Fue modelo, locutora radial, actriz de teatro y cine. También incursionó en política. Fue muchas cosas, pero su nombre y su rostro quedarán en la historia asociados, sobre todo, al devenir de la pantalla chica. No por nada el que seguramente sea su segundo apodo -el primero fue Pinky, idea de la actriz Trudy Tinky Tomis, debido al tono rosado de su piel- fue Señora Televisión, por ser la mujer que más horas de TV tenía en el mundo (más de 30 mil). Versátil periodista y conductora, dueña de un estilo propio, sentó las bases para que otras mujeres tomaran roles centrales en la conducción de los programas. Lidia Elsa Satragno murió este jueves a los 87 años.
Falleció en su domicilio del barrio porteño de Palermo, acompañada por uno de sus hijos. Según había contado el año pasado Gastón Satragno, estaba delicada de salud. "Está lúcida y de buen ánimo, pero por las afecciones que tiene está postrada y dudo que pueda recuperarse”, había dicho.
Pinky nació en San Justo, localidad del oeste del conurbano bonaerense, el 11 de noviembre de 1935. Allí pasó su infancia. Con 19 años, tenía dos trabajos: a la mañana era secretaria en la Municipalidad, a la tarde manejaba el archivo de una papelera. A la noche estudiaba en la Facultad de Ciencias Económicas. Tras iniciar su carrera como modelo y locutora radial, en 1956 debutó en la televisión cuando Canal 7 era el único en el país y tiempo después llegó al cine bajo las órdenes de Leopoldo Torre Nilsson en La caída (1959). En su momento contó una anécdota sobre su primer anuncio: llegó al canal para maquillarse; estaban Ana María Campoy y José Cibrián. "Aquí maquillamos solamente a gente importante", le respondió el maquillador. "Giré sobre mis talones, me fui al estudio con la cara lavada y así me presenté. El jefe de piso me dio las instrucciones que me iban a servir para toda la vida: 'cuando se prende la luz colorada, usted habla'. Y decían todos: '¡Qué natural es!' ¡¿Cómo no iba a ser natural si no sabía cómo se hacía?!”.
A fines de la década del ’50 tuvo su propio programa, Buenos días, Pinky, con libretos de María Elena Walsh. Se hizo más conocida y se ganó el título de "La mujer del año", algo que volvió a ocurrirle en 1961, y le valió viajes y reconocimientos internacionales. En ese mismo año se unió a Bernardo Neustadt para conducir Nosotros, que comenzó a plantear el periodismo televisivo como una alternativa a la radio, entonces dominante. Dos años más tarde colaboró con él en Incomunicados, al que fue invitado Arturo Frondizi. Era la primera vez que un presidente de la Nación aparecía en un directo televisivo.
Pinky fue protagonista del pasaje del blanco y negro al color, por ATC, el 1° de mayo de 1980. “Hoy terminan las pruebas. Y qué imagen verá usted ahora en color y aunque los va a reconocer enseguida, yo quiero decirlo: ¿cuáles son los colores más hermosos que tiene la Argentina? Esos son, esos que creó mi amado Belgrano, estos, los de la bandera nacional”, narró mirando a cámara antes de que la enseña celeste y blanca flameara y sonara "Aurora". Se sentía "orgullosa, feliz y desbordada" por el hito. La cámara la mostró a ella y anunció: “Señoras y señores, he aquí la televisión en color”.
Un ítem polémico de su trayectoria fue la conducción, también por ATC y junto a Cacho Fontana, de Las 24 horas por Malvinas. Fue el 10 de mayo de 1982, en pleno conflicto bélico con Gran Bretaña. Se trató de un programa con la participación de figuras de los ámbitos artístico y deportivo para juntar dinero y bienes con destino a los soldados que luchaban en las islas, pero la mayoría de las donaciones no fueron entregadas.
La extensa carrera de la locutora y periodista abarcó programas como Teleonce informa, El pueblo quiere saber, con Lucho Avilés, Con sabor a Pinky, Pinky y la noticia, Teledós informa, La década del 70, La década del 80, A los ingleses con humor, Feminísima, Pinky y Fontana en persona, Parece que fue ayer, Telepinky, La conversación y más.
Creó un estilo propio y sentó las bases para que las mujeres tomaran un rol central en la conducción. Su hijo Gastón la definió como "feminista". Había sido la "rebelde" en un hogar controlado por un padre de "mucha personalidad" y se había ido a vivir con una amiga a los 14 años. De imagen delicada, dueña de una voz suave aunque grave, se autodefinía como una "asquerosa perfeccionista". Cuando comenzó a grabar avisos un locutor la bautizó como "teléfono ocupado" porque no tenía "ni un tono", entonces estudió en Iser. "Ser la Señora Televisión le daba un aura muy especial. Se sabía importante. Pero siempre tuvo una personalidad estable. Fue siempre muy seria, recta e inteligente en su forma de actuar. Era muy orgullosa para todo. Su presencia emanaba autoridad. No era producto de su fama: lo llevaba dentro", la describió Raúl Lavié, con quien estuvo casada durante años. Su hermana, la modelo Raquel Satragno, la definió, también para el programa Instantes de vida, de esta manera: "Era muy exigente, pasa que es escorpiana. Esa imagen espléndida que la gente veía en la televisión era porque era muy exigente".
Con Lavié tuvo dos hijos músicos, Leonardo -fallecido a los 54 años en 2019- y Gastón, líderes de la banda pop El Signo y de tango electrónico Ultratango. Pinky tuvo una complicada salud. Padecía internaciones e intervenciones frecuentes. Sufría de un cáncer que requería de controles periódicos. Apasionada por la pintura, contaba en su biblioteca con obras de Alonso, Berni, Soldi, Forte y Spilimbergo. Tenía la partitura original de "Adiós Nonino", de Astor Piazzolla. En 2017 decidió hacer una subasta. “Soy una coleccionista de alma y ya no tengo donde poner las cosas", explicó.
Por otro lado, incursionó en política. En la década del ‘90 fue vicepresidenta de la Fundación Buenas Ondas, de Piero, que celebraba actos culturales y benéficos con la participación de artistas nacionales y extranjeros. Por su vieja amistad con Rodolfo Terragno, entonces titular de la UCR, se postuló para la intendencia de La Matanza por la Alianza en 1995, ocasión en que festejó prematuramente su triunfo en un recordado papelón televisivo. El recuento de votos posterior le dio el triunfo a Alberto Balestrini. Durante el gobierno radical creó escuelas de fútbol, un campeonato “intervillas” y radios comunitarias. También fue secretaria de Promoción Social de la Ciudad, durante la gestión de Enrique Olivera. En 2007 fue elegida diputada nacional por la provincia de Buenos Aires representando a la alianza Unión PRO. En 2019 regresó a la TV tras 18 años de ausencia, con el ciclo Memorias desordenadas (Canal 7).
Como actriz se desempeñó en TV, teatro y cine. Aparte de en La caída, trabajó en El demonio en la sangre (1964, René Mugica) y en Ritmo, amor y juventud (1966, Enrique de Rosas). En teatro protagonizó Asesinato entre amigos, Dos mujeres, Monólogos de la vagina, y bajo la dirección de Alejandra Boero hizo Prisioneros en la ciudad de Neil Simon. Fue productora teatral, hizo presentaciones deportivas desde Las Vegas y recibió varios Martín Fierro, entre otros premios. En la era del streaming y los contenidos on demand, murió una de las grandes exponentes de la televisión analógica.