La merma en los números de desempleo que muestran las estadísticas es apenas la primera capa de un iceberg repleto de problemáticas asociadas al empleo. La contracara de la baja del número de desocupados es el aumento del subempleo inestable. Hay alrededor de 10 millones de personas en Argentina que presentan "problemas de empleo". Este número se complementa con el fenómeno de trabajadores pobres, es decir ocupados que viven en un hogar con ingresos por debajo de la linea de pobreza.
"No es el aumento de precios sino la creación de nuevos empleos, el deterioro de los existentes y la caída de las remuneraciones los factores que explican el deterioro social crónico y estructural de nuestra sociedad", explica el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA en su informe anual sobre pobreza e indigencia. La tasa de desempleo que releva el organismo alcanza al 9,1 por ciento de la población económicamente activa en 2022.
Es un porcentaje bastante más alto que el 6,9 por ciento relevado durante el segundo trimestre por el Indec, pero "las muestras son distintas y lo importante es la tendencia", asegura en diálogo con periodistas el jefe del Observatorio Agustín Salvia. En efecto, la cifra de la UCA es la menor desde 2014 y presentó una caída sustancial con respecto al 14,2 por ciento de desempleo que arrojó el año pasado.
Radiografía del mercado laboral
La contracara de la caída del desempleo no significa sin embargo una buena noticia. A medida que se reduce el porcentaje de personas desempleadas, aumenta el número de "subempleados inestables". Es decir personas con relaciones laborales sin garantía de continuidad como changas, que no cuentan con un salario ni realizan aportes previsionales y beneficiarios de planes de empleo con contraprestación laboral.
Ese porcentaje crece de manera constante desde 2011 (más de 10 puntos porcentuales). Si se extendiera el concepto de desocupación a trabajadores en estas características, la entidad calcula que el 31,7 por ciento (10 millones de personas) cuentan con graves problemas de participación en el mercado de trabajo.
En efecto, apenas el 40,3 por ciento de la población económica activa de 18 años y más logró acceder a un empleo pleno de derechos entre julio y septiembre de 2022. El 8,7 por ciento de esta población se encontraba abiertamente desempleada y el 23 por ciento sometida a un subempleo inestable. Al mismo tiempo, el 28 por ciento contaba con un empleo regular pero precario, es decir con niveles de ingresos superiores a los de subsistencia, pero sin afiliación al Sistema de Seguridad Social.
Si se observa la evolución de estas categorías a través del tiempo, se puede notar cómo el empleo pleno, el desempleo y el empleo precario mermaron desde 2010 para darle espacio al crecimiento del subempleo inestable que pasó de representar del 9,7 al 23 por ciento de la población económicamente activa.
Esta evolución permite tomar una foto de cómo se divide la estructura poblacional de los ocupados en Argentina: más de la mitad (el 53,6 por ciento) de la población ocupada mayor de 18 años realiza trabajos en el sector "micro informal", es decir son cuentapropistas no profesionales que realizan changas, son vendedores ambulantes, taxistas, monotributistas no profesionales, o cobran programas sociales con contraprestación de empleo. El 30,4 por ciento se desempeñan en el sector formal, y el 16 por ciento restante en el sector público.
Trabajadores pobres
La estructura heterogénea que compone el universo laboral tiene un componente en común: una persistente pérdida de ingresos laborales que continúan siendo debilitados por el aumento de precios. Todas las categorías de empleo (pleno, precario, subempleo inestable) se vieron afectadas por una merma en su nivel de ingresos. Es importante destacar que los ingresos laborales mensuales de los empleados formales cuatruplican los de los subempleados inestables. El 29,8 por ciento del total de los y las trabajadoras viven en un hogar pobre por ingresos.
El análisis del perfil de inserción ocupacional de los trabajadores pobres da cuenta de la segmentación del mercado de trabajo urbano. En la actualidad, 7 de cada 10 trabajadores pobres pertenecen al sector micro-informal. Estos trabajadores se desempeñan en actividades como la construcción, el pequeño comercio, los servicios personales y el servicio doméstico. Asimismo, cabe constatar que el perfil social de los trabajadores pobres da cuenta de importantes niveles de déficit en materia de capital humano general.
Si se considera como indicador de ello el máximo nivel educativo alcanzado y la asistencia a centros educativos, se evidencia un perfil de bajo nivel educativo entre trabajadores pobres combinado con la no continuidad educativa actual. En efecto, en 2022, 6 de cada 10 no han completado la secundaria y sólo el 1,3 por ciento cursa algún tipo de estudios.
El Observatorio de la Deuda Social Argentina mide la pobreza e indigencia de manera multidimensional desde hace 22 años en base a una encuesta que este año alcanzó a 18.393 personas de 5741 hogares ubicados en grandes y medianos aglomerados urbanos de todo el país. El universo geográfico de la EDSA abarca a una serie de grandes y
medianos aglomerados urbanos: Área Metropolitana del Gran Buenos
Aires Gran Córdoba, Gran Rosario, Gran Mendoza, Salta, Neuquén, Salta, Tucumán y Paraná, entre otros.