“Vinimos a apoyarla”. “Venimos a bancarla”. “Queremos que todos sepan que estamos con ella”, dicen las voces. “No estamos acá para defenderla, porque Cristina es inocente”, aclara un joven que levanta una bandera argentina. Y muchos se suman al canto de "Cristina es inocente" que agita la tarde. Son muchos los que, desde la mañana de este martes, esperan en las veredas, alrededor de los Tribunales de Comodoro Py, la sentencia que, a media tarde, condenó a Cristina Fernández de Kirchner en el juicio conocido como Vialidad.
Hay gritos de bronca y llantos conmovidos cuando se escucha la sentencia, desde los altoparlantes del tráiler que la columna de Miles, de Luis D’Elia, ubicó frente al edificio de Tribunales. Y un niño que bate un redoblante, conmovido, explica a esta cronista: “Mi mamá es peronista, a mi papá no lo conozco, pero cuando estaba Cristina teníamos la comida, podíamos ir a la escuela tranquilos, ahora todo le cuesta más a mi mamá, y no podemos levantar cabeza”, razona. Se seca las lágrimas con la pechera de su camiseta de Argentina, y vuelve al redoblante.
El "aguante" en Retiro
Hay muchos militantes silvestres. Hay dirigentes peronistas como Jorge Rachid. Y muchos grupos de amigas y de amigos que llegaron al mediodía, desde Berisso, Lomas de Zamora, San Miguel, o de los barrios capitalinos de San Telmo, Palermo, Caballito, Boedo, y bajo el sol incandescente, aguardan el momento del dictamen, que se espera “injusto y mentiroso como esta justicia fuera de la ley”, argumenta Carmen, envuelta en una bandera de la Argentina.
Paola y Carlos están desde las 10 de la mañana “por la democracia y por Cristina, porque amor, con amor se paga”, explican. “Vinimos para que esta justicia corrupta no nos pase por encima, y que los jueces se acuerden del pueblo”, agregan. Graciela y Rogelio tienen fe en que “después de la sentencia podamos ir a casa tranquilos”. Cesar, que llegó de Villa Pueyrredón agrega que solo espera “que los jueces recuperen la dignidad y la vergüenza, porque plata no necesitan ya la hicieron”. Y añade: “Que nos perdone la jefa porque hoy no le hicimos caso, y vinimos, aunque habían dicho que no lo hiciéramos”.
No hay agrupaciones, pero están las banderas, de Soberanos, de Resistiendo con Aguante, de los primeros grupos de Miles que se adelantaron a la columna que marcha desde Liniers. Y hay muchas pancartas y carteles que la gente hizo en forma casera: “Comodoro Pus”, “Justicia corrupta”, “Cristina cuida al pueblo”, "Cris Pasión Siempre".
"Siempre con Cristina"
Los niños duermen en brazos de sus madres, al reparo de la poca sombra que dan los árboles en los bulevares. Susana es profesora de historia y explica que esta allí “porque estuve 12 años contenta, cuando gobernó el kirchnerismo”. Marta cuenta que vino “siempre, desde el primer día en que ella se tuvo que presentar”. Cesar que tiene una bandera de Evita, el Che y Cristina, aporta: “Fue un 4 de abril, había mucha gente y llovía”. Ese recuerdo moviliza, y Susana agrega, sobre la figura de Cristina “es la máxima líder política de la América hispanoparlante, y tenemos la suerte de ser sus contemporáneos, por eso y por todo lo que hizo, tenemos la obligación de acompañar”.
La expectativa motiva conversaciones, análisis, recuerdos. Santos, que fue soldador y hoy hace changas, asegura: “Alberto ya es historia, aunque hay muchas cosas buenas, ojo, pero ya fue, lamentablemente, por la inflación y por dar tanta pauta publicitaria a uno y a los contras, y sólo Cristina puede plantarse y decirles a los empresarios: ¿cuáles son sus costos? ¡Bajen los precios! ¿Por qué le roban a la gente?”
