Romina Vargas tiene 6 hijos, Pía es la menor y tiene 8 años. El martes, tras un cuadro febril, se desmayó en su domicilio. Ante la desesperación, Romina salió con ella en brazos a pedir ayuda y fueron los recolectores de la Municipalidad de la Capital quienes se solidarizaron, tomaron una toalla blanca para marcar la emergencia y la llevaron hasta el Hospital de Niños Eva Perón.

En diálogo con Catamarca/12, y con su hija ya estable y recuperándose, Romina contó lo sucedido. “Mi hija cursaba un cuadro viral con placas en la garganta y mucha infección, ya estaba medicada desde la tarde anterior por su médica y había que darle tiempo al antibiótico para que haga efecto. La fiebre era muy alta, y la controlaba con paños y la hacía bañarse hasta que le llegue el horario del antifebril”, relató.

Sin embargo, pese a esos cuidados, la madre contó que el remedio debía dárselo a las 6 de la mañana. Que se levantó para eso y la despertó. “Ella me siguió hasta la cocina y me dijo que se sentía mal, que empezaba a ver todo oscuro. La abracé y se desmayó en mis brazos. Yo empecé desesperada a gritarle a mis hijas mayores para pedir ayuda”.

Romina reconoce que no sabe cuánto tiempo pasó porque para ella fue eterno. La urgencia y la desesperación se iban sumando cuando los remiserías no la atendían. “Los del 911 respondieron y mi hija mayor les estaba dando la información, mientras yo le mojaba la cara y le hacía oler alcohol a Pía para ver si reaccionaba. Se piden muchos datos cuando una está en una emergencia”, resalta.

Pía no despertaba y Romina decidió salir a la calle a pedir ayuda desde la puerta de su domicilio ubicado en el barrio Malvinas Argentinas, en la zona Oeste de la Ciudad Capital. Al final de la cuadra, vieron que estaba un camión recolector de residuos. José Acosta, Muguel Suárez, Jonathan Silva, Benjamín Yapura y  Mario Silva, cumplían con su trabajo como cada mañana. “Parece que vieron el movimiento, porque se acercaron a pregunar y a solidarizarse. Hicieron señas. Se acerca uno de los chicos y recién en en ese momento la gordita se despierta”.

Romina admite que en ese momento no sabía qué hacer. “El camión se acercó a mi casa. Ellos nos suben porque el camión es alto. Íbamos una de mis hijas mayores que sacaba la toalla blanca por la ventana y yo llevaba a Pía en brazos. El camión iba tocando bocina”.

Con el paso de las horas y luego de pasar la urgencia y la desesperación, Romina comienza a recordar y agradece que el chofer la tranquilizara a ella y a su pequeña. “Se daba cuenta que yo me ponía nerviosa cuando Pía cerraba los ojitos y me decía que me quede tranquila. A ella también le hablaba. Ahora me enternece recordar ese momento”, cuenta.

En el hospital una mujer policía la ayudó. La médica le explicó que tal vez fue la dipirona que le daba para la fiebre la que le bajó la presión o que la niña no había ingerido más que líquidos debido al dolor que le provocaba comer y la fiebre. “Pudieron ser muchos factores, pero por suerte ella ahora está bien y recuperándose”, dice.

“Escribí un agradecimiento en mis redes sociales porque entendí que debía devolverles de alguna manera. Ellos no dudaron en poner en riesgo su trabajo. Sé que hay empleados que tienen beca o su trabajo no es  estable, pero en este caso ninguno dudo en dejar de cumplir su función y poner en riesgo su trabajo por ayudarnos”, resaltó.

Romina contó como corolario que se siente contenta porque la semana que viene volverá a verlos a los tres. “Me llamaron desde la Municipalidad para invitarme junto a mi hija a un reconocimiento que les hará a ellos el intendente -Gustavo Saadi- y eso me pone muy feliz”, concluye.