Los talibanes ejecutaron este miércoles a un hombre, en lo que fue la primera ejecución pública llevada a cabo por los yihadistas desde su regreso al poder en Afganistán, en agosto de 2021. El gobierno de Estados Unidos calificó el hecho de "despreciable" y que rompe con la promesa que los talibanes acerca de suavizar la aplicación de la sharía, la ley islámica.
El líder supremo talibán, Hibatullah Akhundzada ordenó el mes pasado que se implementaran plenamente algunos aspectos de la ley islámica como las ejecuciones públicas, las lapidaciones, las flagelaciones o, en el caso de los ladrones, la amputación de miembros. De hecho, los talibanes ya habían llevado a cabo varias flagelaciones pública.
Al regresar al poder después de la retirada de Estados Unidos de Afganistán, los talibanes prometieron suavizar la aplicación de la sharía. Una portavoz del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, expresó su "profunda preocupación" por esta ejecución. "Nuestra posición nunca cambió, la ONU se opone a la pena de muerte. Por lo tanto, pedimos un restablecimiento de la moratoria sobre la pena capital en el país", añadió.
Ejecutaron a un hombre que había cometido un asesinato
El ajusticiamiento tuvo lugar en Farah, la capital de la provincia homónima situada en el oeste del país. En un comunicado difundido por los talibanes, el hombre que fue ejecutado se llamaba Tajmir, residía en la provincia de Herat y fue condenado por un asesinato cometido en 2017. Según se precisó, el condenado fue ejecutado por el padre de la víctima, con tres disparos Kaláshnikov.
"El tribunal supremo recibió instrucciones para aplicar esta orden de qisas durante una concentración pública de los habitantes", declaró el portavoz talibán Zabihullah Mujahid en el documento. Las qisas responden a un principio islámico similar a la ley del talión, que consiste en hacer sufrir al delincuente un daño similar al que causó. Los talibanes aseguraron que el condenado había admitido su crimen.
Resistencias dentro del propio gobierno
En su primera gestión al frente de Afganistán, entre 1996 y 2001, los talibanes infligieron regularmente castigos corporales en público, en el estadio nacional de Kabul.
La activista pro derechos humanos Ogai Amil dijo que la ejecución le trajo a la memoria las anteriores, cuando los talibanes solían pedir al público que acudiera. Era un espectáculo que "sacudía la conciencia humana", declaró. ¿"Por qué tiene que ocurrir únicamente en Afganistán?", se preguntó.
Con esta ejecución, "Hibatullah Akhundzada recuerda que la única ley es la de Dios y que los hombres no deben interpretarla", analizó Karim Pakzad, investigador del Instituto francés de Relaciones Internacionales y Estratégicas.
Además, agregó que los talibanes enfrentan resistencias dentro del propio gobierno y la "sharía, base ideológica del movimiento, es una manera de unir y crear unidad".
Severas restricciones a niñas y mujeres
Desde su regreso al poder, los talibanes han impuesto severas restricciones a las niñas y las mujeres para que se ajusten a su visión ultrarrigorista del islam, alejándolas de la vida pública.
Los islamistas radicales prohibieron la enseñanza secundaria para las niñas en la mayoría de las provincias y vetaron a las mujeres de muchos empleos gubernamentales.
También ordenaron a las mujeres cubrirse totalmente en público, con una burka, el velo integral.