar la sesión con todos los acuerdos necesarios y la reglamentación respaldatoria. Es una frustración porque manifestaron actitudes de altísimo riesgo democrático. Lo que hay que definir es el itinerario a corto plazo. Juntos por el Cambio tiene una enorme responsabilidad. Creo que la degradación es creciente”, comenta a Página 12, Blanca Osuna. Para el macrismo, evitar la constitución de nuevas casas de estudio se expresa mediante comportamientos que ni siquiera enorgullecen en una cancha de fútbol. Menos en un recinto donde los participantes se reúnen a discutir leyes.
El proyecto del Frente de Todos proponía la constitución de ocho universidades nacionales. La referencia es para la Del Delta, Del Pilar, de la Cuenca del Salado, Ezeiza y Saladillo (todas en provincia de Buenos Aires), la de Río Tercero (Córdoba), la de las Madres de Plaza de Mayo (CABA) y, por último, la de Juan Laurentino Ortiz (Entre Ríos). Frente a la negativa de llevar adelante la sesión por parte de la oposición, el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, apuntó en sus redes sociales: “Lo que frenaron no fue una sesión parlamentaria, lo que frenaron es el derecho a la formación universitaria de miles de bonaerenses”.
Los intendentes radicales de Saladillo, José Luis Salomón, y de Río Tercero, Marcos Ferrer, afirmaron que sintieron "tristeza" y "decepción" ante el fracaso de la sesión de la Cámara de Diputados en la que debía aprobarse la creación de universidades para esas ciudades, y advirtieron que "la educación tiene que estar por encima de la discusión política y de la grieta".
Mara Brawer, educadora y diputada por el Frente de Todos, rescata algunos matices dentro de la postura opositora. “Hay que decir que estaban divididos: estaban los que se oponían y los que estaban a favor. Mientras que algunos hablaban de la educación pública como gasto en vez de inversión; otros, del ala menos dura de Juntos por el Cambio, propusieron la constitución de la Universidad Nacional de Río Tercero, con lo que nosotros estuvimos de acuerdo”, destaca.
Derechos versus derechas
A tono con Kicillof, Alberto Sileoni, director en Dirección General de Cultura y Educación PBA, ofrece su interpretación a este diario. “Esta negativa a dar quórum expresa una confrontación de ideas y de mundos. Con decisiones como estas hay derechos a los que la gente no podrá acceder, con los cuales ya ni siquiera podrá soñar. Para decirlo sencillo, se cargaron cinco universidades bonaerenses. El capítulo no está cerrado, pero significa un enorme dolor. ¿Qué señal brindan los precandidatos a gobernar la provincia? Claramente están diciendo que no les importa mucho la educación como promesa de futuro”, sostiene.
Mientras tanto, en redes sociales, para alimentar el caldo de cultivo, la diputada Sabrina Ajmechet, cercana a Patricia Bullrich y referencia del ala dura de la coalición opositora, expresó: “Durante el primer tiempo (N. de la R.: del partido con Polonia), el kirchnerismo aprovecha y mete en el temario de la sesión de mañana la creación de una universidad más. También en esta firmamos dictamen de rechazo”. Se refería a la intención de sumar a la discusión legislativa la constitución de la Universidad Nacional Juan Laurentino Ortiz en Paraná, en Entre Ríos. Lo paradójico es que la propia diputada proviene del ámbito académico: es docente de la UBA en la materia Pensamiento Político Argentino. Elucidar cómo una docente de una universidad pública puede oponerse --e incluso burlarse-- del intento de creación de nuevas universidades en todo el territorio nacional es un interrogante de difícil solución.
“Las ofertas educativas amplían las ofertas de las regiones para brindar más oportunidades laborales, funcionan como garantía de promoción social. Si en el pasado, con la secundaria te alcanzaba para acceder a un trabajo, hoy ya es más difícil, y necesitas una carrera universitaria. Las universidades locales responden a necesidades locales. La UBA no tiene ningún vínculo con la Ciudad de Buenos Aires”, precisa Brawer. Desde su concepción, se crean con un anclaje territorial que otras casas de estudio, de mayor tradición e historia, no desarrollaron.
