En el arranque de la campaña en Santa Fe quedó claro el escenario que ya se vislumbraba semanas atrás: Cambiemos bajaría con todo a polarizar con el socialismo en el territorio. El gobierno que siempre acusó de violento al kirchnerismo mandó a su espada más letal a embarrar la cancha y así Elisa Carrió dijo en Rosario que el ex gobernador Antonio Bonfatti "protegió al Rey de la Efedrina (Mario Segovia)", que las entraderas que sufren los rosarinos "son organizadas por el Estado" y que en esta provincia Cambiemos "tiene que arrasar". Carrió tiene además un interés personal y político que es lograr que ingrese a la Cámara de Diputados una referente enteramente suya que es Lucila Lehmann, en el tercer lugar de la lista que encabeza Albor Cantard.
El desconocidísimo Cantard es el típico radical. A dos palabras de charlar con el ex rector de la Universidad Nacional del Litoral, se le nota su origen partidario, su paso por Franja Morada, su militancia estudiantil y su reivindicación de la educación pública. Es decir, todos los postulados que el radicalismo ha debido soslayar para poder asociarse con el PRO en esta mera disputa por el poder político. Calmo al extremo y esquivo al debate frontal, no carece sin embargo de formación política y está preparado para cualquier debate mediático con otros candidatos. Responde claramente al perfil que Cambiemos le quiso dar a la nómina en Santa Fe para dejar atrás la etapa dicharachera de Miguel Del Sel. Junto a Luciano Laspina, Cantard refleja a los hombres preparados de la coalición de gobierno. Ambos tienen formación y ambos también están por debajo de la marca Cambienos que es lo que quería el oficialismo para competir en esta oportunidad donde el candidato en todo el país, es en verdad el propio Mauricio Macri.
Por la peatonal de Rosario, Lilita mostró su agilidad política y su destreza para la pelea cuerpo a cuerpo. El video se puede ver en redes sociales. Un hombre le reclama a Carrió desde lejos por las políticas de ajustes del gobierno nacional y por la desocupación que se está generando. La diputada lo busca con su mirada, lo encuentra, le tira un beso y le dice suave con una sonrisa: "Ladrón". El hombre no se amilana y, de buenos modos, insiste con sus reclamos. Ahí llega el "se robaron todo" que empieza a ser coreado por algunos de los que le estaban pidiendo fotos en su recorrida junto a Laspina, Cantard, el ministro Rogelio Frigerio, José Corral y Lehmann entre otros. A continuación, la custodia privada que caminaba disimuladamente junto a los candidatos le dice al reducido grupo de entusiastas "las últimas fotos y nos vamos". No se trata de un gobierno al que precisamente le resulte demasiado fácil andar por las calles.
Enfrente, y aunque en otras proporciones están Miguel Lifschitz y Luis Contigiani. El gobernador también es candidato en Santa Fe aunque no como lo es el presidente. Pero en toda elección de medio término los Ejecutivos se ponen a prueba y la provincia no será la excepción este 13 de agosto y el próximo 22 de octubre.
Cuando todos pensaban que Lifschitz iba a tratar de surfear estas elecciones para concentrarse enteramente en la gestión, la decisión de Bonfatti de correrse de la pelea y esperar al 2019; puso al mandatario en el centro de la escena política y así actuó como artífice del armado general. Contigiani es su decisión, como lo es Pablo Javkin y Lichu Zeno en Rosario. A diferencia de Bonfatti, Lifschitz tiene que construir su 2019. Si sale airoso en estas elecciones, tendrá el camino más allanado para concretar su obsesión: La reforma de la Constitución provincial en 2018 y lograr quedar habilitado para un segundo mandato en las elecciones dentro de dos años. Esta semana también tiró la pelota lejos y admitió en un reportaje que le gustaría ser presidente de la Nación. Más que un deseo ‑natural para cualquier político de rango‑ la idea es subirse un poco el precio para la pelea que se avecina.
Habrá que ver los resultados pero en el escenario actual no podía el gobernador encontrar un mejor candidato que el ministro de la Producción. Contigiani tiene un discurso combativo y netamente opositor a los lineamientos del gobierno nacional. A veces da la impresión de que el gobierno de Macri olvida que la estrategia de polarización conlleva necesariamente la sobre valorización del rival y eso no es a costo cero. Está pasando con Cristina Fernández de Kirchner en Buenos Aires y puede pasar también en alguna medida en Santa Fe con los candidatos del Frente Progresista.
Aquí el kirchnerismo y el peronismo en general es el que busca terciar en la pelea entre los dos frentes. Pero el socialismo dilapida demasiados recursos al atacar en dos direcciones: Diferenciarse del kirchnerismo y enfrentar al macrismo. Con todas las diferencias que puede haber, casi está obligado a repetir la estrategia de Sergio Massa en Buenos Aires.
Contigiani es un poco más conocido que Cantard, pero no tanto y aquí la marca Frente Progresista tiene un desgaste mayor que la de Cambiemos por una cuestión del paso del tiempo en gestión. La estrategia es posicionar al candidato pero también dejar en claro que forma parte de una renovación frentista que ya no es enteramente hegemonizada por el Partido Socialista. Por eso se da también la situación inédita de dos no socialistas encabezando las nóminas para diputados y concejales en Rosario.
Contigiani es una rara avis para estos tiempos políticos. De una vasta formación intelectual empalmó perfectamente hacia abajo desde sus inicios en Federación Agraria con los distintos actores de agricultores federados, cooperativas y referentes de distintos ámbitos del campo popular del que evidentemente viene. Es otro radical no orgánico, pero con fuertes convicciones que no lo han desviado de su camino original. Tiene un discurso poderoso que sin embargo expresa de manera moderada, de un fuerte humanismo y capaz de recrear la mística que sólo el kirchnerismo pudo recrear el los sectores juveniles.
Contigiani no es un politico 2.0, pero conoce y advierte en profundidad el poder de la comunicación política. Está rodeado además por los cuadros de un partido que fue pionero en la modernización del discurso y en campañas para conectar con la gente.