Cerca suyo, Silvio y Constanza, que llegaron de José León Suarez, comparten el análisis y aportan: “Por eso vinimos, por el agradecimiento que tenemos por Cristina, por gratitud y reconocimiento. Y por nuestros hijos, en ellos está el futuro y tienen claro que esto es una dictadura judicial, y hay que frenarla”. Y Silvio explica: “Hay cosas que no me gustan, pero no me quejo por este gobierno, me quejaba cuando Macri aumentaba los servicios de forma exorbitante, eso era vivir mal”. Pero lamenta “que La Cámpora no haya venido”, porque el apoyo a Cristina “tiene que ser masivo, porque es la única que puede dar vuelta esto, y hacer que todos tengan un plato de comida en la mesa”.
A los militantes sueltos, se suma, ya pasadas las cuatro de la tarde, la columna del FTV-Miles de Luis D'Elía, que llega desde Liniers. Vienen precedidos por un tráiler que oficia de escenario y se ubica frente los Tribunales. El dirigente también reclama la presencia “de La Cámpora, del Movimiento Evita y del sindicalismo”, en esta jornada. "Y así como en el 45 el pueblo en la calle liberó a Perón, hoy esto podría ser un nuevo 17 de octubre, para liberar a Cristina”, sostiene D'Elía.
“El veredicto ya está”, suma Mariana, que descansa de la larga caminata bajo la sombra de un árbol. “Pero no importa, porque con condena o sin condena ella es lo mejor que nos pasó a los pobres, a los humildes, a los que nunca nos toca nada”, explica. Y Marta, que vive en Palermo, suma: “Soy una persona mayor, pero la humillación que siento porque estos tipos se nos ríen en la cara, me tiene indignada. Es de una impunidad total y como pueblo, no nos merecemos esto”.
El momento de la condena
Entre los grupos de militantes, el dirigente peronista y médico sanitarista Jorge Rachid, saluda y comparte su análisis del proceso que busca proscribir a la vicepresidenta: “Si nos resignamos, dejamos de ser una patria, porque la Argentina está hoy bajo un golpe judicial, mediático económico y financiero”, puntualiza.
Al conocerse la condena, de 6 años de cárcel y la inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos, la tensa calma de la tarde se transforma. No hay sorpresa. Es una combinación entre la indignación y el dolor lo que transforma el gesto de las personas reunidas en Retiro. “Vamos compañeros, esto sigue, ¡acá no se rinde nadie!”, arenga Alejandro, uno de los técnicos en salud de un sanatorio porteño que llegó al mediodía. “Por Cristina y por el proyecto de país nacional y popular que ella representa. Esta sentencia es resultado del odio clasista y de los antiderechos”, sostiene Alejandro.
Y mientras algunos activistas comienzan a desconcentrar, para ir hasta la Plaza de los Dos Congresos “a escucharla a ella”, otros repasan los datos de la sentencia y comienzan a pensar en los plazos judiciales.
“Esto es muy injusto, ella es simple, es llana, y está limpia –explica Carla— por eso la vamos a bancar siempre, porque además está acá, no como los otros que se fueron a gastar 'la nuestra' en el mundial de Qatar”, se indigna. Se refiere al macrismo “y a sus secuaces, los que acaban de dictar esta condena injusta”, insiste. A su lado, Fabián esta triste. Es cocinero en un barco de una empresa nacional petrolera. Y solo dice “la patria está llorando ahora, pero nos vamos a recuperar”.
Jacobo coincide: "Sabíamos que la sentencia venía así, pero para nosotros no tiene ningún valor, porque esta justicia no es creíble, la condena la escribió Clarín, como explica Cristina, y responde al poder real. Por eso los jueces la declaran culpable. Pero se va a apelar, seguiremos dando batalla. Y la historia, la va a absolver". Carmen concluye, con calor y congoja: "Ese es nuestro norte, hoy, seguir la lucha, y no tenemos que flaquear".