Consultado por Página 12, el Ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, aseguró que “vamos a seguir trabajando para crear más universidades porque creemos en la universidad pública, la valoramos y es la que permite el ascenso social de los hijos de los trabajadores”. Y continuó: "Las universidades públicas nuevas han logrado una cosa fundamental: que entren los que no entraban antes, porque las grandes no perdieron matrícula y las nuevas incorporaron miles de chicos a la universidad pública”.
Coherencias y contradicciones
Los discursos y los actos del macrismo son coherentes a lo largo del tiempo. Durante la pandemia, articulados bajo la voz del Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, los miembros de Juntos por el Cambio postulaban: “Abran las escuelas”. Un mensaje que, con clara intencionalidad política, buscaba colocar a Juntos en un lugar de defensa de la educación pública, en contraposición a la postura del oficialismo nacional que, con la propagación viral (y con evidencias científicas que respaldaban que los más pequeños transmitían la covid en sus casas a los parientes más vulnerables), optaba por resguardar la salud pública. Una trampa discursiva de parte de quienes están lejos de querer garantizar educación para todos y todas.
“Cuando Macri habla de caer en la educación pública como algo peyorativo es un poco lo mismo. Además lo sustentan con hechos: la inversión en el área cayó de 6 por ciento al 4.8 del PBI. Desinvierten y desprecian al mismo tiempo: a la educación, a los docentes, a los alumnos. Para colmo, se contradicen, porque se instalan como los grandes garantes de la educación y después todo lo que hacen es cuestionarla”, apunta Brawer.
De hecho, todavía resuenan en el espacio público los dichos de María Eugenia Vidal, cuando en 2018 (aún era gobernadora de la provincia de Buenos Aires) se refirió ante los miembros del Rotary Club: “¿Es de equidad que durante años hayamos poblado la Provincia de Buenos Aires de universidades públicas cuando todos los que estamos acá sabemos que nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad?”, expresó una pregunta para la que ya tenía su respuesta formulada. Una exhibición de la ignorancia con respecto a la situación en Buenos Aires, en donde cada vez son más los jóvenes de menos ingresos que acceden a las universidades recientemente creadas en el conurbano.
“Las universidades del conurbano brindan enormes posibilidades a muchachos y muchachas. Les permite soñar con un futuro mejor. Los famosos dichos de Vidal podrían ser simbólicamente violentos pero reales, aunque son falsos. Cada vez hay más personas del primer y sobre todo del segundo quintil. Es un indicio de cómo comenzaron a participar mucho más de la vida universitaria a partir de la creación de las universidades del Bicentenario”, dice Sileoni, que refiere, por ejemplo, a universidades como las de José C. Paz, Hurlingham y Moreno, que poseen un alumnado y una población de graduados que, principalmente, pertenecen a la primera generación en sus familias. “Esto construye una sociedad más horizontal, con movimiento; una sociedad que no es deseada por aquellas personas que, por el contrario, buscan que nada cambie. La idea que defienden es, básicamente, ¿para qué más universidades si los que tienen que estudiar ya están estudiando?”, advierte.
Algunos datos que pueden ser de utilidad: mientras Argentina posee una universidad cada 330 mil habitantes, México tiene una cada 43 mil personas y Brasil una cada 85 mil. La provincia de Buenos Aires tiene una cada 550 mil, con lo cual, faltan universidades para los 18 millones de personas que habitan el territorio bonaerense. Sencillamente, se forman, hacen carrera y adquieren un título, cuando décadas atrás era imposible. Con las demandas de un mercado laboral que requiere, cada vez más, de la híper-especialización, poder democratizar las condiciones de acceso a una mayor participación en conocimientos específicos siempre constituye una buena noticia.