Desde París
El expresidente francés Nicolas Sarkozy vuelve a pasar una vez más ante la justicia en uno de los numerosos y pesados casos en los que ya ha sido y será juzgado. El que comienza este 5 de diciembre y se prolonga hasta mediados del mes es un juicio en apelación por una condena de tres años de cárcel (dos en suspenso y uno adentro) pronunciada en marzo de 2021 contra él, su abogado Thierry Herzog y el exmagistrado Gilbert Azibert por “corrupción activa” y “tráfico de influencia”. Como suele ocurrir a menudo con Sarkozy, este caso forma parte de otro y el otro de uno siguiente. Nicolas Sarkozy y la justicia es un aplicado montaje de muñecas rusas.
Del caso Bismuth al caso Bettencourt
La historia de este episodio judicial conocido como “caso Bismuth” tiene a estos tres hombres trenzados en un arreglo descubierto por los investigadores en lo que el tribunal que los condenó llamó “un pacto de corrupción”. Según se desprende del acta de acusación, en 2014 Sarkozy y su abogado Thierry Herzog intentaron sacarle al exmagistrado Gilbert Azibert (ex abogado general en el Tribunal de Casación) “informaciones” sobre una investigación judicial en curso tramitada ante el Tribunal de Casación. Sarkozy estaba muy interesado en saber en qué situación se encontraba un sumario en el cual estaba implicado y que concernía el
famoso escándalo de la heredera de la multinacional L’Oreal, la señora Bettencourt. Este megaescándalo implica a la multimillonaria Liliane Bettencourt y el supuesto dinero que dio a François-Marie Banier y miembros del gobierno francés asociados con Nicolas Sarkozy en 2010.
Los investigadores habían recuperado las agendas de Sarkozy y el ex mandatario quería informaciones sobre ese asunto. A cambio de esas informaciones, Herzog y Sarkozy le prometieron al magistrado un puesto honorifico en Mónaco. Sol y buen sueldo asegurados. En ese entonces, la policía investigaba el caso Bettencourt cuando de pronto interceptaron llamados telefónicos entre Thierry Herzog y una línea telefónica a nombre de un tal Paul Bismuth. Dicho Bismuth no era otro que el mismísimo Nicolas Sarkozy a quien su abogado le había facilitado esa línea con nombre inventado.
Este martes 6 de diciembre el Tribunal de apelaciones va a difundir las famosas conversaciones entre los acusados. La visión de la acusación y la defensa difieren totalmente. La primera ve en este caso el “espectro de la corrupción” y hechos “particularmente graves”, la segunda apenas “una historia de amistad sin importancia montada en un caso penal por rencor e implacabilidad de la institución judicial contra Nicolas Sarkozy”. En el primer juicio, la justicia no dudó en optar por la primera versión y fue implacable con los acusados: en marzo de 2021 dictó la sentencia de 3 años de cárcel, dos en suspenso, y 5 años de inhabilitación profesional para el abogado de Sarkozy.
Difícilmente la apelación pueda prosperar: las pruebas, las pacientes investigaciones, los ataques contra la institución judicial y el tipo de arreglito fueron esbozando una suerte de camino sin salida para Sarkozy. La justicia está convencida de que Sarkozy y Herzog intentaron “influenciar” en 2014 la decisión del Tribunal de Casación en curso de elaboración luego de que se recuperan las agendas presidenciales a propósito del caso Bettencourt. Los jueces consideraron en 2021 que los hechos que implican a Sarkozy “son particularmente graves” porque demuestran que Sarkozy se “sirvió de su estatuto y de las relaciones políticas y diplomáticas que tejió cuando estaba en el ejercicio del poder para gratificar a un magistrado que sirvió sus intereses personales”. De todas formas, nada es seguro. Con los dirigentes y dirigentas políticas nunca se sabe. Tienen más vidas que un gato.
Con todo, sea cual fuere la sentencia (culpable o absolución) Nicolas Sarkozy no dejará por ello de frecuentar los tribunales. En marzo de 2023 lo espera otro juicio en apelación donde ya fue condenado a un año de cárcel por haber sobrepasado los gastos autorizados durante la campaña electoral de 2012. Otro mega escándalo con mentiras, sobrefacturación y un sistema de falsas facturas conocido como el “caso Bygmalion”. También tiene encima otro tema muy pesado: se trata de la financiación de la campaña presidencial de 2007 con fondos aportados por el difunto presidente de Libia, el coronel Gadafi, a quien Sarkozy y la OTAN derrocaron en octubre de 2011. Sigue igualmente en curso la investigación sobre el arreglo organizado por Nicolas Sarkozy y Michel Platini para que Qatar se quede con la organización del Mundial de fútbol 2022. Habrá justicia o intentos judiciales para rato.