El Poder Ejecutivo dispuso remover al director del Banco Central Pedro Biscay, para lo cual solicitó una opinión al Congreso. Como ya se vio en el caso de Martín Redrado una vez recibida puede actuar, cualquiera sea el contenido de lo que le respondan. En sus votos Biscay se opuso a la desregulación de las normas cambiarias, el fuerte endeudamiento en el exterior, la eliminación del ingreso obligatorio de divisas por parte de los exportadores y la supresión de límites para la compra de moneda extranjera, porque alentaban el ingreso de capitales especulativos, la fuga y la evasión impositiva. También cuestionó en notas formales la descomunal emisión de títulos del Banco Central dispuesta por su presidente Federico Sturzenegger. Advirtió que esas políticas profundizaban la especulación financiera y que la emisión de LEBACs a altos costos y cortos plazos se estaba volviendo difícil de administrar ya que además de la bicicleta financiera incrementaba el pasivo del Banco Central de un modo que podría condicionar su poder de regulación y administración de políticas. Las altas tasas afectan la actividad económica y provocan el aumento de incobrables en las carteras de créditos de las entidades financieras.
En una segunda nota alertó sobre qué sucedería si una porción de tenedores no renovaba sus tenencias, teniendo en cuenta que en alto porcentaje son ahorristas particulares, empresas locales e inversores extranjeros. La remoción de Biscay llega cuando sus advertencias dejan de ser teóricas: con una tasa del 28 por ciento, esta semana el Banco Central deberá renovar letras por encima de 30.000 millones de dólares, casi dos tercios de la base monetaria.