“Hallyu” es un término que se traduce al español como “oleada coreana”, usado para referirse a la expansión global de la cultura surcoreana que crece sin parar desde la década del noventa, impulsada por la exportación de música (grupos de K-pop) y telenovelas (denominadas “doramas”). En 2016, Telefé puso al aire Escalera al cielo, un dorama que más adelante fue reemplazado por dos títulos similares de la misma cadena de distribución: Mirada de Ángel y Mi amor en las estrellas. Todos contaban historias acarameladas de parejas heterosexuales.
El furor por los doramas continúa creciendo en latinoamérica, acompañado por la popularización del K-pop. Aunque las fans más acérrimas siguen los últimos lanzamientos en sitios web que se dedican exclusivamente al género, hoy en día se pueden encontrar una variedad amplia de doramas en plataformas de streaming como Netflix o Disney+. Y si bien el mundo de los dramas tiene un fuerte lado gay, romances entre chicos como Wish You, Where Your Eyes Linger o Color Rush entre sus mayores éxitos de los últimos años, la producción de novelas con temática lésbica es más bien escasa.
El estudio independiente de la directora Soo Not Sue se dedica a producir, desde Corea del Sur, doramas que se basan en la experiencia queer. Su primera serie salió en 2019 con el nombre Out of Breath, un romance entre dos chicas que se conocen a través de una app de citas: una chonga y una chica enclosetada. Hace un mes, Soo Not Sue estrenó su segundo y último lanzamiento: She Makes My Heart Flutter, una serie web sobre la vida de un grupo de veinteañeras lesbianas. Los capítulos que la componen duran 15 minutos cada uno, y se pueden ver subtitulados al inglés y al español en su canal de Youtube.
Amigas, bebidas de colores brillantes, filtros de Instagram, clichés lésbicos, risas y decepciones. Además de contar la vida cotidiana de sus personajes con humor, un tono fresco, y la estética impecable de colores pastel que caracteriza a la mayoría de las producciones coreanas, la serie pone sobre la mesa algunas de las problemáticas, históricas y actuales, de las lesbianas en Corea. Filmada desde adentro de las comunidades queer, hay una noción realista de la forma en que hablan, se visten, y se vinculan las generaciones actuales.
La protagonista Kang Seol (interpretada por Byun Ji-Hyun) acaba de cortar por milésima vez con su novia cuando descubre que su tía Jung One (Park So Mi) es la dueña del bar lésbico que sus amigas acaban de elegir como nuevo lugar favorito. Y ella, acostumbrada a sentirse rechazada en la entrevistas laborales por su look de lesbiana, está decidida a empezar a trabajar ahí.
A partir de los personajes de Seol y su tía, la serie contrasta los modos de vida de dos generaciones: una que vive su identidad y sus romances fallidos con naturalidad, a mil selfies por minuto, y otra, adulta, que permanece en el terreno de lo oculto. La tía se aterroriza cuando Seol le propone abrir la cuenta de instagram para que más chicas conozcan ese bar que, de tan íntimo, es casi secreto. Esta no es solo una mirada en relación al miedo de la exposición, también es un guiño a la historia de los bares lésbicos en Corea del Sur, que generalmente han tenido que ocultarse para prevenir el acoso masculino.
Aunque hasta el momento consta de sólo cinco capítulos, la directora está recibiendo donaciones en su canal de Youtube para continuar filmando She Makes My Heart Flutter. Por ahora, es una serie para bingear en pocas horas, un respiro de las narrativas trágicas y solemnes y, sobre todo, la promesa de un futuro con más lesbianas.