No es necesario ser un lector o un cinéfilo empedernido para conocer la historia del cartero y Pablo Neruda. Escrita por Antonio Skármeta y publicada como novela en 1985, Ardiente paciencia llegó a las pantallas de cine en dos ocasiones, la primera de ellas dos años antes del lanzamiento del libro, en 1983, cuando el escritor chileno transformó una tenue anécdota de la vida real en un guion cinematográfico, que más tarde reelaboraría en forma literaria. La segunda, mucho más famosa, en 1994: en Il Postino, notable éxito de público en el momento de su estreno, el británico Michael Radford trasladó la historia a tierras italianas y a los años 50, con Philippe Noiret en el rol del celebrado poeta. La nueva versión del relato, dirigida por el chileno Rodrigo Sepúlveda (Tengo miedo torero, Aurora), regresa las acciones a la localidad de Isla Negra, cerca de Valparaíso, y al período histórico original, poco antes de las elecciones que llevaron a la presidencia a Salvador Allende. La producción de Netflix, también titulada Ardiente paciencia, llega a la plataforma este miércoles 7, sin pasar previamente por las salas de cine. La gran excepción fueron las tres únicas proyecciones en el reciente Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, presentadas por el propio Sepúlveda y el joven actor encargado de interpretar al cartero Mario, Andrew Bargsted.
“Cuando comenzamos a desarrollar este proyecto era inevitable sentir el peso de las otras dos películas”. Cómodamente sentado en una habitación del Hotel Provincial marplatense, Sepúlveda responde a la primera, inevitable pregunta de Página/12. “No las quise volver a ver de inmediato. Hice mucho trabajo de mesa con el guion de Guillermo Calderón antes de atreverme a verlas de nuevo. La de Radford en su momento me había encantado, y al volverla a ver ahora me sigue pareciendo soberbia. La de Skármeta es mucho más artesanal, pequeña. Teníamos algo a nuestro favor con esta nueva versión. Por un lado, el hecho de poder hacerla en Chile, en Isla Negra, en nuestro Océano Pacífico. Por el otro, si bien es una película cuya historia transcurre en 1969, esperamos que se entienda que la mirada es más contemporánea. Este Mario letrado, fascinado por la poesía, tiene mucho que ver con esos obreros chilenos que se ven en La batalla de Chile, de Patricio Guzmán. Era una oportunidad para salirnos del cliché del obrero chileno y entrarles a personajes más complejos, con problemas internos reales, auténticos”.
Más allá de la historia central, el amor no del todo correspondido entre Manuel y Beatriz, interpretada por Vivianne Dietz, y la ayuda del poeta para conquistar a la joven mesera de un restaurante familiar, el contexto geográfico e histórico vuelve a poner de relieve los elementos políticos del film y la novela de Skármeta. Un período de esperanza representado de manera casi idílica, que tiene en cuenta el conocimiento del espectador respecto de lo que ocurriría unos años más tarde. Para Sepúlveda, una palabra clave para abordar la película fue el anhelo: “El anhelo del pueblo chileno, que estaba a tres meses de elegir a Allende como presidente. Y la inocencia. Nosotros tenemos consciencia del golpe de estado que ocurriría tres años después, pero los personajes no. En Chile hemos hecho muchas películas y series sobre nuestro pasado reciente, pero esto es un poco más atrás. Fue un gran desafío hacer esta historia de seres optimistas, anhelantes, sin parecer frívolos. Que la película transmitiera esa sensación de que había todo un futuro por delante. Es curioso, porque en Latinoamérica estamos impregnados de una tristeza ligada a la adversidad. Capturar ese momento particular era el mayor desafío”.
-¿Cómo fue el rodaje en Isla Negra, el lugar real donde ocurrieron los hechos?
-La segunda vez que leí el guion lo hice ya instalado en Isla Negra, justo debajo de la casa de Neruda. Lo interesante es que al buscar locaciones, haciendo visitas técnicas y, más tarde, en el rodaje, te ibas encontrando con gente que conoció al poeta. Y te decían “aquí Don Pablo pasaba caminando todos los días cuando iba a comprar el diario”. Esto del cartero no era tan cierto, en realidad, porque él iba a buscar sus cartas a pie, junto a la señora Matilde. La casa de Neruda en la película es realmente la casa de una familia de pescadores. Los abuelos de quienes viven allí ahora eran quienes le vendían los pescados y jaibas a Neruda. La hostería es la Hostería Santa Elena, donde Neruda iba y se supone que le preparaban caldillos de congrio con su propia receta. Esa atmósfera real impregnó la película. Había un señor que conoció a Neruda cuando era un niño y nos contó que cuando se mudó a la isla todos los chicos iban a asomarse por las rejas a ver si lo veían. Era como ir a mirar un animal al zoológico.
-La figura del poeta como sujeto de veneración está absolutamente devaluada en estos días.
-Así es. Es un personaje que ya no existe en el mundo, el escritor, poeta y político. Probablemente los últimos hayan sido Pablo Neruda y, en Europa, quien fue presidente de Checoslovaquia, Václav Havel. Esa figura, que en los años 40 y 50 fue muy fuerte, sobre todo en Europa, ya no existe.
-Ardiente paciencia tiene una fotografía muy particular, que parece emular la imagen de un film de aquellos tiempos. ¿Fue rodada en 35mm?
-Filmamos con una cámara Arri digital, pero hay un pequeño truco. Enviamos la película ya editada a Londres e hicimos un pasaje a fílmico para luego volver al digital. Por eso se ven las marcas de la emulsión y el grano analógico. No queríamos que se viera exactamente como una película de esa época, pero sí sentir como una sensación de fotografía Ektachrome. Desde la dirección de fotografía y la dirección de arte buscamos los colores de aquella época, fines de los 60. El Pantone chileno de esa época. La hostería la pintamos por completo, por ejemplo. Buscando material encontré algo fascinante, un documental francés de la compañía Pathé que registra la visita de la reina Isabel II a Chile. Ahí nos explotó en la cabeza la idea de trabajar el color y el grano del film como si estuviéramos viendo un capítulo del noticiario El mundo al instante.